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16 de abril de 2014

El 23 de abril de 1976 la dictadura de Videla secuestró al camarada César Gody Álvarez, “Antonio”, miembro de la Comisión Política del Comité Central del Partido Comunista Revolucionario, secretario del Partido en Córdoba. Su cuerpo apareció asesinado y mutilado con saña –como supimos 
muchos años después– el 5 de mayo de 1976 y su identidad fue vilmente ocultada.

Antonio: un revolucionario apasionado

A 38 años del secuestro y asesinato de César Gody Álvarez

César Gody Álvarez, Antonio, está ligado indisolublemente al PCR, del que fue uno de sus fundadores; al Cordobazo y a una las experiencias más avanzadas del clasismo en la Argentina: la recuperación del Smata de Córdoba que dirigió René Salamanca.

César Gody Álvarez, Antonio, está ligado indisolublemente al PCR, del que fue uno de sus fundadores; al Cordobazo y a una las experiencias más avanzadas del clasismo en la Argentina: la recuperación del Smata de Córdoba que dirigió René Salamanca.
Gody nació el 18 de agosto de 1932 en Bolívar, provincia de Buenos Aires. Hacia 1955/56, se afilió al Partido Comunista abrazando la causa del comunismo. Radicado en la Capital Federal, tomó tareas en el Frente Militar del PC. En 1963 viajó a Cuba. Allí conoció al Che Guevara y los primeros años de la Revolución Cubana. Antonio tomó este seudónimo clandestino del nombre de su tío, combatiente republicano en la Guerra Civil Española.
Álvarez, junto a cuadros importantes del Partido que habían sido castigados por sus posiciones críticas, empalmó con la rebelión de la mayoría de la Federación Juvenil Comunista contra la dirección revisionista y oportunista del PC y fue parte de los fundadores del PCR, integrando su Comisión Política. Tras un corto período al frente de la zona 7 en la Capital Federal, conoció Córdoba, se apasionó por la caldera obrera y estudiantil que hervía allí y se radicó a mediados de 1968, pues afirmaba “en Córdoba va a empezar la revolución”. Como cuentan los que lo conocieron “allá fue, con una valija vieja y dos cajones de manzana repletos de libros”.
 
En la primera línea del Cordobazo
Apenas instalado en Córdoba, partiendo de su infinita confianza en la potencialidad revolucionaria de la clase obrera, Antonio puso el centro en construir un Partido arraigado en las empresas industriales. Trabó relación con obreros clasistas y trabajó activamente para la recuperación de los cuerpos de delegados de Perdriel y Dinfia, en medio de las grandes luchas que precedieron al Cordobazo. En Dinfia surgió la primera Agrupación Clasista 1º de Mayo, que ganó la cabeza y el corazón de una nueva camada de clasistas. Trabajó activamente para incorporar al PCR a cuadros fundamentales de esos procesos, como René Salamanca y otros.
El Cordobazo, en mayo de 1969, fue una gigantesca pueblada que conmovió a la Argentina e hizo tambalear a la dictadura de Onganía. Estuvo precedido de grandes luchas como el Correntinazo y el Rosariazo, y fue una brusca irrupción de masas, “pero organizada” –como afirma Otto Vargas, secretario general del PCR–. Parte de esa organización le cupo al Partido de Córdoba, encabezado por Antonio. Los debates y preparativos en el Comité de Zona, y en las células obreras y estudiantiles, se llevaban a las masas. Como recuerda Ricardo Fierro: “El resultado fue que la columna de la Renault tuvo a la cabeza —como testimonian las fotos— a los compañeros de la agrupación y el Partido, la columnas de Dinfia y Perdriel fueron organizadas por la agrupación clasista y el Partido, y los centros de estudiantes de Filosofía, Arquitectura, Ingeniería y otros contingentes universitarios, empalmaron, los de la Ciudad Universitaria con la columna de la Renault, otros organizaron combates en los barrios Clínicas y los de la zona ferroviaria.
Quienes ocultan la verdad histórica de aquella Córdoba insurrecta, no pueden explicar por qué, la columna vertebral de esa rebelión, los mecánicos, para recuperar su gremio, se unieron en el Movimiento de Recuperación Sindical que forjó y hegemonizó el clasismo revolucionario dirigido por el PCR”.
Resume Ricardo Fierro “Así se crearon las condiciones para recuperar el sindicato industrial más grande del interior del país, el Smata Córdoba, con células comunistas y comités de empresa en las fábricas, con más de 400 delegados de sección y sus comisiones internas de fábrica. Los jóvenes comunistas, liderando el Faudi, ganaron la dirección de la mitad de los centros de estudiantes de la FUC. El Partido abrió trabajo entre los obreros rurales y campesinos pobres y medios, trabajó en el movimiento de mujeres, organizó la JCR con cuadros como Manuel Guerra (“Quebracho”), ganó a numerosos profesionales, organizó un movimiento de libertades, trabajó con sectores patrióticos militares y de la burguesía nacional. Cada hecho, cada paso del movimiento práctico, era, para Antonio, un eslabón hacia la revolución”.
 
La recuperación del Smata de Córdoba
Casi un año después del Cordobazo, los obreros de Perdriel tomaron la fábrica en rechazo al traslado de tres compañeros aspirantes a delegados. Esta lucha triunfó y marcó un punto de inflexión en el protagonismo de las masas, y en el debate con el terrorismo urbano, que planteaba salir de las fábricas para entrar en la guerrilla. “Más vale un Perdriel que cien secuestros” fue el balance de los clasistas y del PCR, que dirigieron ese conflicto.
La lucha de Perdriel mostró que había un camino para recuperar los sindicatos de manos de los jerarcas traidores como Elpidio Torres secretario del Smata cordobés, que quería ser secretario de la CGT nacional y ahí se le cortó la carrera. Con René Salamanca a la cabeza, se conformó la Lista Marrón, que recuperó el Smata en abril de 1972. Se abría una nueva etapa, con los mecánicos cordobeses protagonizando viejas y nuevas prácticas clasistas. En todo esto tuvo que ver Gody Álvarez. En la fragua de la rotación de los dirigentes en la producción, la renovación del cuerpo de delegados por sección, y una Comisión Directiva del gremio con participación de los delegados, el Smata cordobés estuvo al frente de grandes luchas y reafirmó su conducción clasista en 1974, en una situación política totalmente distinta, con Perón en el gobierno. 
La pelea por el convenio colectivo enfrentando el “pacto social” del ministro de Economía Gelbard, mostró la línea del clasismo. Cada sección fue elaborando su “cuaderno de reivindicaciones”. Recogiendo todo lo escrito en los “cuadernos”, el cuerpo de delegados y las asambleas los convirtieron en el programa de lucha del gremio, que conquistó el mejor convenio de la historia de los mecánicos. El acuerdo del Smata, Luz y Fuerza y UTA, encabezados por Salamanca, Tosco y Atilio López, posibilitó la formación de una poderosa CGT combativa. Antonio fue el promotor de ese acuerdo, que se conquistó con un gigantesco debate de masas en el movimiento obrero.
 
Cuestiones profundas
Antonio era un cuadro que unía la teoría con la práctica. Reflexionando sobre la experiencia de Córdoba, fue vanguardia en la batalla contra la teoría de que la Argentina era un país “capitalista dependiente”, que aislaba a la clase obrera y sectarizaba al Partido. En el 3° Congreso del PCR, partiendo de la experiencia del Smata y las formas organizativas que posibilitan a la clase obrera y al Partido hacer pesar su política de hegemonía proletaria en la revolución, Antonio planteó la necesidad de que cada zona tuviese su centro político de concentración.
Otto Vargas recuerda que en la China de Mao Tsetung, formando parte de una delegación del PCR en 1972, Antonio le dijo “no tenemos un partido preparado para la revolución. Que te agarren en este balcón, te pongan cabeza para abajo y te digan, si no hablás te tiro. Eso tenemos que tener. Militantes así.” 
 
La lucha antigolpista
Dice Jacinto Roldán “En julio de 1974 había muerto Perón. En septiembre, una asamblea en la puerta de la Renault se dividió, una parte votó por seguir la lucha, pero la mayoría de los obreros se opuso: ‘no cambiamos salario por gobierno’, decían, pensando que la huelga amenazaba al débil gobierno de Isabel Perón. Fue una gran lección. Salamanca, junto a Antonio y a Otto Vargas, interpretaron bien el sentido del voto de esa mayoría obrera”. Esta fue la base de la línea antigolpista trazada por el PCR en noviembre de 1974. Por esa línea, con el Smata ya intervenido, el adjunto de Salamanca, Roque Romero, preso, y el propio Salamanca en la clandestinidad, el 24 de marzo de 1976 las fábricas del Smata de Córdoba, junto a otras, fueron de las pocas que pararon contra el golpe de Estado.