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16 de mayo de 2012


Ahora se trabaja con la cabeza alta

Hoy 1419 / Swift de Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe

El Swift de Villa Gobernador Gálvez, casi centenario frigorífico de esta ciudad santafesina, está convulsionado. Luego de muchos años, los trabajadores lograron imponer, en la sección más importante de la empresa, delegados opositores a la traidora conducción de la Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne que encabeza Alberto Fantini.

El Swift de Villa Gobernador Gálvez, casi centenario frigorífico de esta ciudad santafesina, está convulsionado. Luego de muchos años, los trabajadores lograron imponer, en la sección más importante de la empresa, delegados opositores a la traidora conducción de la Federación Gremial del Personal de la Industria de la Carne que encabeza Alberto Fantini.
El Swift de Villa Gobernador Gálvez fue creado en 1924, y sus obreros han sido protagonistas de grandes luchas en la historia. Hoy está en manos del grupo JBS, un monopolio aparentemente brasileño, principal productor de carne en el vecino país. Trabajan en el frigorífico 1900 hombres y mujeres, en turnos rotativos según la sección.
Lo que sigue es el resumen de una conversación con un obrero del Swift, protagonista de este proceso de recuperación.
Nos cuenta el compañero que todos estos años “trabajamos a base de aprietes del sindicato de la carne, la gente con miedo porque los apuntan, y te hacen hacer más horas. Son gente mafiosa que aterroriza a los compañeros. Ahí surgió la idea de un grupo de compañeros de organizar algo distinto a lo de ellos, para ganar los delegados. Fuimos tomando confianza con la gente, que levantó la mirada, porque no hace falta trabajar con miedo, sobre la base del apriete”.

 

Premios congelados hace 17 años
Preguntado sobre cómo se fueron organizando, el trabajador cuenta que “El primer punto fue la paga por producción. Hace 17 años que no se toca el premio por producción, cuando la paga por la hora fue subiendo. Hoy un trabajador está ganando alrededor de 4500 pesos. El premio está congelado desde que Fantini es la conducción del gremio, porque hizo un arreglo con la empresa en ese momento, y ahí quedó. En el 2000 se ganaba $1,20 la hora, $240 por mes, y de premio se ganaba $500. Ahora estamos a $22 la hora, y el premio sigue igual, o más bajo, porque lo dividieron.
“El otro problema que tenemos es el clínico de la fábrica, que te manda a trabajar enfermo. Hubo un caso hace dos años, de un compañero que se sintió mal, le dieron una pastillita y lo mandaron de vuelta a trabajar. Salió enfermo, estuvo internado tres días y se murió de neumonía. Cambiaron el doctor que estaba, y vino otra peor. No te acepta los certificados de la mutual. La empresa lo único que le interesa es darte pastillas y mandarte a trabajar”.
La sección donde se recuperaron los delegados es la Picada, “el corazón de la fábrica”, dice nuestro entrevistado. “Trabajan algo más de 400 personas. Ahí va la media res para ser desarmada, se sacan los cortes, se separan los huesos de las pulpas, y después el charqueo, que es aprolijar las pulpas como la piden los contratos. En picada se junta el trabajo con cuchillo y el envasado al vacío.
“Las otras secciones son la playa de faena, donde se faena, cuerea, y se saca las menudencias. De ahí va a las cámaras, se enfría y va a la picada. De la picada se distribuye, a los que hacen las salchichas, las hamburguesas, para frozen (el termoprocesado), conservas, son varias las secciones.
“Las condiciones de trabajo no son tan malas, pero tenés muchas trabas porque todo está organizado sobre la base de deberle favores a los delegados del sindicato, así para conseguir herramientas, ropa, lo que sea. Si aparecía alguno que decía ‘yo quiero ganar un poquito más de premio’, el gremio lo apuntaba y lo sacaba de la sección. Así fue armando este poder mafioso.
“Hace tres años había habido un lío bárbaro, porque dicen que por un error de sistema pagaron 0, la gente estaba loca, tres o cuatro días sin plata, y la gente salió toda al patio, no quisieron trabajar más. Pidieron hablar con los del sindicato. Pedimos asamblea, vino Fantini, dijo que le interesaba ganar $20 la hora y no el premio, y a los 17 que se animaron a hablar en la asamblea, los corrieron. De ahí quedó la gente con bronca y con miedo”.

 

Se acabó la tiranía
Prosigue relatando el compañero: “Hasta que un 18 de noviembre de 2011, los compañeros de la cinta 1, la cinta 2, la cinta 3, la cinta 4, pararon la producción. Sin la ayuda de delegados, sin Fantini, ni nada. No tenían a nadie, y sabían los riesgos que se corrían, porque estaban contra la empresa y el gremio”. El reclamo era el premio por producción, “Se paró tres días la fábrica. Parábamos cuatro horas, y después largábamos el trabajo, así los tres días. Vino el Ministerio de Trabajo, que jugó para ellos.
“Fuimos a la discusión con el brasilero que es gerente general. Dijo que la cosa estaba grave, que tuvieron que cerrar varias plantas, que quedaba sólo esta y había que cuidarla, y que había que tener juicio en lo que se pedía. Se le planteó que no se podía hacer más producción con la misma cantidad de gente, y que los delegados del gremio decían que esa era la intención de la empresa. El brasilero le echó el fardo a los delegados “ustedes quieren el enfrentamiento”, y acordó poner más charqueadores. Eso lo logramos porque sobrepasamos los límites de la Oficina de Personal.
“Ahí decidimos armar un grupo, con gente que veníamos con distintas experiencias, diciendo ‘la tiranía no tenía que seguir más’, y que teníamos que sacar a los delegados del sindicato.
“Cuando empezó la campaña hubo aprietes y amenazas, y hasta disparos. Quisieron asustar a la gente del Swift, porque eso es lo que hacen Alberto Fantini y la “Cotorra” Ramírez. Como somos un grupo valiente que no le tiene miedo a las balas, llegamos a nuestro objetivo y cambiamos los delegados de la picada”.
Los tiros eran para que los avalistas no se presentaran en el Sindicato. El edificio estaba lleno de matones, y afuera grupos narcos haciendo simulacros de robos, golpeando a obreros de otros frigoríficos, todo para que los compañeros no llegaran al sindicato para postularse. Cada candidato a delegado tiene que ir al gremio con cinco avalistas.
“Pero entramos igual al gremio –dice nuestro entrevistado-, y logramos romper la barrera de avales. Así llegamos a la elección, el jueves 4 de mayo, y la gente apostó a los delegados nuevos, que no quieren tiranía, ni aprietes, listas negras, matones, balas… Quieren trabajar dignamente en su puesto de trabajo. Ganaron los tres delegados que habíamos postulado. Quedó un delegado de ellos. En otras secciones hicieron cambios de padrones y otras maniobras, que si no ganaban los delegados nuestros también.
“Ahora la gente está contenta. Labura con la cabeza en alto. Hay un aire de paz y tranquilidad. Ahora tenemos que trabajar en conjunto para cuidar a nuestros delegados, que tienen que asumir el 5 de junio. Están haciendo cualquier cosa para poder tumbarlos. Al día siguiente de la elección mandaron a suspender a un muchacho que encontraron en el vestuario, cuando ellos se han ido a dormir panza arriba”.
Pero un signo de que los tiempos empiezan a cambiar, y que la empresa tomó nota de esto, es que a los pocos días de la elección fueron reincorporados a la sección tres obreros que habían sido raleados “por pensar distinto. Compañeros con años de oficio a los que los habían mandado a barrer la mugre a la playa”. El compañero se despide contando emocionado que los trabajadores fueron recibidos por los 400 compañeros golpeando las líneas con las chairas, cuchillos y ganchos, “no sabés lo que era eso. Se acabó el miedo”.