Noticias

02 de octubre de 2010

Lejos de sus promesas de reforma agraria, las políticas de Lula acentúan la concentración latifundista, reforzando una economía esencialmente primario-exportadora.

Antirreforma agraria en el Brasil de Lula

Hoy 1289 / Se acentúa la concentración latifundista

Los “grandes” medios internacionales de comunicación encuentran en América Latina una nueva “tierra prometida” y un nuevo profeta. Baten y baten el parche sobre los grandes “éxitos” del Brasil de Lula: dentro de poco será exportador de petróleo; Río de Janeiro será sede de los Juegos Olímpicos; fue designado miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU; es la primera letra del grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China).
Mientras tanto, el latifundio de los viejos y nuevos “coroneles” (así se llamaba a mediados del siglo 20 a los poderosos terratenientes feudales del hambreado nordeste) crece y crece, a contramano de las promesas de “reforma agraria” de dos presidencias consecutivas de Lula,  devorándose a millones de campesinos sin tierra, arrendatarios y pequeños agricultores, con la pasividad o el apoyo del gobierno neodesarrollista, “reformista sin reformas”, de Lula. Para el ex obrero metalúrgico, la prometida “reforma agraria” no es terminar con el latifundio sino “modernizarlo” con tecnología, en concordancia con un “modelo” esencialmente primario-exportador, centrado en petróleo, soja, etanol y hierro.
Aquí, entre nosotros, el “modelo” sojero-minero de Cristina es casi un calco de aquél.

Re-primarización
Según el Censo Agropecuario 2006, publicado en setiembre pasado por el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE), los establecimientos rurales de más de 1.000 hectáreas poseen el 43% de la superficie cultivable del Brasil; los de menos de 10 hectáreas ocupan apenas el 2,7% de la tierra.
Entre 1996 y 2006, en el norte y el nordeste —las regiones más empobrecidas del país— los establecimientos menores de 10 hectáreas perdieron 125.000 y 325.000 hectáreas respectivamente, el 25% y el 8% de sus respectivos territorios.
La misma tendencia a la concentración latifundista muestra la distribución del crédito. De las 5.200.000 propiedades existentes, apenas 920.000 obtuvieron financiamiento para la producción. De las 4.280.000 que no recibieron créditos, 3.630.000 (más del 85%) son pequeñas propiedades; las grandes propiedades recibieron el 43,6% de los recursos.
Así entiende el “desarrollo” el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (Bndes): sus fondos se orientan a apoyar la formación o fortalecimiento de empresas brasileñas “globales”, es decir poderosos grupos monopolistas como Sadia/Perdigão y JBS/Bertin, capaces de mejorar la inserción del Brasil en la “globalización” regida por las grandes corporaciones imperialistas, especialmente en el terreno del “agronegocio”. En el plano interno se orienta a consolidar el latifundio asociado a los grandes pools.
Los grandes medios glorifican al puñado de consorcios industriales brasileños como la empresa de aviación Embraer, que hasta hace inversiones en China.
Pero la estructura económica y social del Brasil está en franca re-primarización. En 1999 los productos básicos y semielaborados constituían el 44% de las exportaciones brasileñas. En 2008 fueron el 57%.