Noticias

13 de octubre de 2021

Centenario de las grandes huelgas de Santa Cruz (nota 3)

1920: Se levantan los obreros rurales

Se cumplen 100 años de las gloriosas huelgas santacruceñas, que conmovieron el país entre octubre y diciembre de 1921. Reprimidas a sangre y fuego por el ejército enviado por el gobierno radical al servicio de los terratenientes y los imperialistas, son una de las páginas imborrables de la lucha obrera y popular, y sus mártires siguen siendo bandera en la lucha por la revolución.

En noviembre de 1920 arrancó una de las luchas más heroicas del movimiento obrero en nuestro país, con el levantamiento de los trabajadores rurales de las estancias patagónicas. Los trabajadores del campo, reunidos en Río Gallegos para reclamar la libertad de Antonio Soto, secretario de la Sociedad Obrera y otros presos por orden del gobernador interino y a la vez gerente de la Sociedad Rural, hicieron un pliego de reclamos que fue rechazado por los dueños de las estancias, quienes plantearon que iban a “Tratar directamente con el personal de sus respectivas estancias”.

En esos días de noviembre, mientras la Sociedad Obrera rechazaba la pretensión patronal y se organizaba la huelga en las estancias, a Soto lo apuñalaban una noche en Gallegos, salvándose porque el cuchillazo fue a dar en el reloj que llevaba en el bolsillo.

La modalidad de la huelga en las estancias era que el grupo de huelguistas se iba trasladando por ellas, levantando a los peones, y tomando víveres y caballos en cada una de ellas. La represión por parte de la policía fue feroz, y hubo desde el inicio varios enfrentamientos, ya que los huelguistas estaban armados, y más de una vez emboscaron a las fuerzas policiales y a los rompehuelgas reclutados por la Asociación de Libre Trabajo.

Ya en los últimos días de 1920 se recuerda el combate de El Cerrito, en donde son tomados de rehenes un comisario de apellido Micheri, y el agente Pérez Millán Temperley. Este funesto personaje sería el asesino –en 1923– del anarquista alemán Kurt Wilckens, que había ajusticiado al teniente coronel Varela, el fusilador de los obreros patagónicos. Millán Temperley sería a su vez asesinado en 1925 por otro anarquista, Esteban Lucich, que al momento que le disparaba en el Hospicio Vieytes, donde estaba recluido evitando la cárcel, le dijo: “Esto te lo manda Wilckens”.

“Los líderes de la huelga de 1921 en el campo fueron José Aicardi, “el 68” (un ex presidiario de Ushuaia, italiano, llamado así porque ése era su número de penado), Alfredo Fonte, alias ‘el Toscano’, también italiano –ambos hombres de a caballo– y dos argentinos, Bartolo Díaz y Florentino Cuello, el ‘gaucho Cuello’, entrerriano. Todos hombres de acción. Junto a ellos dirigían anarquistas y luchadores obreros chilenos, rusos, norteamericanos, escoceses, alemanes, uruguayos y paraguayos, españoles y hasta un negro portugués”, recuerda Otto Vargas en El marxismo y la revolución argentina, tomo 2. El 30 de diciembre de 1920 desembarcaban en Puerto Deseado los primeros 60 marinos enviados por Yrigoyen.

Durante diciembre de 1920, los peones, que sumaban ya cerca de 400, recorrían las estancias enfrentando las partidas policiales y a los rompehuelgas. Recordemos que el pliego de reivindicaciones planteado en el “Convenio de capital y trabajo” contenía reclamos elementales como que en una pieza no duerman más de tres hombres y que tuvieran “cama o catres, con colchón”, que el patrón provea de velas, que el “sábado a la tarde será única y exclusivamente para lavarse la ropa los peones”, y que el pago fuera en moneda nacional. El punto de la discordia fue el 4, por el que los obreros planteaban no sólo el reconocimiento exclusivo de la Sociedad Obrera como representante de los obreros, sino “la designación en cada una de las estancias de un delegado que servirá de intermediario en las relaciones de patrones con la Sociedad Obrera, y que estará autorizado para resolver con carácter provisorio las cuestiones de urgencia que afecten tanto a los derechos y deberes del obrero como del patrón”.

Como la huelga se extendía por todo el territorio santacruceño, y varios de los líderes, como “El 68” y El Toscano, lo que no tenían de oradores lo tenían de resueltos, y eran hombres de “armas tomar” como se decía, los estancieros a comienzos de diciembre de 1920 contraofertaron un pliego donde aceptaban la mayoría de los reclamos, hasta los delegados, pero que los mismos “se designarán por los obreros de cada estancia de común acuerdo con cada patrón tomando en cuenta su antigüedad y conducta; en todo caso con recurso del patrón de interponer su rechazo ante la Sociedad Obrera y también con la reserva de su parte de que tal cargo no significa o autorice su estabilidad dentro del personal”.

El 4 de diciembre de 1920 Antonio Soto pone a consideración de una nutrida asamblea la propuesta patronal, planteando que hay que rechazarla y continuar con la huelga hasta el logro de la totalidad de los reclamos. En la asamblea se produce una profunda división entre Soto, que encabeza al sector anarquista, y los sindicalistas que siguen la orientación de la FORA del 9° Congreso. Esta división, dice Otto Vargas en El marxismo y la revolución argentina, Tomo 2, “sería fatal para la suerte del movimiento huelguístico”, ya que los sindicalistas se opondrían a continuar la huelga, y los estancieros “utilizarían a fondo esa línea”.

 

Hoy N° 1885 13/10/2021