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21 de diciembre de 2016

Hace 25 años, un 25 de diciembre de 1991, Mijail Gorbachov anunciaba su dimisión como secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética y presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y anunciaba la disolución de la URSS.

A 25 años de la disolución de la URSS

La caída del socialimperialismo

En el prefacio al primer tomo de su obra Revolución, restauración y crisis en la Unión Soviética, su autor, Carlos Echagüe, analizaba, en el mismo momento en que se producían los hechos, a fines de 1991, el significado de la disolución de la URSS. Del mismo extraemos el siguiente párrafo:

En el prefacio al primer tomo de su obra Revolución, restauración y crisis en la Unión Soviética, su autor, Carlos Echagüe, analizaba, en el mismo momento en que se producían los hechos, a fines de 1991, el significado de la disolución de la URSS. Del mismo extraemos el siguiente párrafo:
“Dejó de existir la URSS. Un vasto imperio multinacional eurasiático dominado por la burguesía burocrática monopolista rusa y disfrazado de socialista y soviético.
“Pero ¿ha dejado por ello de existir el imperialismo ruso? Los hechos se van encargando de evidenciar que la clase dominante apela a otras formas para conservar el dominio ruso sobre las demás repúblicas que declaran su independencia e incluso sobre aquéllas que se separan. Se ve obligada a realizar concesiones pero conserva su absoluta superioridad militar y pretende perpetuar la dependencia económica de las repúblicas no rusas.
“Luego de su degeneración en socialimperialista y socialfascista, el Partido “Comunista” y el Estado soviéticos se convirtieron en la principal fuente de anticomunismo en el plano interno y en la arena mundial. Ni la Tatcher, ni Reagan, ni Bush pudieron hacer tanto en favor del anticomunismo como los tanques rojos aplastando a sangre y fuego a los trabajadores, a la juventud y a los pueblos que reivindicaban sus derechos.
“Allí están las raíces de fenómenos aparentemente asombrosos de nuestros días. Gorbachov y los suyos disuelven el P“C”, patentizando el estrepitoso fracaso de la perestroika, es decir de la variante socialdemócrata de sinceramiento capitalista. Días antes, la cúspide del P“C” había participado (con o sin el visto bueno de Gorbachov) en un golpe de Estado encabezado por admiradores del “modelo de Pinochet”. A su vez, políticos que se declaran públicamente enemigos de la Revolución de Octubre y del socialismo, como Yeltsin y otros, integraban hasta hace un año o menos el Comité Central del P“C”.
“La disputa entre distintos sectores de la clase dominantes se agudizará. ¿En manos de quiénes quedarán los mandos militares y del KGB? ¿Cómo poner un final al caos económico y social? ¿Cómo impedir la desintegración del imperio y asegurar su conservación por otros medios? ¿Qué sectores de la burguesía burocrática monopolista serán los principales beneficiarios de las privatizaciones? ¿Qué camino seguir para que Rusia mantenga y refuerce su condición de superpotencia? Estos son los principales problemas y motivos de disputa dentro de la clase dominante.
“De todos modos, cualquiera sea el curso de la situación política interna, el socialimperialismo soviético se ha convertido lisa y llanamente en imperialismo ruso. Yeltsin, por ejemplo, apoyó la independencia de los países bálticos y se opuso abiertamente a la ocupación militar de las repúblicas y a la represión. Pero los intereses de la burguesía imperialista rusa que él representa ya lo están haciendo chocar con pueblos no rusos y con las propias burguesías nacionalistas con las que hizo y hace alianzas. La dirigencia rusa emplea la bandera tricolor que enarboló el gobierno provisional burgués que sustituyó al zar luego de la revolución triunfante de febrero de 1917. Cabe recordar que ese gobierno provisional disolvió a mitad de 1917 el Selm (parlamento) finlandés y suprimió totalmente las instituciones culturales autóctonas en Ucrania. El gobierno de Kerensky trató de impedir toda tendencia a una actuación estatal Independiente de los pueblos sometidos por el zarismo y de las fuerzas nacionalistas burguesas mismas.
“Por ello, como dijo Stalin en 1923, la victoria de la Revolución de Octubre, de fondo, fue una combinación de la insurrección proletaria con la guerra campesina y con la guerra nacional de los pueblos oprimidos por el zarismo.
“El socialimperialismo era sumamente peligroso, entre otras cosas, debido precisamente a su máscara engañosa, a su disfraz socialista y de aliado natural del Tercer Mundo. Ello facilitó que varias revoluciones gloriosas sufrieran el cambio de amo.
“Ahora cayó esa máscara. Esto no torna menos expansionista ni menos feroz al imperialismo ruso. Este cuenta con una monstruosa maquinaria bélica, sólo comparable con la del imperialismo yanqui. Pero sí crea mejores condiciones para que los revolucionarlos y los antiimperialistas latinoamericanos y del Tercer Mundo en general distingan acertadamente quiénes son los enemigos y quiénes son los amigos y puedan unirse en el combate por la liberación nacional y social”.