Noticias

02 de octubre de 2010

Más tropas y matanzas de las fuerzas de la OTAN contra la población afgana. Pero la resistencia patriótica crece: los ocupantes ya no están seguros ni en las ciudades.

Arenas movedizas en Afganistán

Hoy 1283 / Más tropas imperialistas, más firmeza de la resistencia

Al menos un centenar de personas (fuentes locales dijeron 150), entre ellas muchos civiles, murieron el viernes 4 bajo un bombardeo de la OTAN en la provincia de Kunduz, norte de Afganistán.
El infame genocidio habría sido en represalia por el robo de dos camiones de combustible por la guerrilla talibán, que estaba distribuyendo la carga entre los habitantes del lugar.
El ataque –ordenado por un oficial alemán y justificado por el gobierno de ese país– es, en realidad, parte de la masiva escalada de la guerra que el Pentágono y la OTAN lanzaron en la zona fronteriza que llaman “Escenario Af-Pak” (Afganistán-Pakistán).
El lunes 31 de agosto, las fuerzas de la organización “atlántica” ya habían bombardeado un convoy de 18 camiones supuestamente cargados de armas dentro de territorio pakistaní cerca de la frontera afgana.
No es claro si lo hicieron en acuerdo o en contra de la voluntad del gobierno de Pakistán.

Fracaso militar y político
La matanza del día 4 se llevó a cabo mientras se hacen públicas las evidencias del escandaloso fraude en las “elecciones” presidenciales montadas por la OTAN el pasado 20 de agosto: en comicios organizados bajo ocupación militar extranjera y con la abstención o prohibición de las fuerzas patrióticas, el gobierno títere de Hamid Karzai contrató a líderes tribales para “rellenar” urnas con miles de boletas truchas.
Además, sectores del imperialismo yanqui para quienes Karzai no es suficientemente genuflexo ante las fuerzas de ocupación, acaban de “descubrir” que el régimen títere afgano es “corrupto”…
La masacre perpetrada por las tropas de la OTAN fue también una respuesta a su propio fracaso militar. Tras varios meses de ofensiva contra la resistencia guerrillera –concentrada en las provincias del sur y el este afgano–, en agosto los ocupantes yanquis sufrieron 49 bajas: fue el mes más mortífero para los imperialistas de Washington desde la ocupación del país en 2003. En julio fueron eliminados 43 soldados yanquis. La lista oficial de heridos en combate supera los 3.700, pero esas cifras no cuentan a los cientos de mercenarios (“contratistas independientes”) eliminados por la resistencia.
A pesar de los masivos “rastrillajes” y controles, las organizaciones patrióticas han seguido propinando golpes durísimos al ocupante y al gobierno títere.
En los últimos días de agosto, un atacante suicida hizo detonar una bomba dentro de una mezquita en la provincia de Laghman, a 100 kilómetros al este de Kabul, matando a 23 personas, entre ellas al segundo hombre de la Dirección Nacional de Seguridad (inteligencia del gobierno títere afgano), Abdulá Laghmani. En la acción también murieron el presidente de la legislatura provincial, el director ejecutivo de la oficina del gobernador y dos guardaespaldas de Laghmani, y resultaron destruidos varios vehículos gubernamentales.
El gobierno imperialista español del socialdemócrata Rodríguez Zapatero sugirió también el posible aumento del contingente destacado en Afganistán. Lo hizo al día siguiente del ataque que sufrieron las tropas españolas en un paso de la montaña de Sabzak, uno de los golpes más graves sufridos por las tropas de ocupación de ese país en sus 7 años en Afganistán.

Los yanquis, en arenas movedizas
Apenas asumió la presidencia en enero, Obama anunció el gradual retiro norteamericano de Irak y el desplazamiento del eje estratégico yanqui hacia Afganistán con el envío de 21.000 soldados, a sumarse a los 40.000 estadounidenses, 9.000 ingleses, 3.500 alemanes, 2.800 italianos, 1.200 españoles y 1.200 turcos que integran las fuerzas de ocupación de la OTAN.
Pero, en la medida en que crece y se afirma la resistencia armada, el propio gabinete de Obama está públicamente dividido en torno a la conveniencia de enviar nuevas tropas. Ante la evidencia del fracaso de la actual ofensiva, el general Stanley McChrystal, comandante en jefe de la OTAN en Afganistán, con el respaldo del secretario de Defensa Robert Gates, clamó por el envío urgente de los refuerzos. Según el New York Times, la secretaria de Estado Hillary Clinton respalda la estrategia de Obama, mientras que el vicepresidente Joe Biden preferiría concentrar los esfuerzos yanquis en lo que él llama “estabilizar” Pakistán.
Lo cierto es que los estrategas del Pentágono y la Casa Blanca no pueden “estabilizar” la ocupación de Irak ni de Afganistán. Las ocupaciones imperialistas pisan arenas movedizas. Y eso alienta la lucha antiimperialista en todo el mundo.