Chou Enlai en París en 1920
Un joven delgado como un hilo
endomingado con camisa blanca y corbata negra,
el pantalón un poco corto, zapatos relucientes,
la mano izquierda a la espalda,
la derecha ligeramente cerrada
El fotografiado está colocado
contra un muro blanco
Es una mañana del siglo XX
Los toscos adoquines
sobre los que está el extranjero,
discreto, casi ingrávido,
parecen haber servido recientemente
para hacer barricadas
El futuro está fuera de la imagen
La liberación de los pueblos colonizados
se presenta por aquél entonces
como manchas en el muro, nada más,
formas inciertas bajo la blanca luz del sol,
sombras inquietantes
Un ala que pasa vertiginosa,
un mal presentimiento en el sueño del despreocupado
Una mano de sombra sobre el muro blanco
Demorándose, pensativa
va trazando el contorno
del mapa de la Opresión
Señala el largo camino de la Liberación:
los ríos traicioneros, las dieciocho altas montañas
las estrellas implacables
que finalmente fueron descendidas del cielo
y cosidas con hilo de zapatero a la bandera de la rebelión
Aquí en una calle de París
está un joven de buena familia
No hay nada en la foto
que nos explique su histórica función
Nada sobre la huelga general de Shangai
en la que este estudiante dirigió
a 600.000 obreros cinco años más tarde
Nada sobre la sangre que penetró
por entre las juntas de las piedras
Son las horas serenas de la mañana
cuando la luz es tan rígida como el papel de estraza
y cualquier cambio parece imposible
El mensaje escrito por la noche en la pared de la casa
ha sido borrado por la mano del Orden;
lo han cubierto de brea negra
El texto de la ley está grabado en el muro
Lo que queda es la respiración ahogada
el gesto de la Rebelión
y el guante de hierro sobre la boca del rebelde
El futuro está en el líquido revelador de la fotografía
La liberación va apareciendo como algo fantasmal,
una nube negra en la luz blanca,
un oleaje que surge de las tinieblas
Un peso que desafiante sube hacia lo alto.