1. Gobierno mentiroso
Numerosas fuerzas sociales y políticas venimos confluyendo en las multisectoriales y otras formas de coordinación de la lucha, para enfrentar las brutales consecuencias de la crisis económica y la política kirchnerista que la descarga sobre los trabajadores y el pueblo.
El gobierno sigue negando los despidos y cierres de fábricas. El IndeK miente que la economía creció un 2,6% en febrero, pero las estadísticas señalan una caída mayor al 5,2%, la más profunda desde que se inició la crisis.
Cristina Kirchner deliró ante la CGT que la industria automotriz iba a producir más coches que el año pasado (nadie le contestó). En Rosario, cerró la autopartista alemana Mahle, dejando en la calle a 530 obreros que tomaron la fábrica (ver págs. centrales). La Renault prolongó las suspensiones en su fábrica de Córdoba, mientras los obreros realizaban un paro por aumentos salariales. GM cerró temporalmente plantas en Estados Unidos y México: lo que pasará con la de Argentina se decidirá en Estados Unidos. Igual que la Ford. Y el futuro de las otras terminales automotrices se decide en las capitales europeas o de Japón.
Se agravó mucho la situación. La crisis avanza. Fracasan los planes del gobierno. La canasta familiar superó los $ 4.000, y más de $ 7.000 en lugares como Tierra del Fuego. La inmensa mayoría de los trabajadores está por debajo de esas cifras. 4.800.000 jubilados cobran la mínima, que no llega a $ 800: apenas les alcanza para los remedios y los impuestos. Los planes sociales a $ 150 no alcanzan para nada.
La seca y la política kirchnerista provocaron un desastre agrario. Crece el hambre entre los obreros rurales, campesinos pobres y originarios. Crece el endeudamiento de los campesinos medios, y otros amplios sectores de chacareros: es el camino que los lleva a perder sus tierras a manos de los bancos, grandes terratenientes y pooles. Mientras, el gobierno kirchnerista negocia la candidatura a senador de un puntero del oligarca sojero-aceitero –senador K– Urquía.
2. La gangrena de la deuda
El agravamiento de la crisis achica los ingresos reales de la “caja K”, cada vez más atada al robo de los fondos de los trabajadores en el Anses, al que están vaciando. Ahora trajo fondos que las ex AFJP habrían colocado en el extranjero. Sería bueno si fuera para un aumento de las jubilaciones. Pero los trajo para robárselos.
La política de los Kirchner de pagar la deuda pública desvía gran parte de los ingresos fiscales a esa deuda ilícita y fraudulenta. Este año y el próximo, esos pagos sumarán 126.000 millones de pesos.
Islandia, Polonia, Ucrania, Letonia, Hungría, entre muchos otros países, ya han dejado de pagar sus deudas. Billones de dólares de deudas de grandes bancos y empresas que han quebrado en Estados Unidos, Europa, China y Japón, han sido absorbidas por los Estados de los países imperialistas. Bueno, que carguen en esas cuentas la deuda odiosa de la Argentina, contraída por la dictadura para la compra de armas para la guerra con Chile, la deuda fraudulenta de los negociados de Menem y Cavallo, y luego de De la Rúa y Cavallo, en las “renegociaciones” y “blindajes”. Las investigaciones de Alejandro Olmos y el juez Ballestero demostraron que eran pura estafa.
La política kirchnerista de pagarle a los usureros es una gangrena enorme que desangra el país, en el momento en que necesita concentrar todos sus recursos para hacer frente a la crisis.
3. La gobernabilidad del sistema
Para garantizar su objetivo de hacerle pagar la crisis al pueblo, las clases dominantes buscan frenar la creciente rebeldía obrera, sacar a los chacareros de las rutas, impedir la unidad en las multisectoriales, y acabar la democracia directa que desde 2001 amenaza su gobernabilidad. Acuerdan en eso, y también acuerdan en que la disputa entre ellos por el reparto del poder y las “cajas” –que decide quiénes serán los más privilegiados frente a la crisis– se defina en el terreno electoral.
El grupo de burguesía intermediaria kirchnerista y sus socios imperialistas y terratenientes, maniobra para seguir siendo la mejor opción para la gobernabilidad del sistema. Para eso, adelantó las elecciones a junio, y arma listas de candidatos “testimoniales”, en las que figurarán Kirchner, Scioli y otros gobernadores, ministros e intendentes, que serán los votados pero no van a asumir.
Al gobierno le va mal con ese plan electoral. El rechazo a las candidaturas “testimoniales” llega al 70% en Buenos Aires y el 80% en Santa Fe. Más del 85% de la población siente que hoy están peor que antes. Los que afirman estar bien no llegan al 1%, mientras los embroncados o disgustados se arriman al 90%. Crece la imagen negativa de los Kirchner, y arrastran hacia abajo a los que comparten lista con ellos. Hay lugares del país en los que el apoyo a los Kirchner cayó al 0% (cero).
Luego de las elecciones, cuando lleguen, como se prevé, grandes olas del tsunami de la crisis, el gobierno prepara un gran ajuste: despidos, tarifazos, congelación de salarios y “mano dura” con las protestas sociales (por eso el subsidio de $ 600 llega hasta junio), impuestazos, etc.
Para ese ajuste, los K confían en mantener el aval del Congreso que recién se renovará en diciembre. Ya están negociando ese ajuste con el FMI y los otros Bancos de la usura imperialista, para eso el presidente del Banco Central y el ministro de Economía pasan más tiempo en el extranjero que aquí. Las provincias tendrán que arreglarse con “patacones” y otros “pesos basura” (Buenos Aires ya los tiene impresos, otras como Córdoba los preparan).
Otros planes
Los grupos de poder rivales de los que sostienen al kirchnerismo, consideran que el gobierno kirchnerista podría “salir debilitado” de las elecciones, e incluso “aumentaría el riesgo de que la Presidenta no terminara su mandato” lo que llevaría a “una transición política agitada”, (dice la publicación inglesa The Economist, reproducido en La Nación, 25/4). Y para esa situación de “ingobernabilidad”, algunos de estos grupos preparan recambios institucionales, con “gobiernos de transición”, que aplicarán otros planes de ajuste: devaluación que será un “hachazo” a los salarios y jubilaciones, “mano dura” con las protestas, renegociación de la deuda externa, etc. Por eso, hay muchos candidatos que critican “detalles” odiosos del gobierno, pero no hablan de lo que van a hacer frente a la crisis, la deuda, etc. Y cuando hablan, sinceran que piensan acordar con el FMI y el Club de París.
Por lo que hace y lo que prepara el kirchnerismo, y por lo que preparan algunos de sus opositores dentro del sistema, estas elecciones no van a resolver nada a favor del pueblo. Son parte de una gran maniobra para dividirlo y sacarlo de las calles y las rutas. El kirchnerismo recauchutando a un gobierno desgastado, y sus rivales “perfumando” su relevo.
4. Para enfrentar la crisis
La gran divisoria de aguas de la política nacional sigue siendo quién paga la crisis: los de arriba o los de abajo. Con las elecciones, los de arriba tratan de dividir a fuerzas muy amplias que nos hemos unido para impulsar la lucha obrera, campesina, estudiantil, y en las multisectoriales. Hay que mantener y profundizar esa unidad, antes y después de las elecciones.
Las luchas de los mecánicos, metalúrgicos, la concentración de 10.000 petroleros en Neuquén, el paro de los bancarios por encima de la “conciliación obligatoria”, van mostrando que no hay salida sin luchar contra el despido de los contratados. Negociar subsidios temporales y rebajas salariales para los efectivos es un camino que divide y debilita a los obreros, para que las patronales apliquen sus planes de despidos masivos, rebajas de salarios y cierres.
Frente a la crisis, el único camino para parar los despidos y cierres, y conquistar aumentos salariales, es ocupar las fábricas y ponerlas en producción. Con los ejecutivos adentro (como están haciendo los obreros franceses), como hicieron en la Argentina las luchas históricas de Perdriel en Córdoba y de la Ford en Pacheco. Y arrancarle al gobierno las condiciones necesarias para producir.
Es el camino de profundizar la lucha agraria para imponer la segmentación de las retenciones y créditos subsidiados que garanticen los salarios de los obreros rurales, y a los chacareros, la siembra, y el ciclo de la producción ganadera y de las economías regionales.
Es la vuelta atrás de los tarifazos, el inmediato aumento de las jubilaciones y los planes sociales, haciendo extensivos esos planes a todos los desocupados.
Es un plan de utilización de todos los recursos estatales y la movilización popular para liquidar el dengue. Y garantizar presupuestos en salud, educación, vivienda y medioambiente para garantizar esos servicios al pueblo.
Es imponer el no pago de la deuda pública fraudulenta, junto a medidas que golpeen a los monopolios, especialmente a los imperialistas, y a los grandes terratenientes y pooles.
Es posible lograr esos objetivos torciéndole el brazo a la política kirchnerista. Lo que exige avanzar en la recuperación de las organizaciones obreras, multiplicar la unidad de trabajadores, chacareros y las masas populares en las multisectoriales, y trabajar en su coordinación para impulsar un paro nacional obrero, campesino, estudiantil y popular.
Ese camino, también crea condiciones –si las elecciones precipitan el desemboque de una crisis institucional– para que el pueblo pueda terciar, con su propio programa, para imponer un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, basado en las multisectoriales, que barra con el poder oligárquico-imperialista y abra paso a uno nuevo, que garantice una revolución de liberación nacional y social, en el que pugnaremos para que marche, de manera ininterrumpida, a una sociedad sin explotadores ni explotados.