1. Dos balances
1. Dos balances
El 2010 se cerró con el 43% de inflación en los alimentos que consume el pueblo. Con reclamos de “plus” salariales que, de hecho, reabren las paritarias; junto a la lucha contra la tercerización y el trabajo en negro. Hubo Jornadas de reclamos de desocupados y jubilados. La larga lucha de los qom de La Primavera comenzó a abrirle la mano al gobierno y puso en la agenda política la sed de tierras de las masas trabajadoras del campo. Se produjo la ocupación de Soldati, seguida de otras, que plantearon la necesidad de tierras y viviendas urbanas. Los cortes de luz y la falta de combustibles castigaron a gran parte de la población y de la producción. Hubo grandes movilizaciones exigiendo el castigo a los responsables directos y políticos de la represión y los asesinatos en Barracas, La Primavera y Soldati.
La afirmación de la presidenta, Cristina Kirchner, de que “el año 2010 fue excepcional”, parece referirse a otro país, muy distinto al que viven y sufren millones de argentinos.
Seguramente la presidenta tuvo en cuenta el récord de producción de automotores, más de 700.000, y el crecimiento de la producción en la industria. Claro que ese crecimiento se ha dado prácticamente con la misma cantidad de trabajadores de dos años atrás: los ocupados en la producción privada solo crecieron un 1,5%. Es decir, un crecimiento atado a la superexplotación, la tercerización, y salarios que en su inmensa mayoría están por debajo de la canasta familiar que se dispara con la inflación.
Posiblemente la presidenta pensó en la gran cosecha de soja del 2010, y las perspectivas de otra gran cosecha el 2011. Claro que la cosecha de soja crece a costa de expulsar del campo, o arrinconar en las peores tierras, a decenas de miles de campesinos pobres y originarios, la quiebra de más de 60.000 chacareros, la crisis de la ganadería, el retroceso del cultivo de huerta, etc., que están en la base del aumento de los alimentos que consume el pueblo, y que ha provocado una migración hacia las ciudades de grandes masas trabajadoras del campo, sin vivienda ni oficios para vivir en las ciudades.
El 2010 se cerró con el 43% de inflación en los alimentos que consume el pueblo. Con reclamos de “plus” salariales que, de hecho, reabren las paritarias; junto a la lucha contra la tercerización y el trabajo en negro. Hubo Jornadas de reclamos de desocupados y jubilados. La larga lucha de los qom de La Primavera comenzó a abrirle la mano al gobierno y puso en la agenda política la sed de tierras de las masas trabajadoras del campo. Se produjo la ocupación de Soldati, seguida de otras, que plantearon la necesidad de tierras y viviendas urbanas. Los cortes de luz y la falta de combustibles castigaron a gran parte de la población y de la producción. Hubo grandes movilizaciones exigiendo el castigo a los responsables directos y políticos de la represión y los asesinatos en Barracas, La Primavera y Soldati.
La afirmación de la presidenta, Cristina Kirchner, de que “el año 2010 fue excepcional”, parece referirse a otro país, muy distinto al que viven y sufren millones de argentinos.
Seguramente la presidenta tuvo en cuenta el récord de producción de automotores, más de 700.000, y el crecimiento de la producción en la industria. Claro que ese crecimiento se ha dado prácticamente con la misma cantidad de trabajadores de dos años atrás: los ocupados en la producción privada solo crecieron un 1,5%. Es decir, un crecimiento atado a la superexplotación, la tercerización, y salarios que en su inmensa mayoría están por debajo de la canasta familiar que se dispara con la inflación.
Posiblemente la presidenta pensó en la gran cosecha de soja del 2010, y las perspectivas de otra gran cosecha el 2011. Claro que la cosecha de soja crece a costa de expulsar del campo, o arrinconar en las peores tierras, a decenas de miles de campesinos pobres y originarios, la quiebra de más de 60.000 chacareros, la crisis de la ganadería, el retroceso del cultivo de huerta, etc., que están en la base del aumento de los alimentos que consume el pueblo, y que ha provocado una migración hacia las ciudades de grandes masas trabajadoras del campo, sin vivienda ni oficios para vivir en las ciudades.
Energía, Malvinas y derechos humanos
Probablemente la presidenta recogió anuncios de empresarios petroleros: “descubrimientos” e “inversiones”. ¿No le informaron que esos “hallazgos” vienen de la época de YPF estatal, de yacimientos que se “destapan” para cobrar el doble con los planes “petróleo y gas plus”? ¿La inversión del Estado chino no es para llevarse el petróleo que extraen? ¿No le dijeron que cada vez importamos más y más caro, gas, gasoil, fueloil y ahora nafta? Los cortes de energía eléctrica y la falta de combustibles expresan el fracaso de una política basada en mantener la energía en manos de monopolios imperialistas.
2010 fue, también, el año en que la British Petroleum (BP), empresa del riñón del imperialismo inglés, después de décadas de exprimir el principal yacimiento petrolero argentino, vendió su parte a sus socios de Bridas y al Estado imperialista chino. Al mismo tiempo, en el 2010, empresas vinculadas y/o financiadas por BP, comenzaron el saqueo de las reservas petroleras argentinas en el Atlántico Sur. La presidenta señaló el hecho y lo repudió. Pero el imperialismo británico no cede por palabras. ¿Cómo puede ser que se mantenga un trato “honorable” con los capitales inglesas en el país, que en muchos casos son los mismos grupos que saquean nuestras riquezas en Malvinas?
La presidenta sostuvo que su gobierno es abanderado de los derechos humanos. Pero el 2010 fue el año de la represión y los asesinatos de Bariloche por la policía de un gobernador kirchnerista, que siguen impunes. Del asesinato de Mariano Ferreyra, en el que siguen impunes los responsables políticos: Pedraza y los jerarcas de la Unión Ferroviaria, y los que garantizaron la “zona liberada” por la Policía Federal. De la represión y los asesinatos de La Primavera, de los que la presidenta nunca habló, donde siguen impunes tanto los autores materiales como los responsables políticos. De la represión y los asesinatos en Soldati, con escopetas 12,70 que usa la Policía Federal. Además, siguen los juicios contra 5.000 luchadores populares, y dos fallos, uno de la Cámara Federal de San Martín, y otro de un juez de Quilmes, avanzan en penalizar los cortes de ruta.
Probablemente la presidenta recogió anuncios de empresarios petroleros: “descubrimientos” e “inversiones”. ¿No le informaron que esos “hallazgos” vienen de la época de YPF estatal, de yacimientos que se “destapan” para cobrar el doble con los planes “petróleo y gas plus”? ¿La inversión del Estado chino no es para llevarse el petróleo que extraen? ¿No le dijeron que cada vez importamos más y más caro, gas, gasoil, fueloil y ahora nafta? Los cortes de energía eléctrica y la falta de combustibles expresan el fracaso de una política basada en mantener la energía en manos de monopolios imperialistas.
2010 fue, también, el año en que la British Petroleum (BP), empresa del riñón del imperialismo inglés, después de décadas de exprimir el principal yacimiento petrolero argentino, vendió su parte a sus socios de Bridas y al Estado imperialista chino. Al mismo tiempo, en el 2010, empresas vinculadas y/o financiadas por BP, comenzaron el saqueo de las reservas petroleras argentinas en el Atlántico Sur. La presidenta señaló el hecho y lo repudió. Pero el imperialismo británico no cede por palabras. ¿Cómo puede ser que se mantenga un trato “honorable” con los capitales inglesas en el país, que en muchos casos son los mismos grupos que saquean nuestras riquezas en Malvinas?
La presidenta sostuvo que su gobierno es abanderado de los derechos humanos. Pero el 2010 fue el año de la represión y los asesinatos de Bariloche por la policía de un gobernador kirchnerista, que siguen impunes. Del asesinato de Mariano Ferreyra, en el que siguen impunes los responsables políticos: Pedraza y los jerarcas de la Unión Ferroviaria, y los que garantizaron la “zona liberada” por la Policía Federal. De la represión y los asesinatos de La Primavera, de los que la presidenta nunca habló, donde siguen impunes tanto los autores materiales como los responsables políticos. De la represión y los asesinatos en Soldati, con escopetas 12,70 que usa la Policía Federal. Además, siguen los juicios contra 5.000 luchadores populares, y dos fallos, uno de la Cámara Federal de San Martín, y otro de un juez de Quilmes, avanzan en penalizar los cortes de ruta.
2. La Argentina después de Néstor Kirchner
El cierre del 2010 mostró que estallan problemas de fondo de la Argentina. Problemas que, en medio de la crisis mundial, se han agravado con la política kirchnerista: la creciente extranjerización, a manos de capitales imperialistas, de la industria, la tierra y los servicios. La concentración de la tierra en grandes terratenientes y pooles. Los capitales imperialistas con los que se tejen “alianzas estratégicas”, que a la hora de la verdad se reducen a exportar coches a Brasil (de los que se importa el 74% de las partes); y soja a cambio de abrir las importaciones de China que liquidan lo que queda de industria nacional (como los acuerdos ferroviarios). Un puñado de monopolios, bancos y terratenientes son los que se benefician con la reactivación relativa de una economía que crece a costa de más sacrificios del pueblo.
Frente a esta realidad, aparecen distintas respuestas.
La presidenta se ha asegurado el manejo a su antojo del presupuesto nacional (ver pág.3), clave en un año electoral. Va dando pasos para armar un equipo que cubra el vacío que dejó la muerte de Néstor Kirchner. Se recuesta sobre “pingüinos” de su confianza, como Zannini, Icazuriaga (SIDE), De Vido (y tal vez, su amigo de muchos años, Carlos Bettini, hasta ahora embajador ante España).
Cristina Kirchner le quitó la Federal (y sus negocios) a Aníbal Fernández, y la Gendarmería y la Prefectura a Alac (Justicia), agrupando ese “poder de fuego” en manos de la nueva ministra de Seguridad. Garré barrió a la cúpula de la Federal que había armado Aníbal Fernández y pasó a manejar el operativo de 6.000 hombres de Gendarmería y Prefectura en el Gran Buenos Aires. Es una disputa feroz por el principal poder de fuego —y también grandes negocios—, en la Capital Federal y el Conurbano Bonaerense, y es, también, la clave para cualquier operativo “destituyente”. En esta pelea, las hipótesis sobre “alguna mano” de “la Bonaerense” en el episodio que dejó varios gendarmes heridos, o el de la toma de la comisaría de Glew, no serían nada descabelladas.
Las derechas opositoras hacen campaña alentando la derechización de las capas medias. Juegan, también, hacia el sector fascista policial, los grupos “procesistas” militares y la derecha clerical, como se vio en los discursos de Macri. No hay que subestimarlos. Es “orden”, a palos o a tiros, para un ajuste clásico cargado sobre el pueblo.
La carrera electoral está lanzada. Y cada sector apuesta, y juega, para que los comicios se den en el escenario que más les conviene. Se está jugando muy fuerte, y traerá consecuencias.
El cierre del 2010 mostró que estallan problemas de fondo de la Argentina. Problemas que, en medio de la crisis mundial, se han agravado con la política kirchnerista: la creciente extranjerización, a manos de capitales imperialistas, de la industria, la tierra y los servicios. La concentración de la tierra en grandes terratenientes y pooles. Los capitales imperialistas con los que se tejen “alianzas estratégicas”, que a la hora de la verdad se reducen a exportar coches a Brasil (de los que se importa el 74% de las partes); y soja a cambio de abrir las importaciones de China que liquidan lo que queda de industria nacional (como los acuerdos ferroviarios). Un puñado de monopolios, bancos y terratenientes son los que se benefician con la reactivación relativa de una economía que crece a costa de más sacrificios del pueblo.
Frente a esta realidad, aparecen distintas respuestas.
La presidenta se ha asegurado el manejo a su antojo del presupuesto nacional (ver pág.3), clave en un año electoral. Va dando pasos para armar un equipo que cubra el vacío que dejó la muerte de Néstor Kirchner. Se recuesta sobre “pingüinos” de su confianza, como Zannini, Icazuriaga (SIDE), De Vido (y tal vez, su amigo de muchos años, Carlos Bettini, hasta ahora embajador ante España).
Cristina Kirchner le quitó la Federal (y sus negocios) a Aníbal Fernández, y la Gendarmería y la Prefectura a Alac (Justicia), agrupando ese “poder de fuego” en manos de la nueva ministra de Seguridad. Garré barrió a la cúpula de la Federal que había armado Aníbal Fernández y pasó a manejar el operativo de 6.000 hombres de Gendarmería y Prefectura en el Gran Buenos Aires. Es una disputa feroz por el principal poder de fuego —y también grandes negocios—, en la Capital Federal y el Conurbano Bonaerense, y es, también, la clave para cualquier operativo “destituyente”. En esta pelea, las hipótesis sobre “alguna mano” de “la Bonaerense” en el episodio que dejó varios gendarmes heridos, o el de la toma de la comisaría de Glew, no serían nada descabelladas.
Las derechas opositoras hacen campaña alentando la derechización de las capas medias. Juegan, también, hacia el sector fascista policial, los grupos “procesistas” militares y la derecha clerical, como se vio en los discursos de Macri. No hay que subestimarlos. Es “orden”, a palos o a tiros, para un ajuste clásico cargado sobre el pueblo.
La carrera electoral está lanzada. Y cada sector apuesta, y juega, para que los comicios se den en el escenario que más les conviene. Se está jugando muy fuerte, y traerá consecuencias.
3. Las elecciones y la fragilidad
El gobierno deberá hacer muchas más concesiones a la lucha de las masas sino quiere quedar arrinconado. La carestía es insoportable para los de más abajo. Los hechos de Barracas, La Primavera y Soldati son emblemáticos, y no alcanza con “abrir un poquito la mano”; menos aún con promesas.
Como señaló Otto Vargas en la Conferencia Nacional del PCR, la situación actual “no es el 2001, no es el 2003. No es el 2008 después de la rebelión agraria. El auge de luchas se mantiene con otras características, incorporadas las enseñanzas del Argentinazo, pero el pueblo está dividido. (…) No sólo los de arriba están metidos en las elecciones. Hay una gran parte de la masa, (…) que discute esto en las barriadas. (…)
“Todo parece indicar que las elecciones se hacen. Es decir, yo creo que estamos en una situación de gran fragilidad. Hubo un momento en que se decía que no llegábamos al 2011. Ahora todo parece indicar que llegamos a las elecciones. (…)
“Si no ayudamos a recuperar la personería del PTP, tendríamos que ir totalmente con las manos atadas a cualquier frente o posición electoral.
“Habría dos escenarios. Uno electoral ¿cómo nos preparamos para lo electoral? Y otro, si se descompone la situación y se va a una ruptura del orden constitucional”.
El gobierno deberá hacer muchas más concesiones a la lucha de las masas sino quiere quedar arrinconado. La carestía es insoportable para los de más abajo. Los hechos de Barracas, La Primavera y Soldati son emblemáticos, y no alcanza con “abrir un poquito la mano”; menos aún con promesas.
Como señaló Otto Vargas en la Conferencia Nacional del PCR, la situación actual “no es el 2001, no es el 2003. No es el 2008 después de la rebelión agraria. El auge de luchas se mantiene con otras características, incorporadas las enseñanzas del Argentinazo, pero el pueblo está dividido. (…) No sólo los de arriba están metidos en las elecciones. Hay una gran parte de la masa, (…) que discute esto en las barriadas. (…)
“Todo parece indicar que las elecciones se hacen. Es decir, yo creo que estamos en una situación de gran fragilidad. Hubo un momento en que se decía que no llegábamos al 2011. Ahora todo parece indicar que llegamos a las elecciones. (…)
“Si no ayudamos a recuperar la personería del PTP, tendríamos que ir totalmente con las manos atadas a cualquier frente o posición electoral.
“Habría dos escenarios. Uno electoral ¿cómo nos preparamos para lo electoral? Y otro, si se descompone la situación y se va a una ruptura del orden constitucional”.