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02 de octubre de 2010

En la tribuna de coloquio de Idea, foro de “los grandes empresarios”, la candidata de su marido remarcó como ejemplo del papel del Estado en apoyo a la iniciativa privada, el contrato con Aluar, “la única productora de aluminio que tiene el país”.

Aluar es el “modelo” de Cristina

La candidata K de campaña con los empresarios

No hizo historia porque sino hubiera tenido que recordar todos los negociados desde la dictadura del general Agustín Lanusse, quien en agosto de 1971, adjudicó la instalación de la planta en Puerto Madryn, Chubut, a José Ber Gelbard. Gelbard, personero entonces de la superpotencia socialimperialista, la Unión Soviética, operaba aquí como socio de Fate, la firma madre del grupo presidido por Manuel Madanes, que es la principal productora de neumáticos del país.
Cristina solo mencionó la construcción por el Estado de la represa de Futaleufú, con la que se proveyó gratuitamente de electricidad a Aluar. Eso sí, no dijo que en 1994, al amparo de la entrega menemista, Aluar se apropió de la hidroeléctrica Futaleufú y asociándose con Cammuzzi se quedó con la línea de transmisión eléctrica hacia el sur, Transpa.
Al referirse que el día anterior había estado con su marido en el acto de anuncio de inversiones de Aluar, tampoco recordó que el mismo era una remake de un acto ya realizado en mayo de 2005, que contó con la entusiasta presencia del presidente Kirchner. Y que, tras el mismo se le dieron a Aluar 690 millones de pesos de los 1.200 millones de la ley de desgravaciones para fomentar la producción y el empleo –más de la mitad de lo presupuestado para una sola empresa–, con lo que se le cubriría el 35 por ciento de su proyecto para generar 204 nuevos empleos, lo que significa un costo fiscal de 3.382.353 pesos por puesto de trabajo.
Todo esto pese a que Aluar es una de las empresas que menos necesita subsidios por sus acrecentadas ganancias: con ventas cercanas a los 400 millones de dólares anuales, en el 2001 tuvo un margen de rentabilidad sobre las mismas del 16,1 % y en el 2004 del 22,8 %. Aluar viene exportando el 70 por ciento de lo que produce, favorecida por el tipo de cambio sin retenciones, que le permite cobrar en dólares y pagar energía y salarios en devaluados pesos.
Millonarios subsidios para unas pocas grandes empresas monopólicas de testaferros y burgueses intermediarios de imperialistas y migajas para las miles de pequeñas y medianas empresas, oprimidas por esas grandes empresas a las que tienen que comprar sus insumos a precios de exportación. Ese es el “modelo industrialista” que viene aplicando su marido, y que Cristina volvió a ratificar acompañándolo al día siguiente en su visita de campaña a Techint, obviando que también con este monopolio hay múltiples hechos de favoritismo y corrupción del gobierno de Kirchner, como se volvió a ver en el caso Skanska.

Un monopolio imperialista

La empresa Aluar, del grupo Fate-Aluar que preside Javier Madanes Quintanilla, tiene el monopolio exclusivo del aluminio en el país, un insumo básico que le da un poder formidable. Su actividad incluye desde la obtención de aluminio en estado líquido hasta la fabricación de productos elaborados que se destinan a las industrias del transporte, packaging, construcción, electricidad, medicina y tratamiento de aguas.
También Aluar es el principal ejemplo de una empresa montada y expandida a costa del erario público y recurriendo a la superexplotación obrera. Todavía se recuerda que en 1993, al amparo de la política menemista y argumentando el retraso cambiario de entonces, Aluar decidió de manera unilateral una rebaja generalizada de salarios del 25 por ciento, y amenazó con despidos generalizados si los trabajadores no lo aceptaban. Todavía está fresca la sangre de la decena de obreros, en su mayoría hermanos bolivianos, que murieron por su responsabilidad en las condiciones en que trabajan sus contratistas.
Javier Madanes Quintanilla, sobrino de Manuel Madanes, a la muerte de éste y de Gelbard, en una prolongada y escandalosa disputa por la sucesión, vinculada a la disputa entre los distintos sectores de la burguesía monopolista dominante en Rusia, que siguió a la disolución de la Unión Soviética, terminó siendo el mandamás de Fate-Aluar. Escribiendo sobre su historia, Carlos Echagüe concluye que “el grupo que hoy preside Madanes Quintanilla sigue siendo uno de los principales monopolios controlados por el imperialismo ruso” (ver Argentina. Declinación de la soberanía y disputa interimperialista, Anexo 2. El grupo Aluar-Fate, Editorial Agora, Buenos Aires, 2004).