Mi nombre es Elena Quintana soy de la comunidad qom de Rosario y pertenezco a los Pueblos Originarios en Lucha.
—¿Cómo se vienen preparando para este 3º Encuentro en Jujuy?
—Muy contentos. Con unos preparativos bárbaros. Nosotros fuimos los auspiciantes en Rosario del 1º Encuentro y del pre encuentro regional de pueblos y naciones originarias. Me parece muy buena idea ésta que surgió de hacer encuentros de originarios para expresar nuestras diferencias y expresar nuestra lucha en distintos lugares del país. No es lo mismo a una convocatoria que haga el gobierno en donde no tenemos ni voz ni voto. Porque desde el gobierno nacional no hay plan para los originarios ni para los pobres. En la ciudad de Rosario hay más de 100 villas donde viven originarios y criollos y ni siquiera para los criollos, la propia sangre de la presidenta, tiene un plan. Por eso el encuentro me parece muy bueno porque charlamos, nos expresamos, hablamos, nos conocemos las diferentes modalidades de lucha y vemos cómo enfrentar a este gobierno, porque es diferente el tipo de lucha. Nosotros en la ciudad estamos pidiendo una vivienda en donde poder vivir, donde nuestros hijos estén refugiados. Yo vivo en la ciudad y soy una desocupada más, me quitaron la palabra “originario” de la boca y estoy rescatando lo que es mi cultura y mi tradición.
—¿A ustedes les sirvió que se hiciera el 1º Encuentro en Rosario?
—Nosotros somos los más preocupados en eso, trabajamos desde la organización, tenemos en la calle casi 1.500 personas. Llegamos casi a los 3.000 en diferentes zonas, en las dos comunidades más grandes que tenemos en Rosario. Es preocupante porque tenés la familia del originario que tiene 10 hijos y vive en una casilla con dos habitaciones, después los chicos crecen, empiezan a tomar terreno y cuando agarran terreno el funcionario que está de turno te mira y porque sos negro te reprime, te pega. Ellos no se ponen a investigar la ley de originarios en donde dice que a nosotros nos deben tierras y encima las tierras que estamos tomando son la parte nuestra… y cuando tomamos nuestra propia tierra nos reprimen.
Desde allí empezamos a enfrentar a este gobierno, y venimos luchando día a día.
Nosotros planteamos tierra, territorio, una vivienda digna, trabajo, salud para nuestros hijos porque vemos que la única opción que nos deja el gobierno es estar en una esquina drogándose y queremos que tengan la oportunidad de ser personas con derechos.
El orgullo de ser originaria
“Yo empecé a pelear desde muy jovencita desde que tenía 15 años. La verdad es que me golpeó mucho vivir en la miseria. Yo no sabía que era originaria. Vivía en la calle y a la larga fui a parar a un convento de monjas y ahí me dolió mucho enterarme.
Me sentía diferente, me hacían sentir diferente porque tenía otro color de piel, tenía otros rasgos, y me decían que yo era una india. Entonces yo me puse a investigar y a investigar. Lo de las clases sociales, el genocidio étnico que te critica, que te margina, te discrimina y hace que muchas veces retrocedas y ocultes tus orígenes. Fui entendiendo y ahora con mis 27 años ya sé quien soy. Tengo dos hijas y no quiero que les pase lo que me pasó a mí ni que sufran miseria.
Mis hijas se están criando con mujeres que son de la comunidad y les están enseñando el dialecto, la cultura, todo lo propio. Porque yo le preguntaba a mi mamá por qué no me contó que yo era aborigen, y ella me contestaba que tenía miedo de que me discriminaran, que no me dejaran entrar a la escuela, que no me dejaran hablar, porque el mismo idioma a veces te da vergüenza expresarlo. Pero a mí me duele no haberme enterado desde chiquita, creo que me hubiese ahorrado muchas lágrimas.
Ahora ya sé quien soy, estoy contenta y feliz de saber mis orígenes. No necesito pedirle nada a nadie, lo que necesito es luchar con mis hermanos y exigirle al gobierno que cumpla con lo que promete.