Masas muy grandes, compañeros, buscan un camino pacífico. Tienen la ilusión de que van a conseguir resolver sus problemas con un camino pacífico; tienen esa esperanza. Inclusive cuando un sector de la clase obrera, en el ’83 votó a Alfonsín, lo hizo creyendo que por ese camino iba a resolver sus problemas, y por eso lo volvieron a votar en el ’85, equivocados desde ya. Pero cuando calaron la mentira del alfonsinismo lo castigaron sin piedad en el ’87, impusieron la fórmula Menem-Duhalde en el justicialismo y acaban de reventar las urnas en las elecciones del 14 de mayo de 1989.
Masas de millones de mujeres y de hombres buscan ese camino. Han abierto un sendero en la maleza y tratan de avanzar. Nosotros, que somos partidarios de la revolución, que somos revolucionarios, que creemos que sin la revolución no habrá democracia estable en la Argentina, que no habrá conquistas estables para nuestro pueblo sin esa revolución y no habrá liberación de la patria sin ella, estamos dispuestos a acompañar a esas masas en esa experiencia. Porque sabemos que la revolución la hacen las masas, y sin esas masas no habrá revolución en la Argentina. Por eso nosotros las vamos a acompañar en esa experiencia, las estamos acompañando.
Y hay que decir. Compañeros, que esas masas no se equivocaron el 14 de mayo cuando votaron al Frejupo, porque buscaron el único camino que en las condiciones concretas de la Argentina puede permitir resolver los problemas más acuciantes de nuestro pueblo, las necesidades más urgentes, como hay muchas pintadas que dicen “Vote Menem-Duhalde para volver a tomar mate, para poder comer”.
No se equivocaron, porque el triunfo del Frejupo crea mejores condiciones para la lucha popular y permite, también, acumular fuerzas para la revolución que madura en la Argentina y que madura en el mundo. (…)
A una gran oleada sucede un gran reflujo, y allí cantan victoria los contrarrevolucionarios, como han cantado en estos años, desde 1976, en todo el mundo. Pero cuando la oleada avanza, supera la oleada anterior, va más adelante que la oleada anterior. Como diría Mao: “luchar, fracasar; luchar, fracasar; hasta triunfar. Esta es la ley de los procesos revolucionarios en todo el mundo”.
Por eso, compañeros ¿cómo no conmemorar con alegría este vigésimo aniversario del Cordobazo? ¿Cómo no conmemorarlo con alegría, si renace en nosotros con fuerza –nunca la perdimos, pero renace– la certeza de la victoria? Nosotros, revolucionarios, que hemos sido calumniados, injuriados por los revisionistas desde hace tantos años, celebramos, conmemoramos, entonces, en estas condiciones, el vigésimo aniversario del Cordobazo.
Y ya que hablamos de China, yo recodaría los últimos versos de una poesía de Mao Tsetung. Cuando Mao subió al monte Chingkang en el año 1965 –casi treinta años después de que con ochocientos guerrilleros hambrientos y andrajosos comenzó la lucha armada por la liberación de China, lucha que terminó en 1949 con el triunfo de la Revolución China– dijo Mao que “Todo es posible de conseguir en el mundo si uno se atreve a escalar las alturas”. Y el pueblo argentino, compañeros, se prepara a escalar grandes cimas.
Hoy N° 1794 04/12/2019