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21 de septiembre de 2022

De un texto del dirigente comunista chino Chou Enlai

Aprender de Mao Tsetung

El 9 de septiembre se cumplieron 46 años del fallecimiento del líder de la Revolución China, Mao Tsetung. Para conocer algo más de su legado, reproducimos el comienzo del informe presentado en el I Congreso Nacional de la Juventud de China, realizado en mayo de 1949, por Chou Enlai, dirigente comunista y primer ministro de la República Popular China hasta su fallecimiento en 1976.

La gran revolución del pueblo chino ya se aproxima a su victoria nacional. Ahora nuestra juventud está llamada a participar activamente en la construcción de una nueva China. Nos es necesario contar con un líder reconocido unánimemente por todos, un líder capaz de guiarnos en nuestro avance. Treinta años de práctica del movimiento revolucionario han dado al pueblo chino su propio líder: Mao Tsetung. Y la consigna del presente Congreso Nacional de la Juventud es precisamente “Avanzar bajo la bandera de Mao Tsetung”. Estamos decididos a marchar adelante enarbolando dicha bandera. Creo conveniente explicar, en este Congreso, los puntos principales de por qué Mao Tsetung merece nuestro respeto y de cómo aprender de él.

Aprender de Mao Tsetung no es una simple consigna, sino algo dotado de riquísimo contenido. Los delegados de nuestra juventud, de regreso a sus lugares de procedencia después del Congreso, deben difundir los postulados de éste entre las amplias masas de la juventud, entre los jóvenes de las zonas rurales, fábricas, ciudades, regiones liberadas y regiones dominadas por el Guomindang, movilizar y ganarse a los millones y millones de jóvenes para que avancen junto con nosotros. A tal efecto, la bandera de Mao Tsetung es nuestro mejor llamamiento. Al exhortar a la juventud de todo el país a que la siga, debemos dar a conocer cómo la bandera de Mao Tsetung ha llegado en su desarrollo a ser lo que es hoy. Mao Tsetung es un gigante nacido del suelo chino. Los amigos aquí presentes, en su trabajo de difusión entre la juventud de todo el país o en su propio estudio, no deben tomar a Mao Tsetung por un líder fortuito, innato y misterioso, del que es imposible aprender.

De actuar así, eso de reconocerlo como nuestro líder pasaría a ser una cháchara vacía. Si Mao Tsetung fuera una persona de la que nadie pudiera aprender, ¿no quedaría como un dios, aislado de todo el mundo? Tal es el tipo de líder que describe la propaganda de la sociedad feudal y la burguesa. El nuestro es un líder del pueblo, crecido entre éste, vinculado entrañablemente con él, consustanciado con la sociedad y la tierra de China, surgido del movimiento revolucionario que ha venido desarrollándose desde hace casi una centuria y, sobre todo, desde Movimiento del 4 de Mayo, y forjado con tantos años de experiencias y lecciones históricas de la lucha revolucionaria en China. Por consiguiente, al aprender de Mao Tsetung, debemos hacerlo en todos los aspectos, partiendo de su desarrollo histórico, y no limitarnos a ver sus grandiosos logros de hoy pasando por alto la trayectoria recorrida.

El Presidente Mao ha dicho con frecuencia que fue un muchacho crecido en el campo, supersticioso en un principio, e incluso con algunas ideas atrasadas. Se ha mostrado muy en desacuerdo con la versión de un libro de texto editado en Shaoxi-Chahar-Hebei de que él combatía la superstición ya a la edad de diez años y que su ateísmo data de la infancia. Dijo que por el contrario, durante su niñez creía, y sobremanera en los dioses. Cuando su mamá se enfermaba, él iba a echarse a los pies de las efigies de Buda y otros dioses para suplicar su protección. ¿No ven ustedes que era muy supersticioso? En su relato sobre el Presidente Mao, ese libro de texto invierte las cosas, describiendo que cuando niño ya era ateo, que había roto con la superstición, que nació sabio. El presidente Mao señalaba que esto no corresponde a los hechos. Por regla general, en esa sociedad feudal nadie podía romper con la superstición de un golpe, proviniera de familia campesina u obrera. Puesto que el Presidente Mao nació en el campo a fines del siglo XIX, le era imposible hallarse completamente libre de las supersticiones. ¿Para qué aclaramos esta cuestión? Para que, entre las amplias filas de la juventud, no marginemos a los supersticiosos considerándolos irremediables. Un muchacho ayer supersticioso puede llegar a ser lo que es hoy el Presidente Mao (no digo, por supuesto, que cada uno de los muchachos pueda convenirse en un Presidente Mao). Todos pueden romper con la superstición. ¿No eran ustedes también supersticiosos hace algunos años? ¿No se les caían igualmente los feos mocos cuando eran niños? No por haber progresado debe uno negarse a mirar de cara lo que tenía de feo en la infancia.

El Presidente Mao dice con frecuencia que él también es lector de escritores antiguos. Todo depende de cómo uno los lea. Al principio al Presidente Mao le gustaban mucho los libros antiguos. Y ahora, cuando escribe artículos o pronuncia discursos, echa mano a menudo, y con la mayor maestría, de experiencias y lecciones históricas. La lectura de libros antiguos le ha permitido ampliar y profundizar sus conocimientos, lo que ha incrementado su grandeza. El día 4 de mayo leí un artículo escrito por el camarada Fan Wenlan, donde dice que ya en la época del Movimiento del 4 de Mayo se dedicaba a la filología ban y otras cosas viejas. Pero una vez despejada su mente, lo estudiado llegó a servirle para redactar tratados sobre la historia china y ayudarle a hacerlo con soltura. Por eso, entre nuestra juventud, no debemos considerar incapaz de progresar a una persona simplemente porque le guste leer libros antiguos y estudiar cosas del pasado, ni rehuir unirnos con ella y educarla simplemente porque tenga concepciones arcaicas, ni volverle la espalda porque esté un poco rezagada. Basta que desee progresar para que pueda remodelarse ideológicamente. Un proceso así de remodelación ha atravesado el Presidente Mao, como él mismo lo ha señalado.

Además, el Presidente Mao dice a menudo que en el estudio de los problemas, él, como tantos otros, comienza por atacar uno solo de sus diversos aspectos trabajando duro por dominar este aspecto siempre que carece de un conocimiento cabal del mismo. Cuando tomó parte en el movimiento revolucionario después del Movimiento del 4 de Mayo, primero se dedicó de lleno al movimiento obrero en las ciudades. Por aquel entonces, el señor Tao Xingzhi promovía un movimiento de trabajo rura1. El camarada Yun Daiying escribió al Presidente Mao: No estaría mal que hiciéramos algo en el campo siguiendo el ejemplo de Tao Xingzhi. El Presidente Mao respondió: ¿Cómo vamos a poder hacer nada en el campo cuando ya tenemos bastante con las ciudades? Esto quiere decir que en aquella época no se ocupaba más que de un aspecto. Pero al poco tiempo se desplazó a las zonas rurales y se familiarizó con el movimiento campesino, combinando así los movimientos revolucionarios de las ciudades y del campo. Más tarde se dedicó al estudio de los asuntos militares, y los dominó, adquiriendo un conocimiento más cabal. Esto nos enseña que no debemos desanimar a los jóvenes que, al estudiar los problemas, prefieren concentrarse en un solo aspecto sin abarcar todavía el conjunto, y que aun cuando se muestren renuentes a tomar parte en las actividades políticas, no debernos por esto marginarlos, sino educarlos paulatinamente.

Cité estos tres ejemplos con el objeto de demostrar que el Presidente Mao, muchacho de familia campesina en la sociedad feudal, también fue supersticioso, leyó libros antiguos y, en su estudio de los problemas empezó por atender un solo aspecto. Ha adquirido su grandeza porque ha despertado del letargo supersticioso y ha rechazado lo caduco, y más aún, porque se atreve a reconocer lo que era en su pasado. Hemos notado, en la sociedad vieja e incluso en la sociedad donde gobierna el pueblo, casos en que algunos individuos, una vez hecho cierto progreso, consideran como maravilloso todo lo que hicieron en el pasado, y se creen unos “santos innatos” describiéndose como libres de todo error y limpios de todo defecto. Además, se sienten contentos cuando otros los pintan así. Esto es peligrosísimo. Por eso, con relación a los jóvenes que son supersticiosos, que están atrasados, que pecan de unilateralidad en su conocimiento, no debemos abandonarlos sino educarlos. Debemos atraerlos para que aprendan de nosotros, y aprender, por nuestra parte de ellos; en fin, todos los jóvenes deben aprender unos de otros. El Presidente Mao es un líder del pueblo, surgido de los últimos milenios de experiencias y lecciones históricas, de los últimos cien años de movimiento revolucionario y de los últimos treinta años de lucha directa. Así es como todos debemos enfocar el desarrollo histórico que ha atravesado el Presidente Mao. Esto sirve para vencer la arrogancia existente entre nuestros camaradas.

 

Foto: Chou Enlai y Mao en Yenán (1937) durante la resistencia contra la invasión japonesa.

Hoy N° 1931 21/09/2022