El PCR nació el 6 de enero de 1968, en ruptura con el Partido Comunista, expresando la necesidad de la lucha revolucionaria obrera y popular de contar con un partido de vanguardia en nuestro país. El PC ya no podía serlo, porque su dirección aunque se proclamaba “comunista” había traicionado la teoría revolucionaria de Marx y Lenin y la había reemplazado por el revisionismo. Había abandonado la línea de hegemonía proletaria por el oportunismo político. Había abandonando las banderas del clasismo revolucionario y negaba la lucha armada como vía para la revolución; había injuriado al Che Guevara y resultó cómplice de las fuerzas que lo abandonaron en 1967 en Bolivia.
El PCR nació encabezando la lucha contra la dictadura de Onganía, y desde entonces, estuvo siempre a la cabeza del combate obrero y popular. Asumimos la continuidad histórica de los que nos precedieron en esta lucha: los que difundieron las ideas marxistas hace ya más de un siglo; de los marxistas revolucionarios que en 1892 formaron la Agrupación Socialista; y de los que en 1918 fundaron el Partido Comunista de la Argentina. Luchamos por fusionar el marxismo-leninismo-maoísmo con el movimiento obrero y por integrarlo con la práctica de la revolución en la Argentina abordando con esa guía los nuevos requerimientos del movimiento revolucionario.
Desde la fundación del Partido en 1968, con la línea de hegemonía proletaria en la revolución, avanzamos en fundirnos con las masas oprimidas y explotadas. Esa unidad, en particular con las masas peronistas, se ha forjado también con lazos de sangre de comunistas revolucionarios asesinados, detenidos desaparecidos, secuestrados, torturados y encarcelados, principalmente en la lucha contra el golpe de Estado de 1976 y durante los años de la dictadura militar. Ellos forman parte de quienes, a lo largo de la historia argentina han ofrendado su vida en defensa de los intereses de la clase obrera, del pueblo y de la patria.
La revolución en la Argentina es necesaria para resolver los acuciantes problemas que viven la clase obrera y el pueblo. Una revolución que libere a la Nación de la dependencia del imperialismo, termine con el latifundio a través de la reforma agraria y abra el camino al socialismo.
Alumbra nuestra meta la práctica de cientos de millones de hombres y mujeres que en el siglo pasado hicieron la revolución y construyeron el socialismo. La revolución rusa, la china, la cubana y demás revoluciones triunfantes significaron un salto gigantesco en la historia de la humanidad y sus enseñanzas son de validez universal.
Somos partidarios de la revolución ininterrumpida y por etapas, como señaló Lenin. Y nos basamos en los aportes de Mao Tsetung sobre el carácter de la revolución en los países coloniales, semicoloniales y dependientes.
Para avanzar en la lucha por terminar con la explotación del hombre por el hombre a escala mundial, la clase obrera forjando su partido de vanguardia deberá dirigir y realizar la revolución en cada país. La integración de las verdades universales del marxismo-leninismo-maoísmo con la realidad de la revolución en cada país es la condición para lograrlo.
Con el marxismo-leninismo-maoísmo como guía
Es imposible defender el comunismo y enfrentar el revisionismo sin enarbolar la verdadera doctrina de Marx y Engels, sin defender los desarrollos a partir de las enseñanzas de validez universal que aportaron las revoluciones triunfantes del siglo XX. Los aportes de Lenin, en particular a la filosofía marxista, a las teorías de la hegemonía proletaria en la revolución democrática, del imperialismo, del Estado y del partido revolucionario. Y los aportes de Mao Tsetung, especialmente a la filosofía marxista, a las teorías sobre la revolución de nueva democracia en los países oprimidos, de la guerra revolucionaria, del partido revolucionario, del Estado; y sin reivindicar la Revolución Cultural Proletaria China y la teoría sobre la continuación de la revolución en las condiciones de la dictadura del proletariado, aporte fundamental de Mao Tsetung al desarrollo del marxismo. Sólo así se podrá integrar la teoría con la realidad de cada país, desarrollar esa misma teoría y abordar los nuevos problemas del movimiento revolucionario.
Con el marxismo-leninismo-maoísmo como guía nos nutrimos de la historia de lucha de la clase obrera y el pueblo argentino que han bocetado una y otra vez el camino insurreccional. Aprendiendo de la experiencia del proletariado internacional, de las grandes revoluciones del siglo 20 y de las derrotas sufridas, los comunistas revolucionarios de la Argentina luchamos por una sociedad sin explotadores ni explotados.
En la actual etapa en nuestro país, el objetivo es la revolución democrática-popular, agraria y antiimperialista, en marcha ininterrumpida al socialismo. Revolución en la que el proletariado es la fuerza principal y dirigente. Su triunfo sólo será posible a condición de que el frente único de los sectores populares, patrióticos y democráticos basado en la alianza obrera-campesina y hegemonizado por el proletariado y su Partido, destruya a través de la insurrección armada del pueblo al estado oligárquico imperialista y lo sustituya por un poder popular revolucionario.
02 de octubre de 2010