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02 de octubre de 2010

El Partido Comunista Revolucionario emitió una declaración sobre el balance de las elecciones del 28/10, titulada "Con el voto en blanco, nulo y la abstención. 4 millones y medio pegaron fuerte". A continuación reproducimos el texto.

4 millones y medio pegaron fuerte

Con el voto en blanco, nulo y la abstención

La interna de los de arriba
Cristina Kirchner (CK) ganó la presidencia en la primera vuelta doblando los votos de Elisa Carrió. El kirchnerismo se impuso en 21 provincias y completó el control del Congreso. Gobernadores amigos fueron electos en 8 provincias, incluida Santa Cruz (en Salta y Jujuy hay cuestionamientos). Logró destronar de sus feudos a varios “barones” del Conurbano Bonaerense. El kirchnerismo se fortaleció posicionándose mejor en la interna de los de arriba, frente a sus opositores dentro del sistema divididos y derechizados.
CK ganó porque el kirchnerismo demostró ser, después del terremoto político del 2001, la única fuerza del sistema en condiciones de atraer el voto de un sector importante de los de abajo. Para eso, hizo pesar su balance de que la Argentina está mejor en relación al infierno que había cuando llegó Kirchner, por el crecimiento económico favorecido por los vientos a favor de la economía mundial. También, hizo valer como propias conquistas democráticas del pueblo, como los juicios a los genocidas de la dictadura.
CK perdió en Capital Federal, Córdoba y San Luis donde se impusieron Carrió, Lavagna y Rodríguez Saá. Perdió también en numerosas ciudades: Córdoba, Rosario, Santa Fe, La Plata, San Isidro, Vicente López, Mar del Plata, San Salvador de Jujuy, Río Gallegos, etc. CK tuvo el 44,92% de los votos a partidos, que son el 30,28% del padrón. De cada 100 argentinos la votaron 30. No son cheques en blanco, están en lucha entre la memoria del infierno y la realidad del bolsillo de hoy.
Sobisch, Patti, Blumberg, la derecha más reaccionaria, fue aplastada, su peso fue insignificante.
En la Capital Federal, hace tres meses Macri sacó un millón de votos (muchos de ellos “prestados”), y sus candidatos a senador sacaron ahora 243.000.
Carrió, Lavagna, Rodríguez Saá y López Murphy, levantaron programas de centroderecha. Se identificaron con el poder con sus “ministros de Economía”, ex funcionarios de Menem y Duhalde. Llamaron a la “reconciliación” con los genocidas de la dictadura. Apoyarlos no era un “voto útil”. Esos cuatro candidatos, juntos, tuvieron el 48% de los votos a partidos, el 32% del padrón. Pero no están juntos. Además, una parte de sus votos son de sectores del centroizquierda, sumados a Carrió por Stolbizer, Fabiana Ríos y sectores progresistas radicales, del ARI y del socialismo. O volcados a Lavagna por el radicalismo (y el aparato del PJ de De la Sota en Córdoba). Rodríguez Saá recogió el voto de sectores peronistas anti K. López Murphy fue borrado del mapa.

Lo que creció por abajo
Los que no votaron o lo hicieron en blanco o nulo fueron 8.841.047, es el 30,39% del padrón (Ambito Financiero 31/10), o el 34% (Clarín, 3/11). Fueron las elecciones presidenciales “con el nivel más bajo de votantes de la historia argentina” (Clarín, 30/10), por lo menos desde 1928. El voto en blanco fue el más alto desde las elecciones de 1963, con el peronismo proscripto.
Hay una parte de los no votantes, el 15%, que se viene repitiendo desde 1983. Restando esa cifra, hay 4.475.512 abstenciones, votos en blanco y nulos, es la segunda fuerza superando a Carrió. Casi se duplicaron en relación al 2005, cuando fueron 2.270.479. En su gran mayoría expresan una enorme corriente de rechazo a la política K y a los demás candidatos del sistema. Un amplio sector, particularmente grandes masas obreras y populares en lucha, castigaron con el voto en blanco, nulo y la abstención.
Este voto opositor popular fue muy alto en las grandes ciudades en las que perdió CK. El voto en blanco en la provincia de Buenos Aires fue el 7,56%, el más alto para una elección presidencial desde 1983, en especial en el Conurbano Bonaerense, con municipios donde alcanzó entre el 17% y el 9%.

Los de abajo debilitaron a los de arriba
La masividad del voto en blanco, nulo y la abstención mostró el crecimiento de los que calaron la mentira K, sobre todo por la inflación y el manejo de los índices truchos, sin jugar al “mal menor” de sus rivales.
CK le ganó a sus rivales dentro del sistema, divididos y derechizados; no lo subestimamos. Pero la masividad de las abstenciones, blancos y nulos logró que no arrasara: tuvo la cifra más baja obtenida por un presidente argentino desde 1963, cuando ganó Illia con el PJ proscripto (salvo el 17% que tuvo su marido en el 2003). También llevó a que fueran “electos” candidatos, en algunos casos, por cifras ridículas, como el gobernador de Jujuy (22% del padrón), el intendente de La Plata (18% del padrón), etc.
Los de abajo, a pulmón, lograron debilitar a los candidatos del sistema. Es un triunfo político de las numerosas fuerzas sociales y políticas que pelearon el voto bronKa. El gran acto unitario en Plaza Lorea y el documento conjunto de organizaciones obreras, familiares de Cromañón, ambientalistas y personalidades patrióticas y democráticas, mostraron un avance en la unidad de la oposición popular. El PCR y la JCR realizaron una activa campaña y trabajaron para lograr esa unidad.

Un camino artillado por el enemigo

Fracasaron
las candidaturas “testimoniales” de la izquierda parlamentaria que reduce “la política” a lo electoral. La Argentina es presidencialista: no hay parlamento sino un Congreso, que hace dos meses que no funciona, con “levantamanos” que aceptan que Kirchner gobierne por decretos de necesidad y urgencia (y el senado es un “aguantadero” de muchos chorros que usan los fueros para no ir presos). Ese camino está artillado por las clases dominantes. CK gastó $ 143 millones del Estado para su campaña electoral.
Las elecciones del 28 fueron tramposas. La justicia electoral K hace tres años que mantiene intervenido el PJ con un funcionario de la Side, permitió que se presentaran Scioli (sin residencia en Buenos Aires) y De Narváez (de nacionalidad colombiana), proscribió los candidatos de Rodríguez Saá en la Capital Federal. Además, avaló el sistema inconstitucional de boletas “colectoras”, demoró la convocatoria a autoridades de mesa para reemplazarlas por el aparato K, permitió que los punteros K arrasaran con las boletas opositoras. El oficialismo hizo lo que quiso donde no había fiscales opositores (en La Matanza hay mesas con más votos que empadronados). Se proclamó el “resultado” antes de comenzar el escrutinio, con supuestas encuestas “boca de urna”. Ni siquiera terminaron de contar los votos: hay 2.512 mesas sin escrutar (753.000 personas). ¿Cuánto fue el fraude? Los medios de comunicación del sistema lo ocultan: estaban en la tranza.

¿Cómo se llegó al 28?
El gobierno K se fue debilitando por huelgas salariales, como las de los docentes en la que fue asesinado Fuentealba, puebladas que voltearon gobiernos como en Santa Cruz, grandes movilizaciones por la aparición con vida de Julio López y justicia para los pibes de Cromañón, movimientos ambientalistas como el de Gualeguaychú. También lo debilitaron las derrotas electorales en Misiones, Capital Federal, Santa Fe, Tierra del Fuego, y el fraude en Córdoba. Ese debilitamiento abría la posibilidad de una segunda vuelta. Se agudizaron las peleas entre monopolios y terratenientes amigos del gobierno, otros que le forcejean y negocian, y los que lo enfrentan. Los grupos que forcejean o lo enfrentan alentaron candidaturas opositoras al kirchnerismo. Pero la posibilidad de una doble vuelta era muy peligrosa para la gobernabilidad del sistema.
En esa situación, el kirchnerismo buscó alianzas para garantizar el triunfo de CK en la primera vuelta. Se alió con Scioli, con intendentes y gobernadores peronistas y con “radicales K”. Convirtió al PJ en la base de su fuerza electoral. Al mismo tiempo, Kirchner logró impedir que Scioli y los “barones” del PJ quedaran como “grandes ganadores” cortando la boleta de CK: pagó $ 140 millones a los intendentes bonaerenses que “cumplieron”. Armó fuerzas que destronaron de sus feudos a “barones” de Lanús, Almirante Brown, Tigre, La Plata, Quilmes, Zárate, San Vicente, Presidente Perón, etc. Con el golpe a varios de esos “barones” debilitó los planes que preparaban Duhalde y otros. También, “le robó” la provincia de Mendoza al vicepresidente Cobos, dejándolo en el aire.
Kirchner afirmó acuerdos con las petroleras (Pan American, anglo-rusa; Repsol, española) y mineras (inglesas y yanquis), con los monopolios y terratenientes sojeros, y sus “alianzas con China, Europa y el Mercosur”. Negoció adentro y afuera del país con los que manejan a muchos políticos argentinos. Adentro, con Clarín (contrató a su encuestadora, el CEOP, que instaló el triunfo de CK antes de finalizar el comicio), con Techint, que “le bajó el perfil” a su empleado Lavagna. Y afuera del país con el mexicano Slim, en Alemania con Siemens y Volkswagen, con los yanquis en varias reuniones con los grupos radicados en la Argentina más el discurso de Kirchner en las Naciones Unidas contra Irán, y coqueteó con la socialdemocracia francesa (a la que pertenece el nuevo presidente del FMI). El kirchnerismo llegó a octubre aliado con casi todos los que CK había calificado de “impresentables”. Y los grupos de poder “bajaron el perfil” y redujeron los fondos para las campañas de los candidatos “opositores”.
Para articular esas alianzas el kirchnerismo impuso el sistema de listas colectoras, con varios candidatos acoplados a la boleta oficial. Es inconstitucional, pero la justicia electoral lo viene autorizando desde las elecciones posteriores al terremoto político del 2001. El Argentinazo destrozó el aparato político del sistema; y el kirchnerismo trabajó para construir una gran fuerza política del Estado, o si se quiere, mantenida por el Estado, que garantice “la gobernabilidad”.

Por el camino del Argentinazo
Las luchas obreras y populares llegaron hasta los comicios y continuaron al día siguiente: el auge de la lucha de masas sigue abierto. La crisis de hegemonía (o de “gobernabilidad”) no ha podido ser cerrada con la trampa electoral. Cada sector ha usado las elecciones para posicionarse hacia lo que se viene; también las fuerzas populares. El kirchnerismo y sus “amigos” para afirmar su poder. Sus rivales dentro del sistema perfilaron figuras, porque consideran que hay tormentas por delante que van a desgastar a CK y van a llevar al país hacia una crisis política. Las fuerzas avanzadas de la clase obrera y el pueblo, a fuerza de pulmón, hicieron pesar su posición independiente.
Por delante hay muchas nubes de tormenta. Tambores de guerra y temblores financieros en el mundo. Y adentro, la deuda interna: hambre, desocupación, salarios de pobreza, trabajo en negro, sed de tierra de los originarios y trabajadores del campo, colapso de la educación, la salud y la contaminación. La lucha por la aparición con vida de López, el castigo a los responsables de la masacre de Cromañón y el desprocesamiento de más de 5.000 dirigentes populares enjuiciados. Inflación, una enorme deuda estatal, crisis energética y la entrega de los recursos estratégicos, y de 2.100.000 kilómetros de tierra y mar al colonialismo inglés.
El kirchnerismo está usando los días que le restan al gobierno saliente para hacer un “ajuste” que alivie el primer tramo del gobierno de CK: aumentos de las prepagas, se preparan alzas en el transporte, los combustibles, la energía y demás servicios públicos. El presupuesto para el 2008 destina $ 19.000 millones para el pago de deuda estatal, y solo $ 11.000 millones para educación y $ 6.000 millones para salud. Negocia con los imperialistas el pago de la deuda al “Club de París”, pero éstos le exigen que “sincere” los índices, ajuste las tarifas, negocie con los bonistas que quedaron afuera del canje, y que el FMI nos “monitoree”.
El gobierno negocia con las patronales y los jerarcas sindicales de la CGT y la CTA suspender las paritarias hasta las elecciones del 2009, reemplazándolas por una “mesa del pacto social”, que imponga “un techo salarial” (sería entre el 14 y el 16%) muy por debajo de la inflación que ronda el 30%.
El kirchnerismo quiere usar su triunfo en la interna de los de arriba para imponer su política. Pero el balance real demuestra que hay muchas divisiones entre los grupos de poder. Y que hay muy buenas condiciones para la unidad de sindicatos, cuerpos de delegados y comisiones internas, para enfrentar el pacto social hambreador, y para la unidad del movimiento obrero y el pueblo.
Partiendo de los millones que votaron bronka, los que impulsamos esa posición debemos ser el motor de un amplio reagrupamiento de fuerzas populares, patrióticas y democráticas, que sea un instrumento para impulsar, coordinar y orientar las luchas obreras y populares. Y, teniendo en cuenta los cambios que dejan las elecciones, jugar con independencia en las tormentas sociales y políticas, con la perspectiva de la crisis política que va a ir madurando frente a la política K.
Hay buenas condiciones para que las fuerzas que se unan en ese centro coordinador, con un programa que exprese las urgencias y necesidades del pueblo y la Nación, por el camino abierto en el 2001, creen las condiciones para imponer un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, que abra el rumbo de la liberación nacional y social.