Una delegación de trabajadores de la cooperativa Renacer, la fábrica recuperada fueguina, viajó a la Capital Federal para desarrollar una serie de gestiones para concretar lo que marca la ley de expropiación, que los trabajadores se hagan dueños de los títulos de propiedad de los inmuebles y las maquinarias de las plantas de la ex Aurora en Ushuaia.
Conversamos con Mónica Acosta, presidenta de la Cooperativa, con Inés Huayquir y Berni Ojeda sobre la situación actual de la recuperada, y el rol de las mujeres en la lucha de esta emblemática fábrica metalúrgica que está haciendo una experiencia de avanzada desde hace siete largos años.
La razón principal del viaje, nos cuenta Mónica Acosta, es destrabar las dilaciones del Banco Central, el único de los acreedores de la quiebra de Aurora que no ha acordado los montos indemnizatorios resueltos por el juez y con presupuesto aprobado por la Legislatura fueguina.
Es decir, que a la hora de la verdad, el Banco Central, que depende de la decisión política del gobierno nacional, es la principal traba para que la Cooperativa pueda avanzar en sus objetivos de fabricar sus propios productos. “Si Cristina gana, –afirma la compañera Acosta– va a tratar de garantizar el derecho de la propiedad privada ‘a quienes le pertenecen’, y nosotros somos los primeros que cuestionamos ese derecho, porque nuestro objetivo con la consolidación de la ley de expropiación es acceder a los títulos de propiedad de la planta y las maquinarias”.
El otro objetivo del viaje es una audiencia con el nuevo juez de la quiebra, que no ha intimado como corresponde al Banco Central, ya que “acompasa todo a los requerimientos de la política nacional”.
La Cooperativa Renacer, recordemos, está peleando por los títulos de propiedad de dos plantas de gran tamaño (PL y CM), y de un muelle para contenedores. La dilación del Banco Central, por ejemplo, impide además que se cumpla el acuerdo por el cual la cooperativa cede una de las plantas a la provincia, CM, para la realización de un proyecto educativo, y tiene frenados ofrecimientos para conveniar con el Estado varios proyectos en el muelle de contenedores a cambio de puestos de trabajo para miembros de la recuperada.
Cambios en la producción
Cuentan las compañeras que se han producido cambios importantes desde el punto de vista de la producción en los últimos tres meses. La cooperativa venía trabajando “a fasón” para la empresa Sanyo, con un volumen que daba trabajo a 33 compañeros, y lo producido se repartía entre los 76 integrantes actuales. A partir del incendio de una planta de BGH en Río Grande, que la obligó a tercerizar una parte de la producción, y de un convenio con la empresa Foxman, la cooperativa ha firmado acuerdos de trabajo para la elaboración de 30.000 plaquetas para televisores, y plaquetas para equipos de aire acondicionado.
“Esto nos hizo crujir la estructura de producción –cuenta Acosta–. A la gente la llenó de alegría, pasamos de cobrar 7 pesos por hora a cobrar 14. Tuvimos muchos gastos porque tuvimos que poner en marcha máquinas paradas desde hace muchos años. Hoy somos 100 personas en la fábrica, entre la dotación fija y algunos técnicos que hemos tenido que contratar para resolver problemas puntuales con algunas máquinas.
“Tanto nos cambió la situación, que esto exige del primero al último de la cooperativa que asuma responsabilidades. A partir de la firma de los contratos no hemos podido parar la planta ni un solo día. Inclusive tuvimos una situación con el fallecimiento de un compañero, y no pudimos parar la planta por nuestro atraso en los contratos.
“Ahora en la cooperativa se da otra discusión en cuanto a nuestra participación en las luchas, ya que al tener las necesidades de resolver la producción, vamos viendo cómo dejamos un turno y salimos con delegaciones. Damos la pelea todos los días para no apartarnos del movimiento obrero ocupado de Tierra del Fuego”.
Como parte de esta pelea, Berni cuenta que “La cooperativa discute todos los problemas de la producción, de los salarios, o de cualquier problema, tanto el consejo, como las asambleas. Esto ayuda para que las decisiones sean de todos”, en tanto Inés asegura que “Nosotros seguimos dando la pelea por hacer lavarropas y electrodomésticos, como microondas. La idea es tener la expropiación en regla para largarnos solos. Por ahora se van cumpliendo de a poco nuestros sueños, en esta lucha larga que ya lleva 7 años”.
La mujer tiene que dar la lucha en dos frentes
Sobre la particularidad de las trabajadoras en las empresas recuperadas, Mónica dice que “No conozco la situación en otras recuperadas. En Renacer hubo un protagonismo muy grande, tanto mío como del resto de las compañeras que arrancamos con la Comisión de Lucha. En el comienzo de la lucha el 60% eran mujeres. Tuvimos que lidiar con las intrigas y las divisiones, porque a los compañeros varones los distribuían en distintas plantas. Posteriormente, los puestos de dirección y de organización de la producción, de entrada lo tomamos las mujeres. El varón, como no percibíamos ingresos, tenía que salir a changuear afuera. Ahora está más repartido.
“La convicción de las compañeras era mucha. Muchas tuvieron que enfrentar situaciones jodidas en la casa, con maridos reprochando que ‘van a trabajar y no traen plata’. Muchos pensaron que irse ahí sin cobrar un sueldo era una pérdida de tiempo.
“Nosotras sabemos que la flexibilización laboral es mucho más descarnada en Tierra del Fuego. Hoy arrancan mucho más jóvenes, y tenemos numerosos ejemplos de compañeras que presentaron currículums y no las tomaron. El promedio de edad en Renacer es de 40 años.
“Ha sido una lucha permanente en dos frentes todos estos años, en la fábrica y en la casa. Recién ahora hay un reconocimiento en la sociedad, y que no desvirtuamos en ningún momento los objetivos que nos trazamos. Nos reconocen la coherencia.
“Como nos decía un periodista, hasta hace poco cuando aparecíamos por la casa de gobierno decían, corramos que viene el zurdaje, era una demonización permanente.
“Ahora estamos en una instancia donde la batalla principal la tenemos adentro, luchando contra el economicismo descarnado, y para mantener los principios que nos hicieron fuerte y sólidos y que no se fisuren por las peleas entre los compañeros para ver quién hace una hora extra de más”.
Inés afirma que “Yo estoy en pareja, y en la casa se complica porque son muchas horas. Hay acompañamiento, pero a veces hay problemas. En la fábrica se dan las discusiones de todos los temas. Y vamos a fondo. Yo estoy a cargo de la vigilancia, y ahora tenemos el problema de que algunos compañeros tienen que estar en la parte de producción también. Igual participan muchas compañeras en la vigilancia”.
Y por su parte Berni cuenta que tiene dos hijos grandes y una nieta: “A mí siempre me comprendieron. Desde que empecé la lucha. Yo entré a los 18 a la fábrica, y al mes y medio estaba en una toma de la fábrica. Yo no entendía, pero me metí igual. Mi marido medio se enojó pero a partir de ahí me apoyó, igual que mis hijos, en esta lucha por defender la cooperativa y el trabajo que tenemos”.