Es fácil para el entendimiento humano comprender la diferencia entre el cambio y el no-cambio? Si algo deja de ser lo que es y se transforma en otra cosa distinta: ¿es difícil para la razón humana distinguir ese fenómeno?
Por ejemplo: no es difícil distinguir entre un huevo y un pollo. Todos, incluso hasta los más niños, pueden hacerlo. Y aunque un huevo sometido a determinadas condiciones pueda transformarse en pollo, nadie asaría un huevo a la brasa o rompería muchos pollos para hacer una tortilla. Como suele decirse: una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa.
No parece ocurrir lo mismo con nuestro gobierno. En noviembre de 2007 autorizó un vuelo chárter de Río Gallegos a Malvinas. Se trató de un vuelo austríaco que transportaba turistas europeos. Rápidos los británicos, desde las Islas, señalaron un cambio de la política argentina para la cuestión de vuelos. Si ese vuelo antes no era posible y en noviembre de 2007 sí, los representantes políticos de la ocupación colonialista inglesa se limitaron a señalar un cambio por demás evidente.
El gobierno argentino negó que lo que antes se prohibiera y en noviembre de 2007 no, fuera un cambio. Con lo que se demuestra que el gobierno argentino tiene dificultades en distinguir el cambio del no-cambio.
Esta dificultad puede estar originada en la esencia de este gobierno: justamente que las cosas parezcan que cambian para que no cambien. Por ejemplo la política de Estado para la cuestión Malvinas que ha sido la desmalvinización desde el mismo 14 de junio de 1982.
Mentiras y realidad
El gobierno, usando incluso la prensa adicta a la desmalvinización, quiere aparecer como un duro negociador frente a los ocupantes ilegítimos de nuestros territorios. Pero todos los argumentos quedan relegados ante los hechos, por aquello que el escasamente nombrado por el Dr. Kirchner, el Gral. Perón, decía: la única verdad es la realidad.
Acuerdo de Madrid; Tratado de Londres; Acuerdos económicos de 1995; 1998; el permiso de viajes para satisfacer necesidades de las tropas de ocupación (4.000 soldados) mediante Lan Chile de Río Gallegos a Malvinas; los acuerdos de desminado; la concesión de Cerro Dragón y mineras que depredan nuestras riquezas y envenenan nuestro suelo; la liviana queja ante la firma del Acuerdo de Lisboa que proclama la soberanía británica de nuestras Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y sector Antártico Argentino como de soberanía británica bajo el paraguas de la Unión Europea; el pago de la deuda externa ilegítima usuraria y fraudulenta a Gran Bretaña; la publicidad fílmica de la tesis de que los ingleses residentes en Malvinas tienen derecho a la autodeterminación como si no se tratara de una población insertada sino de un pueblo originario; nuestra condición de socio extra Otan; la participación en ejercicios militares con quienes asistieron al colonialismo inglés para asesinar a nuestros soldados, suboficiales, oficiales y civiles en Malvinas; la autorización a vuelos chárter de origen austríaco que llevan turistas europeas etc., etc., son parte de la larga lista de renunciamientos que profundiza, sostiene y defiende la política de claudicación nacional ante el imperialismo inglés en el Atlántico Sur.
Nos tenemos que preocupar si por accidente, en la lista de turistas europeos figuraron militares de las fuerzas armadas británicas de ocupación. Porque entonces en vez de un cambio de política con relación a los vuelos, como dicen los británicos, estaríamos hablando de un desaguisado para los intereses de la Nación.
No es verdad que lo que aquí en nuestro suelo se oculta, no ocurra. Los ingleses, viejos sabedores de los caminos intrincados de la rapiña colonial, tienen a buen resguardo todos y cada uno de los reconocimientos que la Argentina como país y algunos argentinos como ciudadanos, han hecho a su pretensión de adjudicarse la soberanía de nuestros territorios. Y en el momento que ellos crean oportuno harán valer cada antecedente, como el de ese vuelo chárter, el de viajes de buques desde las Islas al continente, y los alegres paseos de navegantes y pintores, que vuelven para ilustrarnos de las bondades de “ese pueblo que habla inglés” allende los mares o las jocosas fotos con la “loca divina” de la hija de Thatcher, etc.
El viaje de la presidenta
¿Por qué es importante tener en cuenta este antecedente del vuelo permitido por el gobierno argentino y caracterizado por los británicos como un cambio en la política argentina con relación a la regularización de vuelos entre las Islas y el continente?
Porque la Sra. presidenta viajará a resolver entre otros asuntos que ignoramos, esa problemática que afecta en muchos cientos de millones de dólares a los intereses británicos. Y lo hará usando la necesidad de un viaje humanitario en nombre de los familiares de los muertos en Malvinas. Esta es una cuestión en la que quien inviste la más alta representación de la Nación, debe poner especial cuidado. Resultará intolerable para cualquier argentino de bien, la utilización de los nombres gloriosos de los patriotas muertos en la justa lucha por la reconquista y defensa de nuestros territorios, para algún acuerdo que lesione los derechos del pueblo argentino y afirme la usurpación británica.
La Dra. Kirchner viajará a la capital del Imperio británico a pocos días de cumplirse el 26º aniversario de la Reconquista patriótica de las Islas Malvinas y a escasos doce meses de vencer los plazos de la presentación en la Comisión de Límites de las Naciones Unidas del relevamiento de nuestras 350 millas de la plataforma continental. Están en juego más de 3.000.000 de kilómetros cuadrados que el imperialismo inglés ya anunció su usurpación. No sea cosa que en medio de la algarabía por participar de las reuniones del jet set de la política internacional, quede en medio de algún acto “humanitario” de conmemoración conjunta y perdamos alguna hoja de nuestra presentación en tiempo y forma del relevamiento de la plataforma continental argentina.
De paso, permítasenos señalar, que si la visita es en respuesta a la invitación del gobierno o del Partido Laborista es intrascendente para la cuestión Malvinas.
En el artículo del diario La Nación que ya hemos criticado [ver hoy 1203], cuando su autor imagina un diálogo teatral entre el Dr. Kirchner y Tony Blair –invitación laborista mediante–, omitió culminar la frase del ex primer ministro británico, cuando dijo: “…yo hubiera hecho lo mismo que la Sra. Thatcher”. Es bueno recordarlo.