El 10 de diciembre se conmemoraron los 25 años del “retorno a la democracia”. Se recuerda así la fecha de asunción del gobierno de Alfonsín en 1983.
La dictadura militar, que en 1976 instauró el terror fascista y dijo que tenía “objetivos pero no plazos”, siete años después tuvo que dejar el gobierno acorralada por la lucha heroica del pueblo argentino.
Pero como el pueblo no pudo imponer el derrocamiento de esta dictadura, la misma pudo negociar su retirada en lo que se llamó una “salida negociada”. Por esto, porque como dijo el PCR en ese entonces, no se logró “que no quede piedra sobre piedra” de la dictadura, esta democracia surgió condicionada. En efecto, tras la derrota por el imperialismo inglés en la guerra de Malvinas, se produjo una profunda división en las Fuerzas Armadas, que eran el sostén de la dictadura, y ésta, ya no pudo quitarle al pueblo el amplio espacio legal que ganó con motivo del gran movimiento patriótico que se había desarrollado entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982. Sin embargo, faltando una articulación de la oposición que permitiera a la lucha de las masas una salida revolucionaria, la dictadura pudo elegir el camino de su retirada, negociándolo con los dos grandes partidos burgueses, el radicalismo dirigido por Alfonsín y el Partido Justicialista, que se comprometieron a mantener todo el cuerpo de decretos y “leyes” de la dictadura preservando la “continuidad jurídica” del régimen oligárquico-imperialista.
Las elecciones del 30 de octubre de 1983, que dieron el triunfo de Alfonsín, fueron proscriptivas. Todavía el PCR siguió proscrito y su secretario general, Otto Vargas, con orden de captura por un juicio iniciado por la dictadura; recién un año después, en 1984, se derogó el decreto de la dictadura que nos proscribía y entonces el PC nos hizo juicio para impedir que utilicemos el nombre.
La lucha popular y democrática ha arrancado muchas conquistas en estos 25 años, pero aun hoy la mitad de las leyes que nos rigen siguen teniendo su origen en la dictadura, incluida la mal llamada ley de “defensa de la democracia” impuesta en 1983.
Es decir, cumplimos 25 años de una democracia que continúa siendo condicionada, una democracia más formal que verdadera, que admite los cambios de gobierno dentro del régimen oligárquico-imperialista, pero no el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Como resumieron su experiencia los revolucionarios de 1890: no basta mudar de gobernantes, lo que hay que cambiar es el régimen. Esta es la tarea que quedó inconclusa en 1983 y en 2001, que hoy tenemos que conquistar.
02 de octubre de 2010