Hace pocos días el cantante Chano Charpentier fue baleado por la policía en su vivienda, ubicada en un barrio privado de la provincia de Buenos Aires. Este hecho fue usado por varios medios hegemónicos para responder a los intereses de un sistema consumista, que no sólo produce estigmatización en las personas que están atravesando por situaciones similares, sino que son generadores de ideas, y en ello, mal informan.
Entendemos que lo acontecido refiere a un problema de salud, agravado por el consumo de sustancias, ocasionando esto, no solo un riesgo para la propia persona, sino también a quienes lo acompañan o se encuentran cercanos al mismo. Este hecho suele ser moneda corriente para la mayoría del pueblo que vive en condiciones de extrema vulnerabilidad. De esta situación es poco lo que se dice.
En un contexto agudizado por el coronavirus, se han agravado las condiciones de vida de la mayoría de la población, afectando principalmente a los más vulnerables, los niños, los jóvenes, las mujeres y los adultos mayores, y en ellos la salud mental es un tema que hay que dedicarle su atención. Por eso decimos que la situación se ha agravado de múltiples maneras. El consumo de sustancias (legales e ilegales) es un problema que a diario es la salida que este sistema le ofrece a miles como única posibilidad ante sus problemas. Toda sustancia química de origen natural o sintético, que al introducirse por cualquier vía, ejerce un efecto directo sobre el sistema nervioso central, ocasionando cambios específicos a sus funciones. Estas sustancias son capaces de inhibir el dolor, modificar el estado anímico y alterar las percepciones.
Lo que vivió Chano es lo que la mayoría de las veces ocurre con pibes y pibas en los barrios, que no son conocidos popularmente, no sólo que no sale en las noticias, sino que la respuesta con la que se los recibe es el aparato represivo estatal. Esta situación es grave y entendemos que no es con mano dura como se resuelven estos problemas, sino con políticas públicas que generen trabajo, educación, deporte cultura y salud para todos y todas.
Uno de los debates abiertos es acerca del marco normativo, con un Estado que no destina los recursos necesarios para afrontar lo que requiere el pueblo para otra calidad de vida. La única respuesta ante una realidad que abruma es la ineficiencia y la carencia de poder cumplir con la normativa vigente. Es un momento donde, teniendo en cuenta la gravedad de los padecimientos, el crecimiento de la pobreza, la desocupación, sobre todo de los más vulnerados, se debe tomar con suma responsabilidad política, para poder generar la apertura y lo que requiere llevar adelante políticas públicas que garanticen los derechos humanos de toda la población de manera integral y eficaz.
Desde el movimiento Ni un pibe menos por la droga, lo que hacemos todos los días en los centros comunitarios, centros barriales, comedores, merenderos y en los clubes barriales, no sólo habla de un abordaje comunitario, sino que parte de la integralidad de la persona. Nuestro punto de partida es conocer cómo viven estas personas que se encuentran vulneradas y maltratadas por quien debía garantizar el acceso a un sistema público de educación, de salud y trabajo, en muchos de ellos privados de todos sus derechos. Hay todo un entramado social frágil ante esta situación, donde la política ha sido a favor de los más poderosos, como la deuda contraída por el macrismo con el FMI, el desempleo, la inflación, que durante la pandemia se agravó, de manera tal que no aparece el Estado dando respuesta a los males, sino que desecha y descarta a las víctimas.
Este sistema fomenta el consumo, la cultura del reviente, y produce descartes. El Estado responde con represión y con políticas insuficientes para los males que aquejan. Es ahí donde hay que prestar atención, es ahí donde hay que cambiarlo todo.
Frente a ello, el pueblo siempre tuvo distintas formas de afrontar y pelear las difíciles situaciones que le tocó para transformar la dura realidad en la que viven. Para nosotros, hoy en la pandemia, la pelea del armado del comité de crisis y nuestras Casas de atención, han marcado el camino. El pueblo se organiza, jugando un papel activo frente al problema, se colectiviza el objetivo y se trabaja para cambiarlo, se construye y se producen grandes cosas. Eso es lo que pasa hoy en muchos lugares de nuestro país, con un Movimiento que es nacional y que pelea todos los días por otro futuro para los pibes y las pibas, que parte de las necesidades del pueblo, desde el centro del problema, con el protagonismo en la gente de cada lugar, el trabajo en equipo, y peleando por condiciones de vida dignas, que contienen la integralidad del sujeto, con el protagonismo del pueblo, junto a los profesionales, la vinculación con otras organizaciones y el armado de redes, es lo que nos enseña todos los días que la “salida es colectiva”.
La salida es transformar esta realidad de fondo. Para ello trabajamos en cada lugar, con el protagonismo de todos, donde el trabajo, la educación, el deporte, la cultura y la salud sean de todos y para todos.
La salida siempre es colectiva, y más que nunca, como dijo Enrique Pichon Riviére: “En tiempos de incertidumbre y desesperanza, es imprescindible gestar proyectos colectivos desde donde planificar la esperanza junto a otros”.
Corresponsal
Hoy N° 1875 04/o8/2021