El 28 de junio de 1969, se desató una brutal represión policial en el bar StoneWall de Nueva York. Esto generó una amplia solidaridad popular con la comunidad homosexual, harta de la persecución y la política represiva del Estado imperialista yanqui. Esto se dio en un contexto mundial convulsionado, en una feroz disputa interimperialista, principalmente entre EEUU y el socialimperialismo soviético, la Revolución Cubana, durante la Revolución Cultural China, el Mayo Francés, las luchas antidictatoriales en Latinoamérica y el movimiento democrático contra la guerra en EEUU.
En los años siguientes se fueron consolidando distintas agrupaciones LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) con el objetivo de visibilizar la existencia homosexual, combatir la homofobia y luchar por leyes igualitarias, resumido en la consigna» ¡Salgamos del armario, a las calles!».
Origen de la represión
La represión, persecución y disciplinamiento de los comportamientos sexuales no heterosexuales en la modernidad comienza en el siglo XIX en Inglaterra. En 1885 el parlamento sanciona una ley que derogaba la pena de muerte para los actos de “sodomía” (comportamiento homosexual relacionado a los varones gays, concepto de origen bíblico de la ciudad de Sodoma). La legislación posibilitaba la sanción de toda “conducta homosexual” o el intento de llevar acabo conductas homosexuales. Por lo tanto, el Estado asume el derecho de vigilar, controlar e investigar cualquier acto que realizaran los particulares sospechosos de conductas “indecentes”. Esta ley sella el compromiso entre el capital y el Estado en la persecución y condena de las conductas sexuales no heterosexuales y principalmente no reproductivas.
El nacimiento del capitalismo encuentra en el patriarcado un aliado central para la construcción de su modelo de acumulación, y esta legislación represiva es una muestra más de cómo la heteronorma se impone al conjunto de la sociedad como lo “normal” y, por lo tanto, como modelo social/sexual hegemónico. De ahí en adelante los miembros de la sociedad que se sintieran atraídos por el mismo sexo debieron continuar sus prácticas de manera más clandestina, en la oscuridad y bajo la amenaza constante de enviar al manicomio o a prisión bajo trabajos forzados de por vida. Con esto comienza la resistencia de lo que más adelante se convertirá en el movimiento LGBT.
El movimiento LGBT y el movimiento obrero
Cincuenta años antes, la recién nacida Unión Soviética fue el primer Estado moderno en despenalizar la homosexualidad, sacando del Código Penal el “pecado” de la sodomía. Se garantizó el derecho al divorcio y vale decir, que la URSS también fue el primer país en legalizar el aborto, entre otras libertades democráticas. Años más tarde, previo al inicio de la Segunda Guerra Mundial, se retrocede en estas conquistas. La posterior restauración capitalista consolidó este retroceso y convirtió a la URSS en una potencia imperialista, hoy presidida por Putin, con mucha “homofobia” y represión hacia la comunidad LGTB. También el movimiento obrero, a lo largo de los últimos años, adoptó políticas que apoyan al movimiento LGTB y la lucha por la igualdad.
En Gran Bretaña un grupo de jóvenes militantes por los derechos de la comunidad LGBT en la década de los 80, decidieron formar un fondo de huelga con los mineros que se encontraban en una histórica lucha contra el ajuste del gobierno conservador de Thatcher. Crearon el movimiento Gays y Lesbianas en Apoyo a Los mineros y salieron a recolectar donaciones del pueblo. Este movimiento sostuvo que su lucha estaba hermanada con la de los mineros debido a que ambos enfrentaban los mismos enemigos, a saber, la policía que los reprimían y encarcelaban, los medios que los estigmatizaban y al gobierno de Thatcher que les negaba sus derechos.
Otro interesante ejemplo histórico de los dos movimientos trabajando juntos de la mano fue el boicot a la cerveza Coors en San Francisco, organizado a principios de la década de 1970, por el Sindicato de Camioneros.
El activista gay Harvey Milk se unió a la campaña de los Camioneros. Tuvo éxito en la organización de la presión desde la comunidad y en los bares y clubes gays para conseguir que dejaran de vender cerveza Coors. El boicot fue un éxito y ambos movimientos se fortalecieron. A través de este esfuerzo común, los Camioneros de San Francisco dieron más apoyo y simpatizaron con los objetivos políticos de la comunidad LGBT.
En nuestro país, bajo la dictadura genocida se fue gestando un movimiento democrático, que jugó un rol clave para la retirada de la dictadura, y que una vez recuperada la democracia, dio un salto en su masividad e influencia política. Esas reservas democráticas están en lo profundo de las nuevas generaciones que se vuelcan masivamente a la calle, como se ve frente a los ataques a los Derechos Humanos por parte del gobierno de Macri.
Las Madres de Plaza de Mayo fueron las primeras en solidarizarse con el naciente movimiento LGBT de Argentina, vinculándose con Carlos Jáuregui, fundador de la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) y otras organizaciones, quienes encabezaron la primera marcha del orgullo en el país, bajo la consigna: “En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política”.
La lucha del movimiento LGBT lejos de agotarse, tiene mucho que conseguir. Recordemos que recientemente fue retirado de la OMS (Organización Mundial de la Salud) la transexualidad como un trastorno mental.
En nuestro país, el movimiento LGBT viene de importantes conquistas. En el año 2010 se aprobó en el Congreso le ley de Unión Civil entre personas del mismo sexo, conocida como de Matrimonio Igualitario. Fue un triunfo de la movilización popular, en particular del movimiento LGTB, que logró arrancarle la ley al entonces gobierno de Cristina Kirchner. Posteriormente, y con el impulso de esta lucha, se ganó la Ley de Identidad de Género, la primera en América Latina y la mejor de su tipo a nivel mundial. Hoy sigue vigente la pelea por su plena implementación. Recientemente se conoció la primera condena por odio de género y el reconocimiento expreso del travesticidio como delito en el juicio por el asesinato de la dirigente trans Diana Sacayan.
Solo en 2016 se denunciaron más de 31 casos de homofobia y 25 asesinatos de personas trans en el 2017. Además de innumerables actos de discriminación por parte de las instituciones del Estado y la ausencia de políticas para que esto se revierta, de lo que hoy Macri es el principal responsable.
Otros ejemplos de esto son el encarcelamiento de Higui, cuya libertad conquistamos luego de que fuera detenida por haberse defendido del acoso sexual por ser lesbiana. Y el caso de Joe Lemonge, el entrerriano de 25 años, condenado a 5 años de prisión por defenderse de un ataque de odio por su elección de género.
Actualmente, la lucha del movimiento de mujeres contra su doble opresión viene desnudando y poniendo en cuestión la opresión del patriarcado, a la vez que ha contribuido y potencia la lucha del movimiento de diversidad sexual. A su vez este movimiento con sus luchas particulares ha permitido develar las otras formas en las que se expresa la opresión patriarcal.
El debate de masas alrededor del aborto legal, puso en discusión la necesidad de que se implemente en su totalidad la ESI (Ley de Educación Sexual Integral), y en eso que incorpore contenido que aborde las relaciones de la comunidad LGBT.
Es necesario unir las luchas contra la política de ajuste, entrega y represión de Cambiemos. Por eso repudiamos la reforma laboral que precariza las formas de vida y que dificultan aún más el ingreso de personas LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexual) al mercado laboral. Exigimos plena implementación de la Ley de Identidad de Género; el cupo Laboral Trans, la implementación de la Ley de Educación Sexual Integral. Y hacer realidad la consigna que convocó a la 2º Marcha del Orgullo en Argentina: “Iguales en la diversidad, vivir libres en un país liberado”.