Después de la imponente jornada que protagonizaron los obreros de Paraná Metal, con marcha y corte de la autopista junto a los chacareros de Federación Agraria, algo cambió; y el gobierno a través de su ministro de Trabajo, Tomada, se apresuró a impedir que se propagara el ejemplo de esta lucha a las empresas cercanas en crisis como Acindar (que comenzó con suspensiones de 15 días el 24 de enero), Tenaris (suspensiones prolongadas) y, en San Nicolás, Siderar que paralizó obras e intenta despedir a 2.400 obreros, muchos de ellos de la construcción.
Toda esta situación se da en el medio de la pampa gringa en crisis por las medidas del gobierno y la sequía, donde los chacareros se preparan para iniciar un plan de lucha. Un verdadero cóctel explosivo, después de que los obreros de Paraná Metal impusieran en histórica asamblea –en contra de la voluntad de su dirección–, la marcha y el corte, coincidiendo objetivamente con la necesidad de lucha de pequeños chacareros que se están ahogando. Un chispazo que podía y puede encender otras luchas en una pradera reseca.
Para intentar cerrar este conflicto, el ministro Tomada recurrió a una propuesta donde tuvo que conceder puntos fuertemente sentidos y reclamados: el ingreso de todo el personal –de planta y de contratistas–; el mantenimiento de lo fundamental de las escalas salariales existentes –en una fábrica con convenio de la UOM ajustado por el laudo 29 que se aplica a las autopartistas, pero con conquistas de adicionales por las luchas anteriores–; y el pago de lo adeudado por la empresa hasta el día en que se inició el conflicto a mediados de diciembre (debían quincenas, aguinaldo y vacaciones).
Por otro lado, en acuerdo con la patronal, introdujo cláusulas que perjudican a los trabajadores: los aumentos que puedan surgir de paritarias durante el año 2009 serían absorbidos por los adicionales propios de los trabajadores. Los trabajadores lo explican así: “los adicionales son nuestros, son como una mochila propia, los aumentos los van a ir sacando de nuestra mochila”. En el caso de los obreros que cobran a convenio (esto es aplicable especialmente a los de contratistas) serán aplicables todos los aumentos. Pero también impone suspensiones rotativas con el pago del 70% del salario neto, sin especificar cantidad y porcentaje ni plazos de las suspensiones.
La dirección local de la UOM trajo esta propuesta, y ante mil obreros silenciosos y silenciados (se usa un micrófono en manos de los dirigentes, la gente opina desde el piso sin posibilidad de ser escuchados, se empieza diciendo que es solo una reunión “informativa”), explicó que era lo único y lo último, que irían a una votación el miércoles 23 por Sí o por No.
Como cosa resuelta, sin abrir el debate, sin siquiera mencionar la jornada de lucha protagonizada el jueves 15, negando la posibilidad de discusión (hubo planteos de discutir y votar en la misma asamblea, otros compañeros pedían se aclarara si la propuesta no traía en realidad una rebaja encubierta, y hubo quienes pedían que los trabajadores de contratistas no salieran perjudicados) se impuso ese método.
Sobre un padrón de 792 empleados efectivos (los contratistas no votaron), 657 aceptaron la propuesta, 2 votaron en blanco y 76 la rechazaron.
Un abanico de opiniones
Entre los obreros se ha abierto un abanico de opiniones. El sector más activo en la lucha, el más combativo, no se siente conforme porque venía fortalecido del corte y quería seguir la pelea para salir mejor parado. Votaron el No. Pero lo notorio es que una gran parte de la masa que votó por la aceptación tampoco está conforme. Votaron Sí por necesidad, no por convicción. Hay quienes dicen “estamos todos adentro, pero el acuerdo no es bueno”; y quienes lo dicen al revés, destacando la importancia de estar adentro y poder pelearla desde ahí. Podría resumirse “ahora, todos adentro y en alerta”.
Queda claro que, por un lado, hay una dirección sindical de clara alineación con la política del gobierno (así lo demostró en todo momento al apoyarse en “Patota” Moreno para las negociaciones iniciales, y ahora al ser mero transmisor de las propuestas del gobierno) y por lo tanto operan frenando las luchas (otra demostración es la firma de un acuerdo con Acindar donde se comprometen a mantener la “paz social” y le atan las manos a los trabajadores para defenderse y para unirse y sumarse a las luchas de todos los metalúrgicos de la región).
Pero por otro lado, ha aparecido un núcleo de obreros y algunos delegados combativos, dispuestos a no dejarse llevar a cualquier lado, dispuestos a defender lo suyo y a ser protagonistas. Las medidas más contundentes, como la marcha y el corte, fueron paridas por la masa de obreros, por compañeros que son parte de esa masa y están fundidos con ella, y la hicieron nadando contra la corriente, enfrentando y derrotando ideas incorrectas, ganando a la mayoría para un camino de lucha.
De cómo resuelvan la unidad con el grueso de la masa, habiendo votado divididos pero estando unidos por la necesidad, y de cómo desarrollen su voluntad de ser no sólo protagonistas, sino los dirigentes de un camino con verdadera democracia obrera, dependerá el curso de los acontecimientos.
Por ahora se puede decir que han dado un gran paso. Con la lucha avanzaron y marcaron un camino para todos los que están dispuestos a enfrentar la crisis y las políticas del gobierno kirchnerista, que la descarga sobre las espaldas del pueblo.
Ante la gravedad de la crisis que vive Villa y la región, vale reiterar el contenido del cartel principal del acto en el corte: Obreros y chacareros unidos en defensa de los puestos de trabajo, de la producción y de los pueblos del interior. Villa Constitución necesita esa defensa, necesita de multisectoriales que sigan uniendo a los sectores en lucha. Los obreros de Paraná Metal se han ganado el respeto y un lugar en el corazón del pueblo. Villa necesita de luchadores como los obreros de Paraná Metal.