Noticias

05 de junio de 2020

¡A nosotros la Libertad!

Un grito sagrado. Cada cual supondrá que lleva agua hacia su molino. Porque la idea de Libertad, de acuerdo a quien la menee, será usada tanto para un barrido como para un fregado.

Trump es libre para jugar al golf mientras los EEUU lloran 100.000 muertos y millones marchan contra los crímenes racistas. ¿Porqué no, si al hombre le gustan los deportes recios? Bolsonaro ejerce su irrestricta libertad para sabotear la cuarentena. Aunque ello cueste 500.000 infectados (muchos más según documentan otras estadísticas).

Salvadas las distancias… famosos y poderosos locales se burlan del aislamiento que guardamos tantas criaturitas de Dios. Suben a un avión privado y a visitar sus dominios. Sean en Esquel, Punta o Miami. ¿Cómo no se van a sentir libres?

No faltan los que en nombre de su libre albedrío rechazan el tapabocas. ¡Nadie me va a coartar mi libertad de decisión! Otros liberan la Patria del peligro comunista enfrentando el autoritarismo y la infectocracia.

 

Poniéndonos serios

Como tantos otros derechos las libertades que gozan unos pocos son infinitamente más variadas que aquellas al alcance de las mayorías.

La posibilidad de hacer todo lo que se les dé en ganas está a disposición de una distinguida minoría. Son libres de acopiar viviendas, algunas de las cuales no llegan a conocer. Viajes luminosos opacados por el hastío. Una mezcla de deseo y antojo, en grado de extravagancia, nos hablan de una libertad sin destino.

 

La otra realidad

Dejemos tranquilos a los muy ricos y enfoquémonos en los de abajo. Una frase sin derecho de autor:

«Los capitalistas siempre han llamado «libertad» a la libertad de lucro para los ricos y a la libertad de morirse de hambre para los obreros» Vladimir Lenin.

“Todos los pobres tienen la libertad de morirse de hambre bajo los puentes de París”. Anatole France. Un Progre con mayúscula. Eran otros tiempos.

“A los que afirman que hay libertad en los pueblos donde el trabajador está explotado, yo les contesto con las palabras de nuestros trabajadores: una hermosa libertad, la de morirse de hambre”. Juan Domingo Perón. 1° de Mayo de 1951

¿Es esto acaso literatura? El 24 de mayo, en Cañuelas, mataron a Alex Campos, un pibe de 16 años que había salido a cazar liebres. El hambre de carne le costó la vida. Un “justiciero” lo pasó por arriba con su 4X4. Defendía su derecho de propiedad sobre bichos silvestres que pululan en su terreno.

Ni Lenin, ni France, ni Perón desconocían el alcance simbólico de sus dichos. Porque, el proletariado, las mujeres y hombres del Pueblo, en duras luchas, conquistaron la libertad de oponerse a esos límites atroces que les ofrecen los de arriba.

 

La libertad de hacer plata sin límites

  • La de aprovecharse de información privilegiada. Sacar ventaja del chifle de los “amigos” y hacerse de fortunas a costa de nosotros, los “cándidos”;
  • la de fugar divisas;
  • la de imponer precios sin ninguna correlación con los costos;
  • la de descargar los platos rotos por la pandemia sobre espaldas ajenas;
  • la de hacer buenos negocios a costa del empobrecimiento colectivo;
  • la de despedir o rebajar salarios según conveniencia;
  • la de justificar subsidios a grandes empresas. Algún día llegará el derrame virtuoso.

 

El piedra libre en la crisis global

Cuarenta millones de nuevos desocupados en EEUU no se alcanzan por vía de goteo. Grandes conglomerados, con natural frialdad, se llevaron puestos tantos obreros y empleados. Alemania al salvataje de Lufthansa, cueste lo que cueste. Apenas ejemplos que se replican por doquier.

El 2020 no promete buenas opciones. Todos los imperialismos pagarán algún costo. El menos golpeado emergerá como ganador relativo de la supercrisis.

Entre la actual hecatombe y la Gran Depresión de los 30´ existe una diferencia cualitativa. La crisis casi no afectó a la URSS. Mientras los EEUU sufría una desocupación del 25% en la URSS socialista, con el Primer Plan Quinquenal, se duplicaba la planta de obreros ocupados y la economía crecía al 15% anual. Marginalmente, se limitaron las exportaciones y trabaron algunas importaciones críticas. ¿Consecuencias sociales? Cero.

 

La libertad de mentir

Cotidianas engañifas. Los pañales se promocionan con sustanciales rebajas de lunes a lunes. ¿Será que fabricantes y comercializadores aceptan perder plata? O emplean la vieja triquiñuela del descuento trucho mientras venden al precio al que programaron vender.

Las telefónicas fueron excluidas del congelamiento de tarifas de la Ley de Emergencias. Entonces, a descargar aumentos. Medran con la cuarentena y la consiguiente necesidad de estar comunicados. Pero, basta avisarles que nos pasamos a su competencia para que desempolven “pichinchas”…

Los medicamentos presentan precios imposibles de costear. Farmacéuticas extranjeras se arrogan la libertad de castigarnos con valores sustancialmente superiores que los que perciben en otras plazas.

 

La libertad de prensa

Los multimedios (diarios, radios, TVs), una Institución para adulterar la realidad. La noticia es un arma de distorsión y de moldeado de opinión pública, tendiente a apuntalar los recónditos intereses de sus editores. Y de los sectores dominantes con los que interactúan.

Las operaciones de prensa, las noticias sucias son un subproducto de la colaboración de los medios con los Servicios. Incluso extranjeros. ¿Cuántas veces, haciendo zapping, nos encontramos con periodistas venales martillando en el mismo clavo, repitiendo las mismas frases?

 

La libertad de los monopolios

Bancos, petroleras, cerealeras… haciendo la suya. Sin remordimientos por el tendal que dejan detrás.

 

La libertad de creernos libres

Al alcance de muchos: la potencialidad de elegir entre Mc. Donalds y Burger King. En esencia, hasta ahí llega toda su libertad.

El padecimiento del consumismo es el mejor exponente de cómo nos condiciona en nuestras prioridades la presión de la cultura dominante. Nos alejan de nuestras necesidades para que nos deslomemos en conseguir lo que quieren que queramos. Pececitos en el océano de la Publicidad en busca de un anzuelo.

Cada cual es libre de opinar lo que le plazca sobre un montón de temas. Pero constituye toda una tragedia cuando “mis” ideas, a las que arribé “libremente” se correspondan con las de mis opresores. Sembradas día a día por la cultura dominante. El individualismo (YO me “salvo”) va en contra del interés más profundo de los sectores populares. De a uno, sin solidaridad, estamos inermes.

 

¿Qué nos hace libres?

Grandes Derechos devenidos en letra muerta. La pandemia, en su manifestación multifacética, dejó en evidencia cuan asimétricas son las cargas sanitaria, económica y social cuando lame a los pocos mientras nos muerde a nosotros. Sin Tierra, sin Techo, sin Trabajo quedamos expuestos a sus peores consecuencias.

Sin el esfuerzo de miles de brazos anónimos en merenderos y comedores, ¿cuántos de los hoy saciados hubieran sucumbido al hambre? Haberse puesto este desafío al hombro… eso nos hace libres.

Dudar de los enlatados que nos proponen las potencias imperialistas, los monopolios, los terratenientes y sus correveidiles… eso nos hace libres.

Desoír el fatalismo, percibir que las injusticias y desigualdades no son para siempre; decidir enfrentarlas… eso nos hace libres.

Unirnos, organizarnos, debatir democráticamente y luchar por nuestros derechos… eso nos hace libres.

Saber que tenemos un futuro. Que conquistarlo está en nuestras manos… eso nos hará libres.

 

Escribe Sebastián Ramírez