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12 de agosto de 2015

1919: La semana de enero (5)

 
El viernes 10 de enero de 1919, estaba en curso la huelga general (con bocetos insurreccionales) más grande de nuestra historia. El gobierno de Yrigoyen, por un lado, negociaba el levantamiento de la huelga con los dirigentes de la central obrera mayoritaria, la FORA del 9 Congreso –hegemonizada por los sindicalistas- y, por el otro, arreciaba con la represión.

 
El viernes 10 de enero de 1919, estaba en curso la huelga general (con bocetos insurreccionales) más grande de nuestra historia. El gobierno de Yrigoyen, por un lado, negociaba el levantamiento de la huelga con los dirigentes de la central obrera mayoritaria, la FORA del 9 Congreso –hegemonizada por los sindicalistas- y, por el otro, arreciaba con la represión.
Los sindicalistas trataban de limitar la huelga a los aspectos reivindicativos, particularmente lograr la reincorporación de los despedidos del Taller Metalúrgico Vasena, y la liberación de los huelguistas presos. En cambio, la FORA del V Congreso, donde predominaban los anarquistas, planteaba que el pueblo “estaba para más”, como escribe Otto Vargas en el tomo 2 de El marxismo y la revolución argentina: “impulsaba con todas sus fuerzas la huelga general, exigiendo, como condición para levantarla, la liberación de todos los presos políticos y sociales (lo que incluía la libertad de los anarquistas Simón Radowitzky —ajusticiador del Coronel Falcón— y Apolinario Barrera”.
Ese 10 de enero, al tiempo que se multiplicaban los enfrentamientos con las fuerzas represivas en toda la ciudad de Buenos Aires, con barrios enteros controlados por los huelguistas, la huelga se extendía por distintas ciudades del país, la dirección de la FORA del 9, en votación dividida, acordaba con el gobierno levantar la huelga a cambio de obligar a la empresa Vasena a aceptar las exigencias obreras, y liberar a los detenidos sin formación de proceso judicial. Un sector minoritario propuso seguir con la huelga.
La Federación Obrera Marítima, poderoso gremio que estaba alineado con la FORA del 9, mantenía una huelga parcial, lo que debilitaba la huelga general. Los sindicatos autónomos (Federación Nacional de Obreros y Empleados del Estado; Unión de Cocheros, Lacayos y Afines) llamaron a solidarizarse con la huelga general. 
Los socialistas y sindicalistas poseían “el cuasi monopolio de dirección en los sindicatos de la industria del mueble y en la construcción de vehículos y en la rama de la imprenta” dice Bilsky. Los anarquistas dominaban en la alimentación, la construcción, profesiones ornamentales (joyeros) y eran fuertes en el vestido; dirigían a los portuarios y estibadores; los gremios de conductores de carros y la Unión de Choferes. En metalúrgicos, calzado, industrias químicas, se equiparaban las fuerzas de sindicalistas y anarquistas. El sábado 11 de enero la FORA del 9 anunció que había llegado a un acuerdo con el gobierno y que levantaba la huelga general. Pese a esto, la huelga se mantuvo y se generalizó nacionalmente. En la vecina Montevideo también entraban en huelga.