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08 de enero de 2020

Desde el Barrio El Milagro en Güemes, Salta, al Congreso

A propósito de Verónica Caliva

Hace muchos años, escribiendo una serie de artículos para el hoy, más tarde recopilados por Editorial Ágora en el libro “Vidas Contadas. Voces, pareceres y asuntos de la Argentina profunda”, cuando Argentina todavía seguía sumida en la crisis profunda que De la Rúa nos dejó en 2001, fui hasta el Barrio El Milagro, en el municipio de Güemes, a 40 km de Salta capital y muy cerca de Jujuy.

En ese barrio todos subsistían con planes. Ni abuelos, ni padres, ni hijos tenían un trabajo fijo y tampoco había changas para tantos brazos. Ellos me contaron como la ausencia de laburo destruyó y desintegró familias enteras, horadando la vida barrial que, antes de los ‘90, supo de cooperadoras escolares, comisiones barriales, bailes de fomentos y torneos deportivos… Nada de eso quedaba en pie. El alcohol, la droga, la violencia y la desesperanza hacían estragos. Pero había un comedor popular en casa de Silvia Villafañe, la mamá de quien acaba de convertirse en la primera diputada nacional maoísta de la Argentina.

Recuerdo a su madre, una luchadora con varias hijas e hijos de temple parecido. Hice noche en su casa. Mientras preparaba la comida, con la claridad de los sencillos, me narró sin alzar la voz el largo calvario de los desheredados del pueblo siempre a la sombra de los Cornejo, poderosos e “históricos” terratenientes del lugar (cuyas crías ahora también andan haciendo daño en otras provincias). Verónica, aún muy joven, junto a sus hermanitas y hermanos, me llenaron de historias de túneles y de las andanzas de El Familiar. Después me llevaron hasta el borde de un latifundio que lindaba con el barrio y me mostraron la estampa tenebrosa de un capanga que, con un largo látigo cargado al hombro, custodiaba de a caballo el cañaveral, día y noche, para que los changos del barrio, a falta de golosinas, no “robasen” caña para masticar. Y si algún corajudo desafiaba la disposición del gran latifundio, recibía una buena lonjeada por el lomo ¡Así es la lógica de los terratenientes del siglo XXI!

Reencontrarme con su rostro en la sesión del jueves 19 en el Congreso de la Nación, me llenó de esperanzas y alegría. Más, al saberla sosteniendo las mismas convicciones de entonces. Ojalá su voz contribuya a recuperar la Argentina justa, libre y soberana que siempre debimos ser. Esa que nos merecemos todos y que sólo podremos conquistar con los mejores hijos de nuestro pueblo, los innominados, los “nadie”, los sencillos, los cabecitas…, como decía Scalabrini Ortiz, los que vienen del subsuelo de la Patria, y son capaces de sublevarse.

Escribe Víctor Delgado

Hoy N° 1797 08/01/2020