Desde hace algunos años se realizan excavaciones en dos lugares de Tucumán: Pozo de Vargas y Arsenal Miguel de Azcuénaga.
Pozo de Vargas era, como lo dice su nombre, un pozo donde se almacenaba agua para proveer a las maquinas de los trenes que pasaban por las cercanías. La dictadura lo usó para tirar en su interior los cuerpos de los detenidos-desaparecidos.
Desde hace algunos años se realizan excavaciones en dos lugares de Tucumán: Pozo de Vargas y Arsenal Miguel de Azcuénaga.
Pozo de Vargas era, como lo dice su nombre, un pozo donde se almacenaba agua para proveer a las maquinas de los trenes que pasaban por las cercanías. La dictadura lo usó para tirar en su interior los cuerpos de los detenidos-desaparecidos.
Con mucha paciencia y superando numerosas dificultades técnicas y burocráticas, los encargados de la búsqueda fueron encontrando restos de desaparecidos. A principios de 2010 encontraron una pierna derecha enfundada en una media, realizaron pruebas de ADN, en Buenos Aires y se determinó que pertenecía a Guillermo Vargas Aignasse. Guillermo Vargas Aignasse, el “Chonga” para los que éramos amigos, fue un dirigente peronista que militaba en Guardia de Hierro. La ferocidad de su asesinato se explica si recordamos que esta corriente, al igual que nuestro Partido, se opuso activamente contra el golpe de Estado del año 1976.
La condena al genocida Bussi fue casualmente por la muerte de Vargas Aignasse, donde el genocida se defendía profiriendo agravios a su memoria y diciendo que seguro lo habían matado sus compañeros. Tanta infamia hoy queda desmentida y lamentamos que por la parsimonia con que fueron ocurriendo los juicios el genocida esté muerto.
El Arsenal Miguel de Azcuénaga fue un sitio de detención y muerte de miles de tucumanos, entre ellos nuestros queridos Ángel Manfredi y Ana María Sosa. Allí los investigadores han encontrado fosas comunes y siguen encontrando restos que, a pesar del tiempo, muestra la saña de los asesinos que los torturaban hasta desfallecer, y luego lo quemaban con cubiertas para borrar rastros.
Existen en Tucumán otros centros de detención y tortura como la Escuelita de Famailla y el casco del ex Ingenio Baviera, seguramente allí se encontrarán los restos de numerosos tucumanos asesinados por la dictadura, entre ellos los de nuestro querido Manuel Álvarez, dirigente de los empleados textiles de Grafanor que está en Famaillá.
Un militar de alto rango, dirigente de la dictadura dijo alguna vez que todo lo que se hizo “está registrado y documentado”, por eso el reclamo es que se hagan conocer los libros de guardia de los destacamento militares establecidos en Tucumán: Regimiento 19 de Infanteria, 5 Batallón de Comunicaciones, el Comando Militar de la Av. Sarmiento y el Arsenal Miguel de Azcuénaga. En esos libros de guardia deben estar asentados los grupos de tareas que se llevaron a Ángel, Ana y Manuel.