El miércoles 6/5, cuando vencía la conciliación obligatoria, hubo gran expectativa en la masa petrolera de toda la región. Sobre todo en Cutral Co, donde pese a los continuos llamados del gremio a quedarse en sus casas hasta que haya novedades, cientos de trabajadores se establecieron en la sede del Sindicato y en las afueras durante todo el día, a la espera de las negociaciones que se hacían en Buenos Aires. En los medios locales, muchísimos mensajes convocaban a concentrarse, de no haber solución, en la torre de Plaza Huincul, emblemática de las puebladas del ‘96 y ‘97.
Las negociaciones se habían empantanado, y cerca de las 22, el Sindicato llamó al paro que comenzó a concretarse en todos lados afectando la producción. En los yacimientos comenzaron a paralizarse los equipos de bombeo, y a sacar presión de los gasoductos que van hacia Buenos Aires. El paro y el corte de provisión en los gasoductos era inminente.
Como ocurrió con la lucha de los obreros de Pride, y de los petroleros contra el impuesto a las ganancias, la alarma en el gobierno nacional no se hizo esperar. Cristina Kirchner, a las 2 de la madrugada lo llamó a Pereyra (Sec. del gremio petrolero) para frenar la lucha que amenazaba con desbordar la situación. De Vido convocó a una reunión urgente en su casa, con gerentes de las empresas –entre ellos estuvo Eskenazi–, dirigentes gremiales, la subsecretaria de Trabajo, Rial, y funcionarios de Neuquén y de Nación. Allí se hizo un acuerdo, donde las empresas se comprometieron a subir 10 equipos de perforación: seis de Repsol, dos de Petrobras, uno de Apache, y uno entre Enarsa y la empresa provincial de Neuquén. En un mes subirían otros diez equipos, y los 3.000 suspendidos se incorporarían a sus tareas.
Un paso al frente
No hubo acta. A las 3 de la mañana se levantó el paro. Al día siguiente Pereyra viajó a Neuquén, y fue directamente a Cutral Co a explicar el acuerdo y a enfriar los ánimos.
Una parte importante de la masa petrolera tiene mucha desconfianza en lo que dice Pereyra y en este acuerdo. La situación es tal, que el mismo Pereyra tuvo que decir que el paro se suspendía, se mantenía el alerta y no estaba levantado.
El clima que se vivía entre los petroleros y en las localidades de Plaza Huincul y Cutral Co, hacía recordar los momentos previos a las puebladas del ‘96 y el ‘97.
Hay claridad en la masa de no volver a sufrir la experiencia del ‘92 con la privatización de YPF. También sigue fresco en la memoria, el camino de lucha que impusieron las puebladas. Esto hizo retroceder a las operadoras de área y al gobierno, que a través del Ministerio de Trabajo le permitió acogerse al preventivo de crisis y suspender a miles de trabajadores. Con este acuerdo pusieron un parche para tirar hasta las elecciones del 28 de junio. Pero el futuro no está claro, Pereyra habla de acuerdo hasta fin año, pero esto es muy poco creíble. El acuerdo se ha aceptado con mucha desconfianza en lo que van a hacer las empresas y lo que afirma Pereyra.
La enorme concentración de los petroleros del 23/4 y este paro, hicieron retroceder las imposiciones de las empresas y del gobierno. Hay alerta y un primer round ganado, que no es poco, frente al escenario que se avecina. Los trabajadores petroleros dieron un paso al frente.