Junto al Cordobazo y otros levantamientos populares, la sublevación del pueblo de Rosario ayudó a barrer la dictadura de Onganía, quien el 8 de junio de 1970 debió abandonar el poder.
Hoy, enfrascados en mezquinas discusiones por el control de los medios de comunicación, tanto el kirchnerismo como la otra derecha opositora “ningunean” este aconteci- miento, del que participó activamente nuestro Partido junto a otras fuerzas populares.
A continuación reproducimos algunos extractos del libro Del genocidio y robo de tierras al boom sojero, del escritor y periodista Oscar Ainsuain, que revelan la magnitud del estallido.
El paro de la CGT
El 6 de septiembre de 1969, el Cuerpo de Delegados de la Unión Ferroviaria de Rosario convocó a un paro para el día 8, exigiendo el levantamiento de la suspensión impuesta al delegado Mario J. Horat, por negarse a firmar el apercibimiento por su participación en los paros del 23 y 30 de mayo. A partir de esta huelga se desencadenaron los sucesos que culminaron con el Rosariazo.
El paro, que también contó con la adhesión de la Fraternidad, se había extendido rápidamente a otras seccionales de la provincia de Santa Fe, Buenos Aires, Tucumán y Córdoba. La huelga fue declarada ilegal por la Secretaría de Trabajo.
La CGT de Córdoba y la de Rosario convocaron a un cese de actividades de 38 horas, en solidaridad con los trabajadores ferroviarios, a partir de las 10 de la mañana del 16 de septiembre. Ese día, la mayoría del pueblo de Rosario salió a la calle con la certeza de que algo trascendente iba a ocurrir.
Por tres días el pueblo se adueñó de la mayor parte de la ciudad
El Rosariazo comenzó con concentraciones simultáneas en distintos puntos de la ciudad. A media mañana, desde el desbordado local de la Fraternidad, los trabajadores ferroviarios ganaron la calle para marchar hacia el local de la CGT. A este contingente se sumaron grupos estudiantiles y los obreros de la fábrica alimenticia Minetti y Cía SA.
Ni bien comenzó la represión policial, la protesta se extendió como reguero de pólvora. Fueron quemados decenas de ómnibus urbanos e interurbanos cuyos empresarios se habían negado a parar. Los colectivos incendiados sirvieron de barricadas en todos los puntos estratégicos de la ciudad, incluidos los cruces de vías.
Otros grupos de ferroviarios, junto a los obreros cerveceros y vecinos, se atrincheraron en Avenida Alberdi y José Ingenieros barricando toda la zona. En el norte de la ciudad, los trabajadores de Luz y Fuerza marcharon desde la Usina Sorrento por boulevard Rondeau hacia el centro, lugar en que fueron reprimidos. Ante el accionar policial, los distintos grupos se dispersaban y reaparecían levantando barricadas en distintas esquinas.
En el centro, otra columna de trabajadores de Luz y Fuerza marchó desde la sede de la empresa Agua y Energía ubicada en Catamarca y Sarmiento; los trescientos manifestantes originales, al llegar a Córdoba y Entre Ríos, se habían transformado en miles. En esa intersección se desató la represión y una hora después los enfrentamientos se habían extendido al conjunto del microcentro, principalmente en los alrededores de la Plaza Sarmiento.
Los obreros de la carne marcharon desde el sur de la ciudad y fueron reprimidos en su avance por la calle San Martín, entablándose combates con las fuerzas de seguridad. Los manifestantes se dispersaban y volvían a agruparse, una táctica que les permitía avanzar con dificultades pero sin detenerse.
Desde el Cristo Redentor partió una multitudinaria columna, integrada por trabajadores metalúrgicos del cordón industrial de Ovidio Lagos y estudiantes universitarios, que avanzó por Avenida Pellegrini e ingresó al macrocentro por calle Maipú. El grueso de los manifestantes, luego de varias refriegas, logró acceder al microcentro participando de los combates que allí se desarrollaban.
Los obreros portuarios, que habían iniciado una movilización desde la intersección de 27 de Febrero y el río, fueron reprimidos a las pocas cuadras por la policía provincial, mientras los obreros y empleados de Obras Sanitarias resistían la embestida de la policía montada en la esquina de Italia e Ituzaingó.
Los estudiantes universitarios de la facultad de Ingeniería cubrieron de barricadas la Avenida Pellegrini en el tramo que va desde esa Facultad hasta la calle Corrientes.
La movilización en los barrios también fue muy importante. Los vecinos de Empalme Graneros fueron violentamente reprimidos en su intento de marchar hacia el centro de la ciudad; en respuesta, incendiaron un convoy de once vagones procedente del Chaco y con destino a Retiro.
En el amanecer del día 17, tras una noche tensa en la que la policía desapareció de las calles y prácticamente todos los barrios periféricos permanecieron controlados por vecinos organizados, las fuerzas represivas cerraron por completo el microcentro y el accionar de los manifestantes se trasladó a otros puntos de la ciudad.
Recién con la llegada de Galtieri pudieron retomar el control
En el segundo día volvieron a producirse serios enfrentamientos en Empalme Graneros, mientras que en la zona oeste los manifestantes incendiaron la estación de ferrocarril Rosario Oeste, ubicada en Paraná y 3 de Febrero, construyeron barricadas en varias esquinas y se apoderaron de 100.000 litros de combustible.
Hechos similares sucedieron en el sur y el norte de la ciudad. En Córdoba y Provincias Unidas fue destruida una filial del Citibank.
Al tercer día, y a pesar de que el paro general había concluido, se produjeron choques con la policía en distintos barrios, siendo los más violentos los que tuvieron lugar en Empalme Graneros y Sorrento.
La intervención del Ejército se produjo en las últimas horas del segundo día. El II Cuerpo dispuso “abrir fuego sin aviso previo ante cualquier desmán”.
Según la información oficial, para garantizar la seguridad ingresó a la ciudad una Agrupación de Combate compuesta por 2.000 efectivos al mando del coronel Leopoldo Fortunato Galtieri; según la revista Panorama del 7 de octubre de 1969, “los efectivos arribados fueron 5.000”.
La provincia de Santa Fe, a lo largo de su historia, fue escenario de históricas protestas como los levantamientos armados radicales de 1893, el Grito de Alcorta, las históricas huelgas de La Forestal o la resistencia peronista a la autodenominada Revolución Libertadora.
Pero no cabe duda de que el estallido popular que pasó a la historia con el nombre de Rosariazo fue el más trascendente.