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25 de abril de 2018

Crónicas proletarias N° 307

Ajusticiamientos y asesinatos (4)

Cuenta Otto Vargas en El marxismo y la revolución argentina, tomo 2, que cuando Wilckens ajusticia al fusilador de los obreros patagónicos se abre una polémica entre anarquistas y comunistas sobre la filiación política e ideológica de Wilckens. En distintos artículos del periódico del PC, La Internacional, se argumenta: “Wilckens no es, precisamente, un anarquista individualista. El es kapedista. Ha pertenecido, según parece, en Alemania, al Kommunistischen Arbeiter Partei Deutschland, partido que perteneció a la Internacional como simpatizante hasta el III Congreso”. Y agrega que el KAPD “no era propiamente anarquista”. Otra nota transcribe partes de un reportaje a Wilckens donde éste plantea que Marx era un “sostenedor de la violencia organizada” y afirmaba: “A la violencia hay que responder con la violencia”.
La Protesta, periódico anarquista, acusó al PC de haber llamado a Wilckens “agente burgués y espía al servicio del capitalismo”. Pero La Internacional, ya en septiembre de 1921, en un artículo titulado “El gobierno radical ‘no aplica la ley de residencia’”, cuenta detalladamente cómo Wilckens, que había llegado a Buenos Aires. Allí se afirma que Wilckens participó de una asamblea del Centro Comunista de las secciones 12 y 13, a la salida de la cual por el accionar de “un espía” fue detenido por la policía al igual que un afiliado al PC, de apellido Brann. La Internacional cuenta que Wilckens fue defendido por un abogado del PC, Juan A. Prieto, quien logró, en segunda instancia, que la Cámara Federal deniegue la deportación del alemán, pedida por el director de Inmigración dependiente del gobierno. Está claro si seguimos al diario del PC que Wilckens, pese a su filiación anarquista, no era considerado “un espía”.
Con esa “suficiencia eurocentrista que caracterizó siempre a los dirigentes del PC argentino”, dice Vargas, “pasaron a criticar directamente al movimiento obrero nacional: ‘porque estaba desarticulado y carecía de una clara noción clasista’. De allí teorizaron que sería un grave error deducir del paro de esos días que ‘se dispone de un proletariado aguerrido y clasista’, porque el paro fue ‘una espontánea agitación de masas que abandonaron el trabajo por una razón sentimental, pero no por una razón de clase’. Así, de manera increíble para un marxista, analizó la dirección del PC la gran huelga de 1923 en repudio al asesinato de Wilckens, huelga política del proletariado argentino que impresiona aún hoy por su fuerza espontánea y su amplitud”.

 

Hoy N° 1714 25/04/2018