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11 de noviembre de 2010


Agregado a la Resolución sobre Situación Política Internacional

Documentos del PCR / tomo 6

1. Desde la apro­ba­ción de las Tesis de Situación inter­na­cio­nal a la actua­li­dad, en poco más de seis meses se han pro­du­ci­do cam­bios ver­ti­gi­no­sos en la situa­ción inter­na­cio­nal, espe­cial­men­te en Europa Oriental. Esos cam­bios han con­fir­ma­do las tesis fun­da­men­ta­les de aque­lla reso­lu­ción en tanto otras han enve­je­ci­do.

1. Desde la apro­ba­ción de las Tesis de Situación inter­na­cio­nal a la actua­li­dad, en poco más de seis meses se han pro­du­ci­do cam­bios ver­ti­gi­no­sos en la situa­ción inter­na­cio­nal, espe­cial­men­te en Europa Oriental. Esos cam­bios han con­fir­ma­do las tesis fun­da­men­ta­les de aque­lla reso­lu­ción en tanto otras han enve­je­ci­do.

2. Se con­fir­mó como uno de los ras­gos prin­ci­pa­les de la situa­ción inter­na­cio­nal que “se abrió un perío­do de dis­ten­sión en las rela­cio­nes entre las dos super­po­ten­cias” y que esto des­em­pe­ña un papel deci­si­vo en los asun­tos inter­na­cio­na­les, ya que, aun­que los Estados Unidos y la URSS están debi­li­ta­das y afron­tan nume­ro­sos y gra­ves pro­ble­mas, tie­nen aún más del 36% de la pro­duc­ción mun­dial y son, por mucho, las prin­ci­pa­les poten­cias mili­ta­res.
Después de apro­ba­das las Tesis se rea­li­zó la reu­nión de Malta entre Bush y Gorbachov. Esta reu­nión fue ace­le­ra­da por los acon­te­ci­mien­tos mun­dia­les y pre­pa­ró la recien­te reu­nión, en Washington, de ambos jefes de Estado. La reu­nión de Malta fijó los lími­tes de un repar­to de “esfe­ras de influen­cia” entre los EE.UU. y la URSS, a nivel mun­dial. Ambas super­po­ten­cias acuer­dan en limi­tar las opcio­nes de las poten­cias emer­gen­tes (Japón y la Comunidad Económica Europea) que pue­den arre­ba­tar­les su posi­ción domi­nan­te. La URSS hizo impor­tan­tes con­ce­sio­nes: acor­dó des­vin­cu­lar el pro­ble­ma del arma­men­to nucle­ar estra­té­gi­co del plan de “gue­rra de las gala­xias”; des­man­te­lar la esta­ción de radar de Krasnoyarsk, etc. Así se des­tra­bó la dis­cu­sión sobre des­ar­me de armas estra­té­gi­cas (desde ya: éste es rela­ti­vo y no afec­ta lo fun­da­men­tal del pode­río mili­tar de nin­gu­na de las dos super­po­ten­cias). Malta y Washington demos­tra­ron que ambas super­po­ten­cias nece­si­tan la dis­ten­sión y el mejo­ra­mien­to de sus rela­cio­nes, para ganar tiem­po nego­cian­do el des­ar­me (par­cial y prin­ci­pal­men­te de sus armas obso­le­tas). La URSS por lo difí­cil de la situa­ción inter­na y la grave situa­ción en el Este euro­peo y los EE.UU. por­que no han podi­do resol­ver ni sus défi­cit pre­su­pues­ta­rios y de comer­cio exte­rior y cre­cen sus roces con Japón y Europa Occidental. La situa­ción en Europa Oriental y el pro­ce­so de uni­fi­ca­ción de las dos Alemanias han for­za­do a los EE.UU. y a la URSS a coo­pe­rar para evi­tar el des­con­trol de la situa­ción euro­pea. Los EE.UU. y la URSS han dis­cu­ti­do, en esas dos reu­nio­nes, los lla­ma­dos “con­flic­tos regio­na­les”. Como resul­ta­do de los acuer­dos a los que arri­ba­ron, la URSS influ­yó en Centroamérica para faci­li­tar cam­bios favo­ra­bles a los yan­quis en Nicaragua, El Salvador y otros paí­ses y cerró los ojos ante la inva­sión yan­qui a Panamá; y los EE.UU. se cru­za­ron de bra­zos ante la rebe­lión litua­na, dis­mi­nu­ye­ron el abas­te­ci­mien­to de armas a los gue­rri­lle­ros afga­nos, a cam­bio de con­ce­sio­nes sovié­ti­cas en Angola y Namibia, pre­sio­na­ron a las auto­ri­da­des de Áfri­ca del Sur para que rea­li­cen cier­tas refor­mas y deja­ron a la URSS ope­rar, con rela­ti­va liber­tad, en Rumania, Bulgaria y otros paí­ses del Este.

3. Los inte­re­ses estra­té­gi­cos de la URSS y de los EE.UU. los lleva y los lle­va­rá a com­pe­tir y a con­fron­tar. Es la prin­ci­pal con­tra­dic­ción inte­rim­pe­ria­lis­ta actual. Por eso no pue­den dejar, nin­gu­na de ellas, de mejo­rar la alta tec­no­lo­gía mili­tar y sus esfuer­zos por dis­ten­der los con­flic­tos regio­na­les los hacen sin per­der total­men­te su influen­cia, sin resig­nar a fondo posi­cio­nes cla­ves, en esas regio­nes. Esto vale tanto para la influen­cia yan­qui en los acon­te­ci­mien­tos del Este euro­peo como para la influen­cia sovié­ti­ca en el Caribe, Medio Oriente o el Sudeste asiá­ti­co.

4. Bush, antes de la reu­nión de Malta, cam­bió su línea res­pec­to del gobier­no sovié­ti­co de Gorbachov. Cambió, por ahora, su cau­te­la ante éste por un apoyo polí­ti­co des­ti­na­do a influir en la situa­ción inter­na sovié­ti­ca a favor de la línea gor­ba­cho­via­na. Este es uno de los hechos más des­ta­ca­dos de la situa­ción inter­na­cio­nal actual: Gorbachov enfren­ta cada día mayo­res difi­cul­ta­des inter­nas y, simul­tá­nea­men­te, tiene el apoyo para su polí­ti­ca de Bush, Thatcher, Khol y otros jefes occi­den­ta­les. Ese apoyo se hace desde las dife­ren­tes posi­cio­nes que sos­tie­nen esos jefes occi­den­ta­les, que hoy con­flu­yen en el res­pal­do a la línea gor­ba­cho­via­na. La línea yan­qui en este terre­no fue for­mu­la­da así por James Baker: “Ya que no es fácil pre­de­cir el futu­ro de Gorbachov, tene­mos que ace­le­rar nues­tra acción a fin de con­cluir los acuer­dos sobre el con­trol de arma­men­tos y atar de pies y manos a los suce­so­res de Gorbachov” (Pekín Informa 15-4-90).

5. Esta situa­ción ha rea­bier­to el deba­te sobre la evi­ta­bi­li­dad de la gue­rra mun­dial en con­di­cio­nes de la sub­sis­ten­cia del capi­ta­lis­mo y el impe­ria­lis­mo. Es cono­ci­da la afir­ma­ción dengs­ia­o­pin­gnis­ta según la cual, si se llega al año 2000 habien­do evi­ta­do la gue­rra mun­dial, ésta ya no será posi­ble. Al igual que Jruschov, Deng Siaoping niega la vali­dez actual de las tesis mar­xis­tas sobre la gue­rra y la revo­lu­ción.
Sin embar­go el rasgo más impor­tan­te de la actual situa­ción inter­na­cio­nal, el que tiñe total­men­te los cam­bios y expli­ca inclu­so la nece­si­dad para las dos super­po­ten­cias de acor­dar una momen­tá­nea dis­ten­sión, es el ace­le­ra­do pro­ce­so mun­dial de rea­gru­pa­mien­to de fuer­zas, de redis­tri­bu­ción del mundo entre los gran­des gru­pos mono­po­lis­tas –pro­ce­so ana­li­za­do por las Tesis– median­te gigan­tes­cas fusio­nes y absor­ción de empre­sas, mer­ca­dos comu­nes, sur­gi­mien­to de nue­vas poten­cias. Este ace­le­ra­do pro­ce­so mun­dial de rea­gru­pa­mien­to de fuer­zas, las modi­fi­ca­cio­nes –rela­ti­vas– ope­ra­das en lo eco­nó­mi­co, mani­fies­tan una deci­di­da ten­den­cia a que en los pró­xi­mos años se pro­duz­can cam­bios en la situa­ción polí­ti­ca y mili­tar inter­na­cio­nal, empu­ja­dos por el sur­gi­mien­to de nue­vas poten­cias. Este pro­ce­so lle­va­rá ine­xo­ra­ble­men­te a una lucha feroz por los mer­ca­dos que, según indi­ca la expe­rien­cia de este siglo no podrá resol­ver­se sólo por medios pací­fi­cos.
Hace 40 años el Producto Bruto Interno de los EE.UU. y la URSS, suma­dos, era el 55% del mun­dial. Hoy ape­nas llega al 36%. Japón, que tenía el 1%, hoy está entre el 12 y el 13% y la Comunidad Económica Europea casi en el 25%. En cuan­to al comer­cio exte­rior la par­ti­ci­pa­ción yan­qui decli­nó del 16 al 10% mien­tras la Comunidad Económica Europea pasó del 27 al 37% y el Japón del 1 al 10%. Ya el Japón es el país más rico del mundo: su pro­me­dio de bie­nes por fami­lia supe­ra al de los EE.UU. (28 millo­nes de yenes en Japón y 24 millo­nes en EE.UU.). Japón supe­ra a los EE.UU. en las inver­sio­nes para el desa­rro­llo de las cien­cias bási­cas. Y aun­que por un tiem­po pro­lon­ga­do tanto la URSS como EE.UU. serán supe­rio­res mili­tar­men­te, ya no pue­den decir, con faci­li­dad, la últi­ma pala­bra en los acon­te­ci­mien­tos inter­na­cio­na­les. La situa­ción yan­qui se agra­va por el carác­ter cada día más espe­cu­la­ti­vo de su eco­no­mía y la situa­ción sovié­ti­ca por sus gra­ves pro­ble­mas eco­nó­mi­cos y la rebe­lión de las masas en su vasto impe­rio.
Al mismo tiem­po la recien­te reu­nión de Washington entre Bush y Gorbachov demues­tra que el punto cen­tral de con­fron­ta­ción entre ambas super­po­ten­cias está en Europa y, en espe­cial, en Alemania, y que la dis­pu­ta en torno a este punto no sólo no se ha apa­ci­gua­do con los cam­bios recien­tes sino que, con nue­vas for­mas, se ha incre­men­ta­do.
Por eso pode­mos afir­mar que el rasgo prin­ci­pal de la situa­ción inter­na­cio­nal actual, el que carac­te­ri­za la coyun­tu­ra polí­ti­ca, es la dis­ten­sión en las rela­cio­nes entre las dos super­po­ten­cias. Pero lo per­ma­nen­te en esta rela­ción es la com­pe­ten­cia.

6. La intro­duc­ción de la micro­e­lec­tró­ni­ca, la auto­ma­ti­za­ción, el rayo láser, la bio­ge­né­ti­ca y la robó­ti­ca está pro­du­cien­do gigan­tes­cos cam­bios en la pro­duc­ción. Estos cam­bios han sido empu­ja­dos por la com­pe­ten­cia y la lucha por los mer­ca­dos entre los mono­po­lios y han desa­rro­lla­do, a la vez, aún más, la con­cen­tra­ción mono­po­lis­ta, En los últi­mos meses hemos cono­ci­do la fusión o absor­ción de dis­tin­tos gru­pos mono­po­lis­tas. En la rama del auto­mo­tor se pro­du­jo el acuer­do entre el grupo Jaguar y Ford; y entre la Renault y la Volvo por la cual este nuevo grupo pasa­rá a ser el ter­cer fabri­can­te mun­dial de camio­nes, atrás de la General Motors y la Daimler Benz y los pri­me­ros fabri­can­tes de camio­nes de más de 15 tone­la­das. El recien­te acuer­do entre la Dailmer Benz y la Mitsubishi ha pues­to de pie un gigan­te en las ramas del auto­mo­tor, la elec­tró­ni­ca, la aero­náu­ti­ca y los ser­vi­cios, que ame­na­za, en el área aero­náu­ti­ca, el pre­do­mi­nio mun­dial de la Boeing.
La trans­for­ma­ción téc­ni­ca del pro­ce­so de pro­duc­ción ha sido enor­me pero se esti­ma que los sal­tos revo­lu­cio­na­rios en este terre­no se pro­du­ci­rán para los ini­cios del pró­xi­mo siglo.
Si se obser­va el pro­ce­so de fusio­nes inter­mo­no­pó­li­cas se verá en la super­fi­cie uni­dad y acuer­dos. Que pare­cen coin­ci­dir con la dis­ten­sión polí­ti­ca en mar­cha. Pero, si se obser­va ese pro­ce­so con más aten­ción, se nota­rá un gigan­tes­co rea­gru­pa­mien­to de fuer­zas pro­ta­go­ni­za­do por los gran­des gru­pos mono­po­lis­tas. Reagrupamiento de una mag­ni­tud nunca visto, que tiene por obje­ti­vo la dis­pu­ta de los mer­ca­dos y que sólo podrá rea­li­zar­se en forma pací­fi­ca, sin cho­ques béli­cos, de una mane­ra limi­ta­da. Especialmente por­que el cen­tro de la dis­pu­ta es Europa; y si inter­na­cio­nal­men­te puede obser­var­se una cier­ta esta­bi­li­dad, en Europa crece la ines­ta­bi­li­dad, lo que abre un momen­to de peli­gros incal­cu­la­bles en el cen­tro mun­dial en dis­pu­ta.
A la vez la irra­cio­na­li­dad capi­ta­lis­ta apa­re­ce en toda su mag­ni­tud con esos cam­bios téc­ni­cos. Por un lado se obser­va un gigan­tes­co aumen­to de la pro­duc­ti­vi­dad y por otro un impre­sio­nan­te des­pil­fa­rro y des­per­di­cio de tec­no­lo­gías y fuer­zas pro­duc­ti­vas que están con­de­na­das a desa­pa­re­cer ape­nas nacen. Esto suce­de, por ejem­plo, en el terre­no de los chips de memo­ria para las com­pu­ta­do­ras. En 1986 la tec­no­lo­gía más avan­za­da metía 64.000 ele­men­tos de memo­ria en un chip inte­gra­do de 3 milí­me­tros de lado. La Siemens ini­ció enton­ces la cons­truc­ción ace­le­ra­da, en Alemania, de una fábri­ca, para pro­du­cir, a gran esca­la, memo­rias de un millón de ele­men­tos en un chip, con la segu­ri­dad de poder copar el mer­ca­do euro­peo. Cuando ter­mi­nó de cons­truir la fábri­ca ya se fabri­ca­ban chips que meten 4 millo­nes de ele­men­tos.
Se ha abier­to un pro­ce­so en el que todos los mono­po­lios quie­ren “tener un pie en Europa” antes de 1992; y los euro­peos se pre­o­cu­pan por “defen­der a Europa” para los mono­po­lios euro­peos. Mientras, en Asia, los yan­quis cer­can y aco­san a Japón invir­tien­do en Corea (que ya es uno de los mayo­res pro­duc­to­res de com­pu­ta­do­ras) y en Taiwán, Tailandia, etc., para la pro­duc­ción masi­va de con­jun­tos arma­dos y para cons­truir gran­des fábri­cas auto­ma­ti­za­das, apro­ve­chan­do la bara­tu­ra de mano de obra (inclu­so la espe­cia­li­za­da).
La expor­ta­ción de tec­no­lo­gía se ha trans­for­ma­do en una forma moder­na de expor­tar capi­ta­les. Esas tec­no­lo­gías son el pro­duc­to de gigan­tes­cas inver­sio­nes de capi­ta­les super­con­cen­tra­dos en las metró­po­lis impe­ria­lis­tas, que gene­ran sucu­len­tos bene­fi­cios a los mono­po­lios que las pro­du­cen.
Todo esto gene­ra en el movi­mien­to obre­ro y revo­lu­cio­na­rio un deba­te de fondo: ¿todo este pro­ce­so tec­no­ló­gi­co y mono­po­lis­ta con­fir­ma o niega las tesis esen­cia­les del capi­ta­lis­mo y del impe­ria­lis­mo des­cu­bier­tas por Marx y Lenin? Nosotros afir­ma­mos en nues­tras Tesis que las con­fir­man.

7. A fines de 1989 los acon­te­ci­mien­tos en el Este euro­peo se pre­ci­pi­ta­ron. Se gene­ra­li­zó una gigan­tes­ca rebe­lión de masas que, en algu­nos luga­res, bor­deó la posi­bi­li­dad de un alza­mien­to revo­lu­cio­na­rio con­tra la opre­sión del socia­lim­pe­ria­lis­mo sovié­ti­co. Se exten­dió la rebe­lión de las nacio­na­li­da­des opri­mi­das en la URSS y en algu­nas de ellas se pro­du­je­ron cho­ques arma­dos con­tra las tro­pas rusas. Millones de obre­ros se lan­za­ron a la lucha huel­guís­ti­ca y orga­ni­za­ron sin­di­ca­tos y comi­tés de fábri­ca inde­pen­dien­tes. Se pro­du­je­ron huel­gas y mani­fes­ta­cio­nes cam­pe­si­nas y estu­dian­ti­les. Todo el Este euro­peo es un enor­me vol­cán en ebu­lli­ción. Se ha evi­den­cia­do, en la URSS, la con­tra­dic­ción fun­da­men­tal entre el carác­ter social de la pro­duc­ción y la apro­pia­ción de la misma por una bur­gue­sía buro­crá­ti­ca, mono­po­lis­ta, de nuevo tipo. Se agra­vó la situa­ción eco­nó­mi­ca en la URSS y la pers­pec­ti­va inme­dia­ta es que se agra­ve aún más. Se ha hecho públi­ca la exis­ten­cia de 43 millo­nes de pobres en la URSS y de millo­nes de deso­cu­pa­dos. Las cla­ses domi­nan­tes tie­nen nece­si­dad de arro­jar la más­ca­ra comu­nis­ta que usa­ban y mos­trar­se cada día más como real­men­te son: una bur­gue­sía mono­po­lis­ta explo­ta­do­ra. Se demos­tró que diez años de gue­rra colo­nia­lis­ta en Afganistán pro­du­je­ron en la URSS simi­la­res con­se­cuen­cias a las que pro­du­jo la gue­rra de Vietnam en los EE.UU. Cayó el muro de Berlín. Cayeron los gobier­nos que pre­ten­dían regu­lar la tran­si­ción gor­ba­cho­via­na en Alemania Democrática, Hungría y Checoslovaquia. Se agra­vó la cri­sis pola­ca. Los pla­nes gor­ba­cho­via­nos sufrie­ron un duro golpe con las derro­tas elec­to­ra­les de sus par­ti­dos social­de­mo­cra­ti­za­dos, y de la pro­pia social­de­mo­cra­cia, en Alemania, Hungría y Checoslovaquia. Se frac­tu­ró el par­ti­do “comu­nis­ta” sovié­ti­co. Los hechos últi­mos demues­tran que en los cam­bios que se pro­du­cen en la URSS influ­yen varios fac­to­res prin­ci­pa­les: la cri­sis eco­nó­mi­ca hizo emer­ger la con­tra­dic­ción prin­ci­pal entre la pro­duc­ción social y su apro­pia­ción por la bur­gue­sía buro­crá­ti­ca mono­po­lis­ta de Estado y tam­bién las con­tra­dic­cio­nes de la clase domi­nan­te gran rusa con las nacio­na­li­da­des opri­mi­das; la rebe­lión de masas con­tra el des­po­tis­mo social­fas­cis­ta; las con­se­cuen­cias de la gue­rra colo­nia­lis­ta en Afganistán; la polí­ti­ca gor­ba­cho­via­na de eli­mi­nar la falsa apa­rien­cia mar­xis­ta-leni­nis­ta para apa­re­cer como son, como un país en donde –en con­di­cio­nes y con for­mas par­ti­cu­la­res– se res­tau­ró el capi­ta­lis­mo, polí­ti­ca que agu­di­zó las divi­sio­nes en la clase domi­nan­te en la URSS; todo esto en las con­di­cio­nes de los cam­bios que pro­du­jo la polí­ti­ca yan­qui, a par­tir de la pre­si­den­cia de Reagan, cam­bios que obli­ga­ron a serias modi­fi­ca­cio­nes en la polí­ti­ca sovié­ti­ca. En cuan­to al Este euro­peo han influi­do en los' cam­bios: la cri­sis eco­nó­mi­ca; la rebe­lión de las masas con­tra el des­po­tis­mo social­fas­cis­ta y la opre­sión nacio­nal; la acción de los mono­po­lios occi­den­ta­les; y el pro­yec­to gor­ba­cho­via­no. De estos fac­to­res, tanto en la URSS como en el Este euro­peo, el prin­ci­pal fac­tor es el movi­mien­to de masas, aun­que éstas actúen diri­gi­das por fuer­zas bur­gue­sas y peque­ño­bur­gue­sas.
En rela­ción con todo esto hay quie­nes plan­te­an que el impe­rio socia­lim­pe­ria­lis­ta se “des­mem­bra”, o se “des­mo­ro­na”. Que en América Latina la URSS ha deja­do el campo libre a su rival yan­qui y a las otras poten­cias impe­ria­lis­tas. Que “aban­do­na” el Este euro­peo, etc.
Estas opi­nio­nes en el fondo nie­gan el carác­ter impe­ria­lis­ta de la URSS. O creen que ese carác­ter ha cam­bia­do con el glas­not y la “per­es­troi­ka”.
Pero la situa­ción no es así de nin­gu­na mane­ra. Si bien es cier­to que en el últi­mo perío­do la URSS se ha debi­li­ta­do en mayor grado que los EE.UU., y tam­bién que desde que Reagan llegó al gobier­no ya la URSS per­dió la ofen­si­va glo­bal que había teni­do en la déca­da del 70 fren­te a los yan­quis, no sólo el socia­lim­pe­ria­lis­mo no ha cedi­do nin­gu­na de sus pre­sas sino que defien­de feroz­men­te la pose­sión de cada una de ellas. Cuando se ve obli­ga­do a retro­ce­der y ceder se pre­o­cu­pa por hacer­lo en con­di­cio­nes que, en el futu­ro, le per­mi­tan con­tra­gol­pe­ar. Esto vale tanto para Lituania como para Armenia o Georgia. Tanto para Rumania como para Alemania o Nicaragua. Para Cuba como para Camboya. Para Afganistán como para Angola. Lo fun­da­men­tal de las tro­pas sovié­ti­cas esta­cio­na­das en el Este euro­peo aún no han aban­do­na­do sus cuar­te­les. A cam­bio de las con­ce­sio­nes hechas a los yan­quis y del acuer­do con éstos para blo­que­ar un for­ta­le­ci­mien­to inde­pen­dien­te de Europa Occidental, la URSS ha con­se­gui­do con­ce­sio­nes de los yan­quis. Estos han dis­mi­nui­do su ayuda a las gue­rri­llas que enfren­ta­ban al socia­lim­pe­ria­lis­mo en paí­ses de Asia y Áfri­ca. La URSS ha con­se­gui­do avan­zar polí­ti­ca­men­te' en Irán y Medio Oriente y en el Sudeste asiá­ti­co y el Pacífico. Militarmente retro­ce­dió en Afganistán pero avan­zó allí polí­ti­ca­men­te.
Todavía está por verse el fin de la par­ti­da. Principalmente en la cues­tión ale­ma­na y en los ali­nea­mien­tos deci­si­vos para la lucha por la hege­mo­nía mun­dial. Si por un lado se ve que una Alemania des­ar­ma­da es una ilu­sión en la época del impe­ria­lis­mo, por otro se ha demos­tra­do apre­su­ra­da la ale­gría de Khol y de Bush que ya veían a Alemania unida y den­tro de la OTAN. La URSS aspi­ra a ser el gen­dar­me mili­tar de la “casa común euro­pea” que pro­pug­na. Se demues­tra que el obje­ti­vo máxi­mo de la “per­es­troi­ka” es la neu­tra­li­za­ción euro­pea e, inclu­so, la alian­za con una Alemania o una Europa con­ti­nen­tal social­de­mo­cra­ti­za­da. Es una vana ilu­sión naci­da de cabe­zas tras­no­cha­das pen­sar que la URSS se reti­ra­rá de Alemania Democrática sin una revo­lu­ción que la expul­se de allí o sin impo­ner sus con­di­cio­nes. Un cola­bo­ra­dor de Gorbachov decla­ró a la revis­ta Time– “si nos reti­ra­mos de Alemania, el hecho podría ser inter­pre­ta­do como que hemos per­di­do la gue­rra fría; pero si per­mi­ti­mos que Alemania uni­fi­ca­da sea miem­bro de la OTAN, esto podría ser inter­pre­ta­do como que hemos per­di­do la gue­rra mun­dial. Algo evi­den­te­men­te inacep­ta­ble para el pue­blo sovié­ti­co” (Propuesta, 7-6-90). Como expli­có el diri­gen­te sovié­ti­co Valentín Falín en Clarín del 10-6-90: el pro­ble­ma de la ali­nea­ción ale­ma­na se debe deci­dir en con­jun­to (en las reu­nio­nes lla­ma­das de los “dos más cua­tro”: las dos Alemanias más las cua­tro poten­cias ven­ce­do­ras en la gue­rra mun­dial) y no por los ale­ma­nes solos; “un acuer­do de paz pri­me­ro –dice Falín– y luego la auto­de­ter­mi­na­ción ale­ma­na”, con la con­di­ción que “Alemania no debe­rá fabri­car, poseer, ni esta­cio­nar, armas de des­truc­ción masi­va en su terri­to­rio”. La “carta” de la reu­ni­fi­ca­ción ale­ma­na* (al igual que la “carta” cuba­na) aún está en las manos sovié­ti­cas y está por verse el resul­ta­do final de este rea­li­nea­mien­to de fuer­zas a esca­la mun­dial. Más aún si se tiene en cuen­ta que tam­po­co está claro si se incli­na­rá, y en tal caso hacia qué lado se incli­na­rá, la República Popular China en ese rea­gru­pa­mien­to mun­dial de fuer­zas.
*    La presencia de las tropas soviéticas en el territorio de Alemania Oriental establecida de acuerdo a los tratados de Yalta y Postdam, al fin de la Segunda Guerra Mundial, condicionó la unificación alemana.

8. Continúa la decli­na­ción del impe­ria­lis­mo yan­qui. Su eco­no­mía está seria­men­te endeu­da­da. Para el año 2000, si no revier­te esta situa­ción, paga­rá un billón tres­cien­tos mil millo­nes de dóla­res por año de inte­re­ses por su deuda públi­ca. Sigue tenien­do difi­cul­ta­des para mejo­rar la com­pe­ti­ti­vi­dad de su eco­no­mía, lo que se expre­sa en el cró­ni­co défi­cit de su comer­cio exte­rior. Pese a esto, apro­ve­chan­do las difi­cul­ta­des y la com­pli­ci­dad sovié­ti­ca, pudo resol­ver a su favor la situa­ción en Panamá y en Nicaragua sin haber podi­do, sin embar­go, aplas­tar la rebe­lión anti­yan­qui en toda esa área ni la influen­cia de la otra super­po­ten­cia en la región, ya que el Ejército san­di­nis­ta sigue en pie, al igual que la gue­rri­lla sal­va­do­re­ña y algu­nos sec­to­res siguen empu­jan­do la lucha gue­rri­lle­ra en Guatemala y no se ha podi­do aún liqui­dar al gobier­no de Fidel Castro.
El impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­ca­no, tras los acuer­dos de Malta, inter­vi­no mili­tar­men­te en Panamá. Tras el pre­tex­to de la par­ti­ci­pa­ción de Noriega en el nar­co­trá­fi­co está en rea­li­dad el con­trol estra­té­gi­co del canal de Panamá y del área cen­tro­a­me­ri­ca­na en gene­ral. La resis­ten­cia del pue­blo y el gobier­no pana­me­ños sólo contó con débi­les decla­ra­cio­nes de apoyo de algu­nos paí­ses lati­no­a­me­ri­ca­nos.
Las elec­cio­nes de Nicaragua die­ron el triun­fo a la alian­za opo­si­to­ra UNO, en la que coe­xis­ten fuer­zas que par­ti­ci­pa­ron en la insu­rrec­ción con­tra Somoza, como Violeta Chamorro, y fuer­zas pro­yan­quis. Influyó en este resul­ta­do la situa­ción eco­nó­mi­ca y social de las masas, que al no resol­ver­se los pro­ble­mas eco­nó­mi­cos de fondo, crea­dos por la estruc­tu­ra lati­fun­dis­ta y depen­dien­te, había ido empeo­ran­do pro­gre­si­va­men­te.
Aplicando las “moder­nas” teo­rías del socia­lim­pe­ria­lis­mo sovié­ti­co, el gobier­no san­di­nis­ta no entre­gó en pro­pie­dad las tie­rras entre los cam­pe­si­nos, con­ser­vó gran­des lati­fun­dios y desa­lo­jó a los mizkitos de sus tie­rras, tras­la­dán­do­los con­tra su volun­tad e impi­dién­do­les la sub­sis­ten­cia basa­da en la pesca. Así se gene­ró el des­con­ten­to de los cam­pe­si­nos y de los indios miz­ki­tos y otros pue­blos, en el cual se basa­ron los “con­tras” para esta­bi­li­zar su acción mili­tar pro­yan­qui con­tra el gobier­no pro­so­vié­ti­co de Nicaragua.
La derro­ta del Frente Sandinista de Liberación Nacional no es la derro­ta de la clase obre­ra y el pue­blo. Es la derro­ta de un cami­no que trai­cio­na los inte­re­ses revo­lu­cio­na­rios de los pue­blos al colo­car­se en una posi­ción de subor­di­na­ción a la URSS para libe­rar­se de los EE.UU. Este cami­no no sólo cie­rra el paso a la posi­bi­li­dad de una ver­da­de­ra revo­lu­ción popu­lar y nacio­nal, sino que es incapaz de derro­tar al impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­ca­no, gen­dar­me de los pue­blos cen­tro­a­me­ri­ca­nos, que no dejó de aco­sar a Nicaragua un solo día. En el marco de los acuer­dos de Malta el gobier­no de Violeta Chamorro nego­cia ahora con el san­di­nis­mo (que man­ti­e­ne la direc­ción del Ejército) y ha logra­do el des­ar­me de los “con­tras”.
Por otro lado, los yan­quis logra­ron rever­tir, rela­ti­va­men­te, el pro­ce­so que, en 1988, ame­na­zó con impo­ner una segui­di­lla de gobier­nos popu­lis­tas en América del Sur (Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina). Lograron impo­ner una sali­da con­di­cio­na­da en Chile. Los yan­quis han mejo­ra­do sus posi­cio­nes en América del Sur, pero enfren­tan una dura com­pe­ten­cia de sus riva­les euro­peos, sovié­ti­cos y japo­ne­ses. También com­pi­ten con las pro­pias bur­gue­sías nacio­na­les de esta región. No han hecho lo que han que­ri­do en Perú, Colombia, Ecuador, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Argentina. Y crece en todos estos paí­ses la lucha obre­ra y popu­lar.
Tanto el socia­lim­pe­ria­lis­mo como los impe­ria­lis­mos euro­peos riva­les de los yan­quis difun­den aquí la ver­sión según la cual los yan­quis hacen y des­ha­cen a su anto­jo en América Latina y las polí­ti­cas de los gobier­nos bur­gue­ses de América del Sur serían la meta eje­cu­ción de los famo­sos docu­men­tos de Santa Fe.*
Aprovechando las difi­cul­ta­des de las dos super­po­ten­cias, los mono­po­lios de las poten­cias impe­ria­lis­tas euro­pe­as y el Japón cre­cen en toda la región y, por con­si­guien­te, se ha agu­di­za­do en ella la dis­pu­ta inte­rim­pe­ria­lis­ta. Esto es par­ti­cu­lar­men­te váli­do para la Argentina en donde la influen­cia sovié­ti­ca y euro­pea es muy fuer­te. La recien­te pro­pues­ta del gobier­no de Bush de crear una zona de libre comer­cio en el terri­to­rio ame­ri­ca­no (del norte y del sur) sale al paso de sus riva­les impe­ria­lis­tas, y ofre­ce una pro­pues­ta de alian­za a las bur­gue­sías nacio­na­les lati­no­a­me­ri­ca­nas en el momen­to en el que se refuer­za una ten­den­cia de los mono­po­lios euro­peos, japo­ne­ses y sovié­ti­cos a rea­li­zar acuer­dos con­tra los yan­quis en América Latina.

9. Ha teni­do una enor­me impor­tan­cia la reu­nión de los diez par­ti­dos mar­xis­tas-leni­nis­tas-maoís­tas rea­li­za­da en el mes de enero. Esa reu­nión puso de relie­ve la impor­tan­cia mun­dial de la lucha en defen­sa de la teo­ría mar­xis­ta-leni­nis­ta y de los prin­ci­pios del comu­nis­mo que desa­rro­lla nues­tro Partido. Esta lucha debe ser una tarea espe­cial de todas las orga­ni­za­cio­nes del Partido, que deben pla­ni­fi­car­la y des­ple­gar­la con inten­si­dad y ampli­tud junto a la lucha polí­ti­ca y rei­vin­di­ca­ti­va ya que éstas, sin aqué­lla, ser­vi­rán de poco desde el punto de vista de los obje­ti­vos fina­les por los que exis­te el Partido Comunista Revolucionario.
*    En 1980, en polémica con la política de Carter, los elementos más reaccionarios y recalcitrantes del imperialismo yanqui publicaron el llamado Documento de Santa Fe I, y en 1988, el Documento de Santa Fe II que resumió políticas a aplicar en América Latina para defender y profundizar el expansionismo Yanqui.

10. Tareas

I.    Campaña en defen­sa del comu­nis­mo. De acuer­do con sus reso­lu­cio­nes sobre la situa­ción inter­na­cio­nal, el Sexto Congreso resuel­ve pro­fun­di­zar la cam­pa­ña acti­va en defen­sa del comu­nis­mo, rei­vin­di­can­do las his­tó­ri­cas con­quis­tas logra­das allí donde triun­fó la revo­lu­ción y se cons­truía el socia­lis­mo, y rea­fir­man­do la vali­dez de las tesis fun­da­men­ta­les del mar­xis­mo-leni­nis­mo-maoís­mo.

II    Continuar y desa­rro­llar las rela­cio­nes, inter­cam­bios, soli­da­ri­dad mutua y uni­dad con los par­ti­dos y orga­ni­za­cio­nes mar­xis­tas-leni­nis­tas-maoís­tas de todos los paí­ses.
    En 1980, en polé­mi­ca con la polí­ti­ca de Carter, los ele­men­tos más reac­cio­na­rios y recal­ci­tran­tes del impe­ria­lis­mo yan­qui publi­ca­ron el lla­ma­do Documento de Santa Fe I, y en 1988, el Documento de Santa Fe II que resu­mió polí­ti­cas a apli­car en América Latina para defen­der y pro­fun­di­zar el expan­sio­nis­mo Yanqui.

III     Solidaridad acti­va con las luchas revo­lu­cio­na­rias y de resis­ten­cia que los pue­blos opri­mi­dos de América Latina y del mundo libran por su libe­ra­ción y con­tra el impe­ria­lis­mo, espe­cial­men­te las dos super­po­ten­cias y para enfren­tar y derro­tar sus pro­vo­ca­cio­nes beli­cis­tas.

IV     Solidaridad acti­va con las luchas sos­te­ni­das por la clase obre­ra en América Latina y todo el mundo.