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22 de diciembre de 2010


A un mes del asesinato de Roberto López

Hoy 1349 / La dignidad de los qom. Segunda parte

¿Qué habrán pensado los Celía, esos aprendices de terratenientes, hoy avenidos en matones y asesinos al servicio de la gran “inmobiliaria” Insfrán y Cía, que iba a ser tarea fácil despojar de su tierra a los qom de Navogoh-La Primavera?

¿Qué habrán pensado los Celía, esos aprendices de terratenientes, hoy avenidos en matones y asesinos al servicio de la gran “inmobiliaria” Insfrán y Cía, que iba a ser tarea fácil despojar de su tierra a los qom de Navogoh-La Primavera?
 Las tierras que ostentan los Celía son fiscales. Cedidas por el mismo Gildo Insfrán en posesión para pastoreo u otras formas de tenencia. Son 2.000 hectáreas que de ellas, estos muertos de hambre, dicen que “donan” 600 para construir una universidad. ¿Cómo pueden donar lo que no es propiedad de ellos? Ya en 1977, y como antecedente de usurpación, Saro y Cecilio Celía fueron intimados a desalojar las tierras de aborígenes; pero algún “arreglo” impidió el desalojo de todos los blancos del territorio qom. Hoy, en complicidad con el “padrino” Gildo fueron a concretar el plan más ambicioso: apoderarse de las 5.200 Has. Y si todo va bien, avanzar, en mínimo, con las 350.000 Has (serían quinientas mil), en manos de originarios de Formosa.
 Los argumentos para atacar a tiros, fueron banales: supuestamente, los aborígenes cortaron el alambrado de los Celía y antes, habían construido 17 viviendas de palmas dentro de los límites de los mismos. En esto se basa el juez actuante para ordenar el desalojo de los originarios. Entonces, basta saber quién ordenó y qué ordenó.
      ¿Quién ordenó que la policía dispare sus armas de fuego? ¿Quién ordenó que los civiles se armaran y utilizaran esas armas como lo hicieron? La respuesta está entre pocos.
 El gobernador, el juez, ministros, jefes policiales, los Celía, tendrán que pensar, pensar algo más sustentable que acusar a los originarios de abusar de una mujer policía o cortar alambrados.
 Golpearon salvajemente a más de 30 personas, incendiaron 16 casas con todos los enseres de las familias: documentos, mochilas escolares, bicicletas, colchones y cometieron un grave error: matarlo por la espalda a Roberto López. Roberto no entregó su vida, se la arrancaron con saña. “Así se van a quedar tranquilos” se lo oyó decir a un jefe policial. Mal diagnóstico de este funcionario de Insfrán.
Roberto mostró hasta qué punto es digno el pueblo qom, hasta qué punto se juegan los qom por su bien más preciado: la tierra. Roberto dejó en claro que el binomio tierra–hombre es indisoluble para la noble nación qom. Y que la lucha por la tierra no tiene repliegue, no tiene regreso, es una lucha de ida, de hace más de 500 años. Los qom no quieren sus tierras para rematarlas a extranjeros o alquilarlas para sojizar 3 o 4 años y ser devueltas sin nutrientes. Quieren sus tierras para trabajarlas, para decidir ellos cómo producirlas, para criar sus hijos, para cobijar a sus hermanos. Por eso enfrentan a los poderosos: a Insfrán y sus sirvientes, a los Celía, a los policías.
 Hoy, los más viejitos y algún escriba nostalgioso, vaticinan que Roberto sigue entre su pueblo, que su ejemplo se evidencia en su sangre, en su mente y en sus corazones. Dicen, en un delirio pasional, que Roberto sigue alerta, que vigila su monte, que prepara a sus hermanos para futuras lides. Rumorean estos ancianos que Roberto afila su fija y su puñal cazador, que nunca abandonará a su pueblo aguerrido, que alentará a los suyos por siempre, que preparará a sus jóvenes en cómo manejar su monte, cómo respetar la naturaleza. Uno de los jóvenes qom en conversación con el hoy, presagia: “Si no entregan las tierras y si no esclarecen el asesinato de López, saldremos nuevamente a la lucha”.
 Roberto fue elegido por los enemigos, entre un grupo fuerte de 12 a 15 hombres valientes. La fuerzas de tareas destacada por Insfrán y comandada por el comisario mayor Muñiz lo seleccionó para asesinarlo. Roberto, hermano, hombre honesto, valiente qom de la primera línea de fuego, militante de la CCC. Roberto amigo y camarada, creyeron que tu asesinato traería desconsuelo, terror y dispersión, en cambio, los tuyos, querido Roberto, restañan sus heridas, recomponen sus fuerzas, oran sus plegarias, presagian nuevos y encarnizados combates.
 Roberto López, guerrero qom de la primera línea de fuego, militante de la CCC, ¡Alerta! Vigila tu monte, afila tu fija y tu puñal montero, prepara a tu gente, galvaniza sus espíritus, fortalece su ánimo. Instruye a tu pueblo para las intensas batallas hasta el fin de las humillaciones, hasta el fin de las injusticias. Y en ese instante, en ese momento, estarás vos, amigo, militante de la CCC, hermano, guerrero qom Roberto López. Hasta la victoria siempre. Venceremos.