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03 de julio de 2013

Llamamiento de la Comisión pro 7º encuentro nacional de naciones y pueblos originarios de San Javier, Santa Fe.
 

7º Encuentro nacional de naciones y pueblos originarios

SAN JAVIER, SANTA FE, 13 Y 14 JULIO DE 2013

Hermanos de los diferentes pueblos y naciones originarios, unamos nuestras manos para que en el telar de la vida, tejamos juntos con cada hebra de nuestras luchas la trama de una nueva historia, nuestra historia.

Hermanos de los diferentes pueblos y naciones originarios, unamos nuestras manos para que en el telar de la vida, tejamos juntos con cada hebra de nuestras luchas la trama de una nueva historia, nuestra historia.
Nosotros, integrantes del pueblo mocoví de San Javier que fuimos considerados desde su fundación en 1743 por decreto del teniente de gobernador español don Francisco Javier de Echagüe y Andía como “Pueblo de Indios”, “Reducción”, “Misión”, éramos una nación numerosa, fuerte y dueña de la naturaleza que nos rodeaba. Hoy estamos totalmente olvidados, dispersos, sumidos en la resignación, sometidos, invadidos, avergonzados, empobrecidos, enterrados en el polvo de la historia , pero no vencidos.
Nosotros los mocovíes que recorríamos nuestros bosques, nuestro ríos, nuestras tierras, nuestra islas libremente hasta la profundidad del Chaco, disponiendo de vacas y caballos que criábamos, hoy no tenemos ni un trozo de tierra donde cavar nuestras tumbas, ni un pájaro para disfrutar su canto, ni un lugar para cazar, ni pesca, ni ríos, todo está alambrado, todo está “privado”.
El extranjero tiene “permiso”, él tiene lo que quiere: cabaña, cacería, pesca, buena atención, comidas y bebidas, guías nuestros, presas codiciadas, especies en extinción, a las mujeres de nuestro pueblo y se siguen apropiando de las mejores tierras.
Y nosotros, mocovíes, somos extraños en nuestras tierras, somos parias condenados a desaparecer poco a poco como cultura, como raza, como seres humanos… si no hacemos algo. Nuestros “derechos” no pasan de hacer cola en una repartición oficial o privada para pedir una migaja de pan o para que no se nos muera un hijo, un familiar por falta de atención médica.
Hermanos: Pasaron ciento nueve años del llamado “ultimo malón” mocoví, una de las últimas rebeliones de nuestro hermanos en nuestras tierras. Ha pasado mucho tiempo desde aquel 21 de abril de 1904, en que más de 5.000 lanzas trataron de recuperar nuestro territorio, nuestra lengua, nuestras costumbres, nuestra identidad ante el avance imparable de los terratenientes, con el apoyo y sostén del Estado oligárquico continuador del camino de los genocidas Roca, Victorica y Obligado.
Nuestros ancestros llegaron desde lo más selvático e intenso del Chaco, luchando por más de tres siglos contra el conquistador español, en las misiones jesuíticas y fuera de ellas. Como “indios reducidos” o como “montaraces”. Participamos de la gloriosa guerra de la Independencia con el general Manuel Belgrano camino al Paraguay, con aquellos legendarios soldados originarios, los 500 “Lanceros mocovíes”, tropa de caballería de línea, destacados en el combate y en la disciplina.
Años después, con las guerras civiles y el advenimiento de la oligarquía entreguista al poder, fuimos tropa de maniobra de los caudillos políticos de turno, y hasta la actualidad tratan de que sigamos siendo la clientela electoral de los continuadores de aquellos.
Lograron derrotarnos militarmente, doblegarnos, dividirnos, entre nosotros y con los criollos y gringos inmigrantes recién llegados, nos dispersaron en lugar y en el tiempo, esclavizaron a nuestras mujeres y niños, mataron a nuestros hermanos, pero a pesar de todo, de la destrucción y el genocidio a través de este último siglo, estamos de pie. A lo largo de 200 años, con nuestro trabajo hemos creado riqueza y progreso para este país. Seguimos luchando y no nos han vencido.

Convocamos a todos
Desde estas tierras irredentas, por las que dieron su vida nuestros ancestros, desde este San Javier rebelde y en nombre de quien fuera su último cacique y jefe de la insurrección, Mariano López, y en él a todos los jefes y guerreros que a través de estos más de quinientos años no dejaron de combatir contra la injusticia, la discriminación, la dominación, el hambre…
Convocamos a todos, a las naciones y pueblos originarios de nuestra América a que estemos juntos, por primera vez en nuestro suelo mocoví, para poder demostrar al mundo que somos capaces de compartir unidos y luchar juntos a todos los trabajadores, campesinos pobres, y demás sectores populares, que sufren la opresión y explotación al igual que nosotros, ya que tenemos a los mismos enemigos ancestrales: los terratenientes, los imperialistas y el Estado a su servicio. Seguimos sufriendo hoy el hambre, el despojo de nuestras tierras, la discriminación, opresión, asesinatos, cárcel y el intento del gobierno de liquidar los derechos de nuestras comunidades, pueblos y naciones a través de la reforma del código civil. Seguimos la lucha por tierra y territorio, por nuestra identidad, nuestra lengua y nuestra cultura.
Hoy nos embarga la alegría y la emoción de poder convocar desde nuestro humilde y orgulloso pueblo mocoví, de estas comunidades hermanas que nos hemos puesto de acuerdo para trabajar juntos, en bien del 7º Encuentro, poniendo lo mejor de de nosotros para que el mismo sea un logro y poder avanzar en nuestras reivindicaciones, y la principal, junto a nuestra cultura, es la tierra: tierra para vivir, tierra para trabajar, tal como nos había otorgado el gobernador de Santa Fe Dr. Nicasio Oroño en 1866, y que tiempo después nos fueran arrebatadas.
Para recuperar eso y mucho más, para todos los habitantes milenarios de nuestro suelo, esperamos, hermanos, vuestra presencia masiva a lo que fuera el último bastión de la resistencia originaria en nuestra Patria. Honremos a nuestros antepasados.
Decía el cacique Ariacaiquín: “Los españoles son hombres falsos, tienen de cierto buenas palabras, pero sus sentimientos nos perjudican… han engañado en demasía a nuestros antepasados, su amabilidad era una traición y una amistad simulada, pues solo trataron de hacernos esclavos y matarnos a azotes y como si nosotros no fuéramos seres humanos como ellos y no tuviéramos entendimiento, nos emplearon como bestias de carga. (Si) nosotros quedábamos postrados bajo la carga, colocaban la carga sobre algún otro y nos dejaban tirados en el campo y parecer de sed como animales. Desde esos tiempos nosotros no hemos podido aguantarlos y los hemos perseguido como nuestros enemigos hereditarios”. (Florián Paucke, Edic.1943, pág. 9).