Con el déficit habitacional que existe, y lo caro de las viviendas, gran expectativa ha despertado el anuncio de nuevos créditos hipotecarios, lanzado por el gobierno con la plata del Anses (de los jubilados) a ser otorgados a través del Banco Hipotecario (al antiguo Nacional privatizado con participación del Estado).
La expectativa creada es semejante a la que se dio hace un par de años con el anuncio de los préstamos para inquilinos. Y no hay demasiadas garantías que no se vaya a terminar igual.
Primero que para poder empezar a gestionar hay que demostrar un ingreso neto (es decir, que tiene que ser “en blanco”) de 2.000 pesos mensuales. O sea que, de entrada nomás, quedan afuera el 40% de los trabajadores que están “en negro”, aparte de los que cobran menos de esa cifra en blanco y de casi el 80% de los jubilados que cobran la mínima (un matrimonio de jubilados que cobren la mínima, no llegan a $2.000). Pero, además, quedan afuera los que no dispongan de un 30% del monto de lo que quieran comprar, ya que el crédito cubriría “hasta un 70% del valor de la vivienda”.
El monto que se recibiría en préstamo (para quienes puedan demostrar un ingreso mínimo neto de $2.000), apenas alcanzaría para una casa precaria según los valores vigentes en la Capital Federal: $55.000 (para comprar una vivienda usada es todavía menos: $51.500). Recién a partir de poder demostrar un ingreso neto de $5.000 se puede pensar en obtener un monto que alcance para un departamento de 2 ambientes: para uno nuevo, el 70% sería $138.000 (para uno usado, $128.000).
Finalmente está el tema del costo de la cuota que no es menor, porque los préstamos son a una tasa de interés efectiva que, aunque fija, es usuraria: un 18% anual. En el caso de un ingreso neto de $2.000, la cuota mensual a pagar es de $850. Es decir que, en este caso, aparte de tener que disponer el 30% para poder entrar (unos $23.000 para un préstamo de $55.000), le van a quedar para subsistir apenas $1.150. Recién a partir de una ingreso neto de $5.000, aunque la cuota se eleva a $2.100, se puede decir que le quedan $2.900 para poder vivir (si es que no tiene que tomar otro préstamo para pagar el 30% del valor de la vivienda que no le cubre el crédito hipotecario que tan “generosamente” Cristina le ofrece).
En definitiva, “mucho ruido y pocas nueces”. Son créditos a los que solo podrán acceder personas de ingresos medios y altos, lo que es una pequeña minoría. Y que son pocos los que podrán acceder, lo dicen también los ejecutores del “plan”: la cantidad de dinero que dispondrían este año, si es que no se corta después de las elecciones, sería un total de $1.200 millones, es decir apenas unos 6.000 préstamos, calculando un promedio de $200.000 por vivienda (entre los que van de $110.000 para los que tienen $4.000 de ingreso neto, y $300.000 para los que tienen más de $11.000 de ingreso neto).
02 de octubre de 2010