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26 de junio de 2013

Familiares amigos y usuarios realizaron un acto en Castelar, en la plaza Cumelen, donde fueron plantados 52 árboles, uno por
cada víctima.
 

16 meses de la masacre de Once

Acto en Castelar, provincia de Buenos Aires

Frente a los talleres ferroviarios y con la presencia de familiares del accidente ocurrido en Castelar el 13 de junio se leyó un documento muy crítico al gobierno nacional y sus políticas en materia de transporte y seguridad. Con la presencia en el escenario de Eva, la mamá de Luca, el nene de 4 años al que en el hospital Posadas se le salvó un pie destrozado el 13 de junio se dio comienzo a la lectura por parte como siempre, de Paolo Menghiny y Maria Lujan Rey.

Frente a los talleres ferroviarios y con la presencia de familiares del accidente ocurrido en Castelar el 13 de junio se leyó un documento muy crítico al gobierno nacional y sus políticas en materia de transporte y seguridad. Con la presencia en el escenario de Eva, la mamá de Luca, el nene de 4 años al que en el hospital Posadas se le salvó un pie destrozado el 13 de junio se dio comienzo a la lectura por parte como siempre, de Paolo Menghiny y Maria Lujan Rey.
“Creímos que la tragedia de Once había sido un punto de inflexión. Pensamos que todos aprenderíamos de las vidas cercenadas, de los heridos con lesiones físicas y psicológicas prácticamente irrecuperables. Pero eso quedó en nosotros, en los que sufrimos, en los usuarios y en los trabajadores. Las esferas de decisión política eligieron otro camino”, dijeron los familiares en el documento leído durante el acto.
“Señora presidenta, una vez más, hubiésemos esperado otra reacción de su parte. Es muy doloroso escucharla decir que lo sucedido, la muerte de tres inocentes y las heridas sufridas por más de un centenar de personas le producen ‘un poco de bronca e impotencia’. A la ciudadanía, muertes tan absurdas le generan toda la indignación posible y todo el dolor que puede soportar un corazón. No solo un poco. Lo vivido el jueves 13 no es ‘una paradoja de la vida’ que se enfrenta a buenas noticias”, agregaron.
La de Castelar “es otra tragedia anunciada, la segunda en 16 meses, y somos nosotros quienes, en la que usted denomina la ‘década ganada’, tenemos 55 vidas de inocentes perdidas”, lamentaron. Asimismo, recordaron que el gobierno “cambió a los Cirigliano por los Roggio y Romero, administradores del pésimo servicio en los subterráneos. Creyeron que con modificaciones estéticas y cambios de vías iba a alcanzar, y seguimos llorando muertes”.
En ese sentido, remarcaron que “este gobierno no nos escuchó. No quiso hacerlo. Eligieron hacer lo mismo que antes del maldito 22 de febrero: cerrar los ojos y los oídos, encerrarse en lo que ellos creían y nunca abrirse a escuchar lo que se les decía. Optaron por mantener trenes en funcionamiento como los que colisionaron el día 13 de junio. El chapa 19, carcomido por el óxido y la desinversión o el chapa 1, refaccionado en la empresa de los corruptos hermanos Cirigliano. A los empresarios culpables de la masacre se le sigue llenado los bolsillos pero de seguridad para los usuarios, nada”, expresaron.
Los allegados a las víctimas hicieron hincapié en que avisaron que “no alcanzaba con los trenes celestes, con los plasmas en las estaciones, con carteles como el de ‘Once Station’. Pusieron a los talleres en una crisis absoluta, sin las más básicas condiciones de funcionamiento, teniendo hoy a los trabajadores en estado de alerta permanente”.
Cargaron en particular contra el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, y el secretario del área, Alejandro Ramos, porque “no supieron escuchar. Armaron una comisión supervisora dándole lugar a hombres del ministro (de Planificación Federal, Julio) de Vido y sumando al Ministro y Viceministro de Economía. Un autocontrol de gestión ridículo”.
“Tristemente todos menos ellos sabíamos que esto se iba a repetir, porque en vez de invertir en seguridad en los vagones, decidieron invertir en estética. Y se equivocaron. Señores: ni la pintura ni los asientos nuevos, salvan vidas”, plantearon, para luego revelar que “en las últimas semanas las invitaciones incluyeron promesas de ayuda a condición de concurrir a sus despachos, en una muestra de lo miserables que pueden ser”.