Hace 80 años asesinaban a Federico García Lorca. En Avellaneda “la terrible”, como la llamó el poeta en su paso por Buenos Aires, decidimos homenajearlo. En el teatro, allí donde “la poesía se levanta del libro y se hace humana”, con sus poemas que son como arroyitos de agua fresca, con sus personajes tan humanos, tan llenos de valentías y traiciones, con aquellas canciones que fue rescatando de las raíces más profunda de los pueblos de España, con los himnos y las banderas que esperanzaron al mundo. Al comienzo de la Revolución española, en el Barranco de Víznar, Andalucía, asesinaron al poeta.
Han trascurrido 80 años Federico. 80 años y sin saber donde escondieron tus huesos a los ojos del mundo. ¿Cuántas paladas de tierra necesitaron para tapar tanto odio, tanto veneno? Te asesinaron porque necesitaban aniquilar la alegría, la inocencia, la inteligencia. Te asesinaron porque necesitaban herir de muerte a esa España que despertaba después de tantos siglos de oscurantismo, de inquisidores, de feudos y señores, de ignorancia. Te asesinaron porque no podían soportar tanta hambre de libertad, tanto festejar la vida, tantos himnos y banderas de esperanza.
Fracasaron. Después de 80 años no pueden impedir que una enorme multitud de corazones peregrinen hacia tu encuentro, que no tendrá lugar en un altar solemne y erudito o en una catedral gótica y sombría, sino a la luz del sol y debajo de un olivo. Allí te hallaremos jugando con las palabras una vez más, morenito de verde luna, clavel rojo de España, Federico del mundo.