No ha pasado ni una semana de las elecciones en Francia que dieron la presidencia a Emmanuel Macron, ese candidato que dijo no ser “ni de derecha ni de izquierda” pero que quiere avanzar con la flexibilización laboral, para que los conflictos obreros ganen la primera plana en el país galo.
No ha pasado ni una semana de las elecciones en Francia que dieron la presidencia a Emmanuel Macron, ese candidato que dijo no ser “ni de derecha ni de izquierda” pero que quiere avanzar con la flexibilización laboral, para que los conflictos obreros ganen la primera plana en el país galo.
Así supimos que los trabajadores de GM&S Industry, ubicada en La Souterraine, en el centro de Francia, que produce piezas para Renault y PSA (Peugeot), ante el cierre de la empresa tomaron el edificio y amenazaron con volarlo por los aires, reclamando la reapertura de la planta. Para mostrar que iban en serio, los obreros, que en más de un 90% tienen entre 25 y 30 años de servicio, destruyeron a la vista de los periodistas una de las máquinas robotizadas utilizadas para las carrocerías, valuada en 250 mil euros. Hicieron lo propio con una prensa.
Las fotos muestran los bidones con nafta y las garrafas de gas colocadas en puntos estratégicos de la planta, y sus delegados declararon “Nos negamos a ser engañados un minuto más. Llevamos luchando seis meses y apenas llegamos a esto, pero hoy estamos bajo la amenaza de un cierre puro y simple. Si es así, no dejaremos la empresa intacta”.
Exigieron reunirse con representantes de las empresas de automóviles Renault y PSA, así como también con el recientemente electo presidente, Emmanuel Macron, para que se reactive el volumen de autopartes fabricadas hasta hace unos meses.
