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26 de agosto de 2015

 Es necesario defender el valor del peso. Y esto solo es posible con una reforma monetaria que quite todo el dinero a la especulación y ponga el nuevo dinero en la producción.

Acabar con la dependencia de los imperialismos

Para recuperar la soberanía monetaria y terminar con la inflación

 De entrada nomás, para 2016, los vencimientos registrados de la deuda pública externa requerirán 10.000 millones de dólares (u$s), sin contar los juicios de los holdouts y del Ciadi o los vencimientos de los tramos del swap con China, con los que el kirchnerismo ha reforzado el eslabón del “modelo” latifundista y de dependencia a los imperialismos que significa la deuda externa. A todo eso, hay que sumar en lo inmediato la deuda por “el grifo cambiario” a los importadores, que hoy ronda los u$s8.000 millones, y a los monopolios imperialistas por sus remesas de utilidades y dividendos, que ya significan más de u$s15.000 millones. En definitiva una mayor deuda en dólares que remacha aún más ese eslabón de la dependencia. Además está la letra intransferible en el Banco Central que vence en enero de 2016, por u$s9.500 millones, que el gobierno kirchnerista “le cargó” en 2006, para pagar cash al Fondo Monetario Internacional.
Esto no se resolverá a favor de los trabajadores y la producción tratando de continuar el modelo kirchnerista, con nuevas devaluaciones y ajustes (por más “graduales” que se propongan) como exigen los grandes terratenientes y usureros internacionales para que el país siga atado a la noria de la dependencia, sino rompiendo este eslabón de esa dependencia que es la deuda externa, suspendiendo los pagos para investigar la ilegítima y usuraria. “Las deudas se pagan, las estafas no”, como plantea el Frente Popular. Y junto a esto, la “renacionalización del 100% de nuestro gas, petróleo, minería, pesca, ferrocarriles e industria naval”.
La precariedad laboral, los bajos salarios, la desocupación y el hambre se pueden resolver en seis meses, con un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático. Porque, en el país, existen recursos técnicos y naturales (petróleo, gas, minerales, pesca, etc.) y más de un centenar de millones de hectáreas de tierras aptas para los cultivos y la cría de ganado.
Con los fondos que se obtengan del no pago de la deuda fraudulenta y usuraria, la eliminación del drenaje de utilidades y dividendos de los monopolios imperialistas y la estatización en un 100% de empresas como YPF, se pueden crear inmediatamente millones de puestos de trabajo, favoreciendo el desarrollo de la producción nacional y de las economías regionales. Y con la reforma agraria un millón de chacras, con todo lo que eso implicaría en desarrollo del mercado interno para la industria y el comercio y la provisión abundante y accesible de alimentos para el pueblo y materias primas para la industria.
 
Una reforma necesaria
Esto además requiere acabar con la especulación financiera montada sobre el déficit fiscal corrupto que nos lega el kirchnerismo –que hoy representa entre un 6 y un 7% del PBI– con vencimientos casi inmediatos de la acrecentada deuda pública interna en pesos y sus intereses, como los que surgen de la montaña de Letras que acumula el Banco Central y de los nuevos bonos de Kicillof, que llevan a una mayor devaluación del peso. Para lo que es necesario, como también plantea el PTP en el Frente Popular, recuperar la soberanía monetaria defendiendo el valor del peso. Y esto solo es posible con una reforma monetaria que quite todo el dinero a la especulación y ponga el nuevo dinero en la producción.
No se trata simplemente de cambiar el nombre del peso y seguir en la misma calesita, como ya se ha hecho otras veces. Tal reforma monetaria debe ser acompañada de una condonación de deudas de los trabajadores y empresarios nacionales para evitar las quiebras y exorbitantes costos financieros, un control de cambios efectivo para evitar toda especulación con monedas extranjeras, la nacionalización del crédito para asegurar su manejo adecuado en función de las reales necesidades del agro, la industria y el comercio nacionales, y la nacionalización del comercio exterior, con juntas reguladoras nacionales (como las de granos, carnes, frutihortícolas, yerba mate, tabaco, etc.) que garanticen precio sostén en origen a los pequeños y medianos chacareros, tamberos, quinteros y demás campesinos pobres y medios de todo el país.
Solo con una reforma monetaria de este tipo se puede favorecer y desarrollar la producción nacional y lograr un mejoramiento inmediato de las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo sin provocar nueva inflación, con medidas como las que proponen el PTP y el PCR en el Frente Popular.
Esto, estando claros que no se puede acabar definitivamente con la dependencia, la inflación y las devaluaciones del peso conciliando con los grandes terratenientes e imperialistas. Hay que luchar contra ese poder y las bases en que se sustenta. La expropiación de los grandes latifundios y entregar la tierra en propiedad a la juventud agraria, originarios, obreros rurales y semiproletarios, campesinos pobres y medios, en fin, a todos los que quieran tierra para trabajarla (un millón de chacras, plantea el Frente Popular), como una de las condiciones básicas para una ampliación sostenida del mercado interno y de la producción agraria e industrial nacional. De otra manera continuaremos siendo las eternas víctimas de la opresión y explotación latifundista e imperialista, y “su desarrollo” continuará devorándose todo esfuerzo productivo, y el país seguirá entrampado en el círculo de hierro inflación-devaluación-recesión.