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02 de octubre de 2010

Ajustes contra los trabajadores y los pueblos

Hoy 1285 / Las consecuencias de esta crisis y quién va a pagarlas

La crisis económica iniciada en Estados Unidos en 2007, a la que siguió el tsunami financiero que se extendió a todo el mundo desde 2008, parece estar llegando a su fin: la lluvia está amainando, aunque nadie puede asegurar que esté terminando o que no se produzcan nuevas tormentas. Pero el principal problema para los que estamos en “las zonas bajas”, es el drama que recién está en sus comienzos: los estragos provocados por semejante aluvión los tenemos encima y nos siguen y seguirán golpeando con fuerza.
El ciclo de esta crisis puede estar “tocando un piso” como dicen los economistas burgueses, pero eso no significa que lo peor de la crisis haya pasado no sólo para “los de abajo” sino incluso para “los de arriba”: las consecuencias de esta crisis pueden ser aun más gravosas que la crisis misma.
Por ahora, los indicadores económicos muestran que, a partir de julio de 2009, “se ha moderado el desplome”. Particularmente en los sectores que recibieron un fuerte apoyo de los gobiernos, aunque eso hace dudar si podrán sostenerse sin nuevos apoyos. A la vez hay otros sectores que continúan deteriorándose pues sobre ellos recaen principalmente las consecuencias de la crisis y el principal peso del costo de los ajustes que se han aplicado y siguen aplicando: en particular sobre quienes son más débiles económica y políticamente, dentro de cada país y entre los países a nivel internacional.

Más anuncios de despidos
Junto a los pronósticos de recuperación, continúan los anuncios de ajustes y reestructuraciones de monopolios que implican miles y miles de nuevos despidos de trabajadores. Basten mencionar algunos casos.
En Estados Unidos, el grupo farmacéutico Eli Lilly ha anunciado planes de reducir su plantilla en 14%, o 5.500 trabajadores, entre otras medidas para tratar de reducir en 1.000 millones de dólares sus gastos de aquí a 2011.
En Alemania, la empresa Robert Bosch, el mayor proveedor automotriz del mundo, espera recortar 10.000 empleos este año, un 10% de su plantilla, aplicando al resto una reducción de horas de trabajo por un tiempo indeterminado.
Entretanto son 10.500 los empleos que se plantean eliminar en las plantas europeas de Opel, como parte de la reestructuración del grupo austrocanadiense de componentes Magna, que ha adquirido un 55% de la empresa.
Por su parte, BAE Systems, el mayor fabricante de armas del Reino Unido, informó el recorte de 1.100 empleos, y el cierre de al menos una de sus sedes.
Una noticia similar provino de Japón, donde la aerolínea Japan Airlines (JAL) anunció la eliminación de 6.800 empleos.
Así los monopolios descargan las consecuencias de la crisis sobre sus trabajadores y los sectores intermedios que dependen de ellos, multiplicándose la ola de despidos y aumentando la explotación de los que siguen trabajando. Por lo que la mentada recuperación en los índices de producción, viene acompañada de nuevas sangrías en el mercado de trabajo.

Más desocupación y más explotación
Lo que olvidan los economistas burgueses al hablar alegremente de salida de la crisis, es que para los monopolios esto significa hacerlo pisándose unos sobre otros y sobre el cadáver de miles y miles de pequeñas y medianas empresas y millones de nuevos desocupados y subocupados. Las compras o absorciones de unos monopolios por otros implica ajustes y reestructuraciones, con achiques o cierres de plantas para disminuir costos y generar nuevas ganancias sobre la base de esquilmar aun más a proveedores, contratistas y concesionarios, y al conjunto de los trabajadores.
En su informe de mediados de septiembre, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que, entre finales del 2007 y julio de este año, se perdieron 15 millones de trabajos. Pero agrega para el año y medio que viene, es decir hasta fines de 2010, podrían desaparecer otros 10 millones, en caso de mantenerse lo que llaman el actual repunte económico, advirtiendo que podrían ser muchos más si hubiera una recaída.
La tasa de desempleo en la OCDE ya ha llegado a sus niveles más altos desde la Segunda Guerra Mundial, al pasar el 5,6% a finales del 2007, hasta el 8,3% de junio del 2009, y se vaticina que para fines de 2010 se acercaría a un récord del 10%. Esta recesión está destruyendo muchos más empleos que otras producidas desde principios de los años 70, concluye el informe anual de la organización con sede en París.
Los monopolios y los países imperialistas sólo conocen un camino para salir de la crisis: disputar entre ellos por los mercados y ajustar sobre los trabajadores y los pueblos y naciones oprimidos. Para evitarlo, éstos deben unirse para enfrentar los ajustes y hacer que paguen la crisis los principales explotadores y opresores.