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24 de septiembre de 2014

Algo más sobre la doctrina Drago y la deuda externa

Breves de la historia argentina

 Venezuela fue obligada a pagar compulsivamente su deuda externa. Las marinas de Inglaterra, Alemania y luego Italia, bombardearon y bloquearon las costas  a fines de 1902. Los agresores primero lograron que el gobierno de EE.UU. declarara que la doctrina Monroe (“América para los americanos”), se interpretara como una defensa de territorio, pero que no impedía una acción militar para presionar a un Estado que se negaba a pagar sus deudas.

 Venezuela fue obligada a pagar compulsivamente su deuda externa. Las marinas de Inglaterra, Alemania y luego Italia, bombardearon y bloquearon las costas  a fines de 1902. Los agresores primero lograron que el gobierno de EE.UU. declarara que la doctrina Monroe (“América para los americanos”), se interpretara como una defensa de territorio, pero que no impedía una acción militar para presionar a un Estado que se negaba a pagar sus deudas.
Con esta realidad concreta, el 13 de febrero de 1903, el presidente venezolano Castro reconoció a través del protocolo de Washington la justicia de los reclamos europeos, pagando algunas deudas de inmediato y otras a través de comisiones, estableciéndose en garantía hasta el 30% del ingreso de las aduanas de La Guayra y Puerto Cabello, lo que fue percibido por agentes belgas.
Los belgas se presentaron como agentes neutrales, al solo efecto de la recaudación, cobrando una comisión por su trabajo, que también pagaba el gobierno venezolano.
En este panorama, el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina Luis María Drago, manda una carta al embajador argentino en EEUU, García Merou, para que le transmita al gobierno de Roosevelt, que el cobro compulsivo no podía ser tolerado. Lógicamente, la llamada doctrina Drago no fue aceptada por los agresores europeos, ni por el gobierno de Roosevelt; y quedó como una mera solidaridad política, de un sector de la oligarquía argentina, que evidenciaba una contradicción, sobre todo con el gobierno de EEUU, que dejaba hacer. La solidaridad entre países opresores, prevalecía sobre la propia doctrina norteamericana, generándose así una diferencia notable entre lo que enunciaban y la realidad concreta del cobro compulsivo. Esta amalgama de deudas contraídas con privados, o empresas extranjeras, que luego se transforman en temas de Estado porque las metrópolis hacen suyo los intereses de sus capitales, lo habíamos experimentado los argentinos con el empréstito rivadaviano primero y, luego, con los incidentes militares a raíz del impuesto provincial a la sucursal Rosario del Banco de Londres.  Ahora Venezuela se aguantaba el bloqueo naval, y se la obligaba a pagar. La doctrina Drago se convirtió en un tema de política interna, el parlamento se dividió y los diarios La Prensa, La Nación, y El País, reflejaron posturas solidarias con Venezuela. 
Curiosamente, el debate parlamentario comenzó a reflejar la línea de un sector de la oligarquía, que era partidaria de un acuerdo político con Yrigoyen, es lo que se conoce en la historia de las ideas políticas como “el lamento de Miguel Cané”: “No estamos solos, se vienen los muchos, es necesario arreglar con ellos antes de que sea tarde.” 
En la Segunda Conferencia Internacional de La Haya de 1907 los delegados por la Argentina fueron Luis María Drago y Roque Sáenz Peña y, cinco años después, se legaliza el sufragio universal.