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28 de febrero de 2018

Aborto: no podemos mirar para otro lado

La opinión de un compañero médico

Mi nombre es Manuel De Battista, soy médico cirujano en el hospital Rossi de la ciudad de La Plata y como miembro del sistema público de salud de la provincia de Buenos Aires creo necesario tomar una real dimensión de lo que hablamos, cuando hablamos de aborto.
Como dijo Rene Favaloro: “Los ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo en secreto y no pasar vergüenza. Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto. Se nos mueren nenas en las villas y en sanatorios hacen fortunas sacándoles la vergüenza del vientre a las ricas. Con el divorcio decían que era el fin de la familia y solo fue el fin de la vergüenza de los separados ilegales. Con el aborto legal no habrá más ni menos abortos, habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar”
Para abordar este problema me gustaría valorar dos puntos de vista que suelen perderse en las discusiones acaloradas y de fanatismos. Las muertes por abortos clandestinos son un gran problema de salud pública, que se mantiene oculto. Mientras estudiaba la carrera, en la facultad de Cs. Medicas de la UNLP recuerdo haber estudiado problemas de salud como las epidemias de gripe A o las muertes por enfermedades infectocontagiosas, pero no se habla del aborto como un problema de la salud por el que mueren miles de mujeres por año. Después cuando salís de la facultad la realidad te golpea: estas de guardia y viene a la consulta una mujer que se practicó un aborto y esta complicada, está sangrando y con dolor ¿Qué tengo que hacer? ¿Es una delincuente? ¿Tengo que ayudarla o denunciarla?
Ya siendo medico en el hospital he atendido a mujeres, la mayoría de ellas muy jovencitas, que querían interrumpir su embarazo. Y si bien no puedo describir con palabras lo que ellas sienten, lo que puedo asegurar es que para ellas encontrar un profesional que las escuche, las entienda y principalmente no las juzgue por su decisión, les transforma la cara en el consultorio. La mayoría de las chicas llegan angustiadas, como sintiéndose culpables, muchas veces con la mirada de otro colega (a veces su ginecólogo de toda la vida) que les dijo “cómo vas a abortar”, “yo no te puedo ayudar”. La mujer que ha decidido interrumpir su embarazo, ya está decidida, lo va a hacer; lo mejor que podemos hacer los médicos es tratar de acompañar, entender, darle toda la información disponible y explicar los riesgos y cuidados que implica de su decisión, como hacemos con cada paciente que recurre a nosotros en busca de ayuda por un padecimiento.
Es un gran avance que este debate hoy esté en boca de todos, pero no olvidemos que no todos tenemos las mismas responsabilidades. El estado y el gobierno son responsables de fomentar una gran campaña de educación sexual, que es la principal herramienta de prevención para un problema de salud pública como el aborto. En segundo lugar, también es responsable de brindar la posibilidad de un método anticonceptivo seguro, gratuito y al alcance de todas las mujeres, sobre todo de aquellas que menos tienen, incluso promoviendo campaña en terreno para llegar a los lugares más profundos de nuestro país. Y en tercer lugar legalizar el aborto, que sea una práctica segura y gratuita; para que en todos aquellos casos en los que falló la prevención y el tratamiento anticonceptivo, no corra riesgo la vida de las mujeres.
Mujeres, ustedes llevan sobre sus espaldas la mitad del cielo y su deber es conquistarla.