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04 de marzo de 2011

Contribución  al análisis  sobre el complejo portuario y fabril en la provincia de Santa  Fe

Argentina sangra por las barrancas del Río Paraná

Política y Teoría N° 72 (105) / Marzo - junio de 2011

Este trabajo está destinado a analizar uno  de  los  complejos  Portuario  – Fabril  que  se  ubica  entre  los  más grandes del mundo, donde se procesa fundamentalmente  “poroto de soja”, produciendo harinas, aceites, biocombustibles y derivados secundarios e importando materia prima, soja, e insumos para la producción. Este complejo Portuario – Fabril es un embudo  por  el cual  drena  la principal producción de Argentina, y también una de las principales de Sudamérica. Es decir: por aquí se va una gran parte de las producciones de   países como Paraguay, Bolivia, Brasil y Uruguay.
Históricamente el imperialismo le ha dado a esta parte de América el rol de ser productores de materias primas, actualmente monoproductores de soja, en su División Internacional  del  Trabajo.  Son  los  que definen qué se va a producir, en qué región, cómo, con quién, con qué tipo de insumos y cómo se distribuye y comercializa la producción.
Con la derrota del socialismo y la posterior caída del COMECOM a fines de los 90 se formó  un  mercado  capitalista  único  que implicó la incorporación a él de 3.000 millones de habitantes, de China, Rusia y los países de  Europa  Oriental.  Esto  amplió  y aumentó la demanda, y, en consecuencia, el precio de alimentos e insumos, entre ellos la soja, también estimulada sobre la base de un gran flujo  de  capitales especulativos (teniendo en cuenta que sobre 100 dólares en la circulación 98 van a la especulación y 2 a la producción).
En un mundo en donde el eje se va corriendo aceleradamente desde Occidente   hacia Oriente, producto entre otros fenómenos de la crisis mundial, es de vital importancia esta producción  ya que    abastece mayoritariamente a los mercados asiáticos en constante crecimiento y con una demanda en alza de materias   primas para producir alimentos. La soja y las harinas se utilizan para  alimentar  600  millones de cerdos y obtener así carnes; el aceite de soja vino a reemplazar  en China al aceite de palma, de menor  calidad,  utilizado  para  el  consumo doméstico.  Argentina ha sellado una alianza estratégica con ese imperialismo.

Frente a esto, Argentina, como país dependiente, quedó atada al monopolio de la compra de sus materias primas, que el imperialismo utiliza como llave maestra para condicionar su influencia a pasos agigantados en las principales esferas de   nuestra economía. Avanzaron sobre el comercio, la pesca, el petróleo, la minería, la tierra, los puertos y los trenes, entre otros rubros. A su vez, nos   inundan  con importaciones de productos elaborados, una tonelada importada de China equivale a 15 toneladas argentinas en valor agregado. O acuerdos que se asemejan a estafas, como por ejemplo la compra de material  ferroviario  usado,  que para ellos es chatarra, por 9.200 millones de dólares a una tasa de interés del 8% anual, cuando en EE UU o Japón no supera el 1%. Estos son los   resultados de la alianza estratégica con China, tan mentada y pregonada por   Cristina Fernández, los terratenientes y los monopolios exportadores. Sin embargo, como veremos más adelante, este avance del imperialismo chino se da en medio de una aguda disputa interimperialista en donde los imperialismos que históricamente tuvieron posiciones hegemónicas en el terreno de las producciones agropecuarias pugnan con la nueva potencia que se abre paso vorazmente. En distintos períodos, los diferentes imperialismos se aliaron con   los terratenientes de los países oprimidos, transformándolos en sus apéndices y soporte de sus políticas. Por ejemplo, en períodos donde predominaba la producción lanera, ¿a quién se le vendía la lana? Al imperialismo francés o inglés, si no les compraban ellos, no podían   existir.   En   otro   momento,   fue hegemónica la producción de carne y esto se expresó con el pacto Roca-Runciman  y la alianza  con  los  ingleses;  o  el  trigo, con grandes acuerdos comerciales, principalmente entre los rusos y la dictadura.

 

¿Por qué nos eligen?

El  origen  de  la  soja  se  encuentra  en  las regiones del centro y norte de China y es conocida desde el año 3000 a.c.. Sus propiedades nutricionales son muy valoradas y por ello en un mundo con una población y una demanda de alimentos crecientes, la soja fue el gran “hallazgo” del imperialismo para, aprovechando   esa   demanda,  dominar al mundo y enriquecerse cada vez más.
Es una legumbre de características excepcionales, un  kilogramo de soja equivale a 2 kg de carne, 5 kg de arroz, 3 kg de porotos comunes, 5 docenas de huevos y 11 litros de leche. Un dicho popular en Japón reza “quien tiene soja, tiene carne, leche y huevos”. Una demanda creciente de sus tres principales subproductos (harina, aceite y biodiesel), elevan el precio internacional en un  mercado  que  amplía  sus  límites.  Cabe aclarar que Argentina es el primer exportador de biodiesel, primer exportador de aceite y segundo de harinas utilizadas en Europa para producir carne.
La fértil, extensa y excepcionalmente rica llanura pampeana  en el centro de nuestro país, favorecida además por sus condiciones climáticas que la hacen   propicia   para distintos cultivos y producciones  y que es atravesada de norte a sur por el Río Paraná, es una  de  las  tres  más  importantes  a  nivel mundial junto a la de Europa Oriental, Rusia y  el oeste estadounidense. Estas condiciones geográficas  influyen  en el rol que  se  le  ha  asignado  a  esta  región  de América  en  la  división  internacional  del trabajo del sistema imperialista: el de ser productores de materia prima, en particular el monocultivo de soja.

 

El  embudo  de la dependencia

Producto de la demanda creciente de alimentos  y  de  los  buenos  precios  de  los productos agrícolas se disparó una Revolución científico–tecnológica que posibilita una agricultura de alta precisión. Las semillas modificadas genéticamente (soja RR) transformaron el tipo y uso de fertilizantes, abonos y herbicidas. El GPS permite el diagnóstico y radiografía del suelo, junto a nuevos conocimientos y predicciones de las condiciones climáticas,   instrumentos   y métodos productivos (siembra directa). Hace veinte años la misma parcela de tierra, bajo   las   mismas   condiciones climáticas rendía  30  quintales  de  trigo,  hoy  con  la tecnología aplicada puede rendir hasta 64 quintales. Sin embargo al estar concentrada y en manos de  los  monopolios imperialistas, esta tecnología se transforma en un elemento más de expulsión de los campesinos pobres y medios.  Sistemáticamente  el pequeño e incluso el mediano productor es despojado de sus  herramientas  de  trabajo, no puede comprar  un  tractor  de  alta  tecnología,  no puede comprar la cosechadora, los insumos a precio dólar y se ve obligado a arrendar o a vender su tierra.
Este desarrollo científico – tecnológico  y su control de todos los eslabones de la cadena productiva, incluso la tierra, les ha permitido acrecentar y reforzar la renta terrateniente, financiera que expulsa al pequeño campesino de la tierra.

El Río Paraná es uno de los más importantes del mundo, la segunda cuenca más extensa de Sudamérica después de la del Río Amazonas, con 3940 km de extensión, 17.000 km de afluentes, recoge las aguas de la mayoría de los ríos del sur del continente y penetra en el corazón de toda América del Sur.
Nuestro continente sangra, tanto por lo que entra, como por lo que sale de él. No somos dueños de la soberanía de nuestro río que en su curso va expresando la dependencia a  diferentes  imperialismos,  describiendo  la ruta del saqueo. La hidrovía une la riqueza productiva de la región  con el mundo.  Es disputada, pues atraviesa como una formidable autopista el corazón de nuestra riqueza agrícola, petrolera, forestal, minera e industrial permitiendo el transporte de productos masivos sobre largas distancias.

 

El embudo  que profundiza la dependencia y el latifundio

Este  gran  complejo  de  puertos-fábrica, exportadores  e importadores,  se ubica a la vera  del río Paraná, desde Timbúes y Puerto General San Martín en la Provincia de Santa Fe, hasta el noreste de la Provincia de Buenos Aires, a la altura de Ramallo, en sentido norte–sur. Desde aquí sale al exterior el 85% de la producción agrícola del país y se procesa el 90% del poroto de soja.
El complejo  portuario–fabril ha dado un salto cualitativo en los últimos años a partir del   control   monopólico   del   comercio exterior, con una facturación récord para el año 2010 calculada en 25.000.000.000 de dólares. Esto lo ha convertido en un resorte de la dominación, no sólo de nuestro país, sino  también de América del Sur. Se localizan  aquí 18 puertos, 14 de ellos en manos extranjeras, los cuatro restantes son de origen nacional pero hoy tienen una fuerte participación de capitales extranjeros a través de burgueses intermediarios y testaferros,  en donde distintos imperialismos intervienen delineando el mapa de la dependencia, como por ejemplo: Cargill y Toepfeer (yanquis), Dreyffus (francesa), Nidera (holandesa), Noble (China- Inglaterra) y Bunge, entre otros, junto a un conglomerado de industrias  agroquímicas. Controlan los  eslabones  principales  de  la cadena   productiva: las semillas, los insumos, fertilizantes, herbicidas y los instrumentos  para  la  siembra  y  cosecha. Participan como capital financiero interviniendo en el comercio y la producción y son poseedores de grandes extensiones de tierras y pooles de siembra.  Poseen, además, gran parte de la logística: ferrocarriles, hidrovía, caminos y accesos. También participan en los negocios de  la producción cárnica  (bovina,   aviar,   y  porcina),   son dueños de frigoríficos y tienen el monopolio casi absoluto de la producción y procesamiento de la industria avícola (ejemplo: Tres  Arroyos).  Dominan un sector estratégico de la economía y por lo tanto son los delineadores de gran parte de las políticas económicas, en alianza con terratenientes nativos y extranjeros.  Se produce así un entrelazamiento que combina capital financiero con capitales comercial, agrario, industrial y bancario.
Se asocian y subordinan a los terratenientes; 6200 terratenientes que tienen el 49,6% del territorio nacional, obtendrán este año a través de la renta 9.000.000.000 de dólares (calculada sobre soja, maíz, trigo y girasol). El crecimiento exponencial del complejo,  motorizado  por una demanda creciente y buenos precios internacionales, amplió la frontera agrícola haciendo subir el precio de la tierra. Esto, junto a una revolución científico – tecnológica posibilitaron una productividad nunca vista y una producción a gran escala monopólica, generando una renta extraordinaria que vino a cumplir los “sueños” de la   oligarquía terrateniente: cobrar  por anticipado 20 quintales por hectárea, expulsando a miles de chacareros y pueblos originarios de sus tierras. Nunca debemos olvidar que la renta extraordinaria que obtienen es producto de la extracción de “plusvalía” del trabajo de los obreros rurales, fundamentalmente, y de un conjunto de semiproletarios del campo, junto a un gran sector de la burguesía agraria.
Estos puertos no sólo actúan como simples intermediarios monopólicos en la comercialización,  de  la  cual  obtienen  una parte de la renta, la plusvalía y los beneficios de la defraudación al fisco, sino que además son FÁBRICAS que  extraen  plusvalía de manera directa a partir del trabajo de los miles de  obreros del cordón industrial y aquellos que  trabajan en sus diversos y numerosos emprendimientos productivos.
Este modelo agroexportador, sostenido y defendido por Cristina Fernández de Kirchner a través de un sistema cambiario de 4 a 1, es subsidiado, además, por este gobierno en miles de millones de dólares a  través de las exenciones   impositivas, locaciones de terrenos para su asentamiento, subsidios a la  producción  de  biodiesel y aceite a través del sistema de retenciones a las exportaciones y a toda la logística (trenes y material ferroviario, dragado de la hidrovía, plan circunvalar, etc) y a través de una defraudación   al   estado   por   medio de múltiples mecanismos, creciendo, como nunca en la historia, la concentración y extranjerización de tierras, agudizando la estructura dependiente y latifundista.
En medio de una feroz disputa interimperialista,  ahora  agudizada   por  la crisis mundial,  el  estado protege a estos monopolios, que actúan con total impunidad. Protegidos por distintas fuerzas de seguridad, pagada y subvencionada por nuestro estado. Un  estado,  dentro  de  otro  estado.  Actúan como zonas francas, reina la soberanía de ellos sobre nuestro río y nuestro territorio. Son monstruos enormes, gigantes, con polvo, olores. Protegidos por murallas  que  los ocultan de las grandes masas, que lo único que pueden ver es la salida de los barcos. Son monstruos gigantes e invisibles a la vez. Estafan  al  estado  con  la  complicidad  del gobierno, también evaden a través de distintos mecanismos: triangulación, subfacturación, sobrefacturación. Y, sobre todo, a través de monopolizar la compra, la demanda  concentrada  frente  a  una  oferta diversificada, manipulan los precios internacionales (precio fob y fas) generando grandes estafas multimillonarias.
Como afirma Dan Morgan en su libro Los traficantes de granos: “Nadie sabe cómo funcionan, cuáles son sus ganancias, cuánto pagan impuestos y qué influencia tienen sobre nuestra política  exterior…  nadie  sabe  gran cosa respecto de ellas”.

La mayor  fábrica exportadora de aceites y biodiesel

De la campaña  2009-2010,  sobre  un  total producido en nuestro país de 55 millones de toneladas de soja, 39 millones fueron molidas. El 90% de esta cifra fue procesado en   los   complejos   del   gran   rosario. En conjunto estos monopolios tienen una capacidad de molienda de 167.000 toneladas diarias de soja, lo que representa  procesar diariamente  la  producción  de  50.000  has. Esto la ubica entre las mayores fábricas productoras de aceites, harinas y biodiesel del mundo. Y son las mayores exportadoras de aceites y biodiesel a nivel mundial; del total del  comercio  de aceites,  el 60%  lo tienen estos monopolios imperialistas.
 

¿Cómo se desarrolla este proceso?

La soja ingresa a la planta en camiones y vagones, también por barcazas, principalmente la de importación. Llega un equivalente de 2.5 millones  de  camiones anuales y 350.000 vagones. Por día ingresan aproximadamente entre   5.000 y 10.000 camiones. Se descarga automáticamente por un sistema hidráulico, se le hacen controles de peso y calidad. Luego pasa a un depósito donde se seca la semilla. Después se muele, se hace la extracción de aceites y la mercadería se   traslada mediante máquinas hacia un receptivo de depósito. Este ciclo se desarrolla en apenas 300 metros y en una hora se pueden procesar  entre  1.000 y  2.000  toneladas, dependiendo de la capacidad de cada puerto. Se hace una  extracción de  harina, que representa el 77% del poroto, un 3% equivale a pecaso y el 20% es aceite. De este último porcentaje, el 80% suele convertirse en biodiesel. Al igual que el ingreso y su procesamiento, la salida de granos y subproductos, es rápida. Cada barco tiene una capacidad de carga de alrededor de 35.000 a 43.000 toneladas, dependiendo la carga del calado del río. Puede llegar a recibir hasta 2.000 toneladas por hora y se opera las 24 horas. Lo que hace que un buque con productos sólidos o líquidos tarde en cargarse un promedio de 36 a 48 horas. Esto nos hace estar en el ranking de los puertos fábricas más rápidos del mundo.
 

¿Qué   producen?   Biodiesel, aceites y harinas

Aceites
La  producción  de  aceite  de  soja  alcanzó durante el 2009-2010 un volumen de producción de 6.39 millones de toneladas. De este total, 4.4 millones fueron exportadas, principalmente a China e India.
Cargill es el principal exportador; de hecho la cantidad exportada supera al volumen de su producción. El grupo Urquía es el principal productor y uno  de los   principales exportadores, especialmente de las variedades de soja, girasol y maní. El Grupo Bunge, segundo en producción, se dedica casi por completo al negocio de la exportación y es  la  empresa  con  mayor  capacidad  del sector. Por otra parte, Molinos Rió de la Plata es  el que  tiene  mayor  participación  en el mercado   interno,   pero   además   es   un importante exportador de aceites fraccionados.

Biodiesel
En 2010 Argentina tuvo producción record de biodiesel, por 1.5 millones de toneladas, un 34% más que en el 2009, por un valor de 2.000 millones de dólares. Hay 23 plantas instaladas en nuestro país, con una capacidad instalada de 2.5   millones de toneladas anuales. El  90  %  de  la  producción  está concentrada en estos puertos.
El plan del gobierno para la producción de biodiesel consistió primero, en reservarse el poder de habilitaciones de las plantas productoras para concentrarlas entre estos monopolios y grupos de empresarios aliados y amigos. Encargó al Ministerio de Economía la regulación tributaria y destinó montos del Presupuesto Nacional para la “promoción” de dicha producción  Les garantizó también el corte  obligatorio,  consistente  en  un  10% mínimo para el gasoil y la venta de su producción por 15 años a las empresas petroleras que realicen mezclas. También son eximidas de impuestos varios: Tasa de Infraestructura Hídrica, Impuestos sobre los combustibles, Impuesto sobre la importación de gasoil, Ganancias (3 años desde la puesta en marcha),  Ganancias  e IVA a las compras de  Bienes  de  Capital  y obras  de infraestructura, y acreditación y devolución anticipada de IVA. A su vez el Gobierno de la Provincia de Santa Fe también hizo regulaciones que benefician a estos monopolios.
En  nuestro   país,   para   el   impulso   a  la producción ha sido decisiva la existencia de una gran diferencia entre las retenciones aplicadas sobre los granos y las retenciones   con   las   que   se   grava   la producción de biodiesel.

Harinas
En Argentina la producción de harina de soja durante  el  2009-2010  rondó  aproximada- mente en 26.15 millones de toneladas, de las cuales 25,38  fueron  exportadas,  principalmente a la Unión Europea, también a países asiáticos.

La  producción   de  harinas   y  aceites   en Argentina es destinada, casi en su totalidad, a la exportación, a diferencia de la mayoría de los países productores de estos subproductos. Tanto en Estados Unidos, como en Brasil el consumo  interno  de  estos  derivados  del poroto son predominantes, y sólo un resto es exportado.
En nuestro país, se exportan proteínas para alimentar a los países más poblados de la tierra, mientras   millones de argentinos pasan hambre, a veces hasta alcanzar  la muerte. Cualquier proyecto  nacional,  popular  y antiimperialista   contemplaría   resolver esta emergencia, y transformar estas proteínas en miles de millones de kilos de carnes ya sea porcina, bovina, aviar. Poblar el campo, romper el monocultivo, crear un millón   de   nuevas   chacras   que   puedan resolver el problema de las carnes y los alimentos, junto a una industrialización del campo, con miles de nuevos frigoríficos, que permitan   solucionar   tanto  el consumo interno, como el trabajo.

 

Lo irracional y aberrante del capitalismo

Argentina utiliza combustibles fósiles de sus propias reservas y produce biocombustibles para exportación. Para poder garantizar esta producción, demanda gran cantidad de combustibles fósiles  (petróleo)  además  de tierras y otros insumos. El país estaría exportando, principalmente a Europa, energía limpia para lo cual utiliza combustibles contaminantes, no renovables. Se gasta más en producir que lo que se produce. ¿Cómo se puede producir algo que tiene menos valor final que la materia prima que se usa para producirlo? La materia prima que es el aceite, tiene un valor de 870 dólares  la tonelada, mientras que el valor del biodiesel es de 860 dólares. Las consecuencias de esto son: subsidios a los puertos por parte del estado, mayor  gasto  de  energía  no  renovable  de nuestras reservas, contaminación, suba de los alimentos, y demás resabios de la profunda dependencia. El pueblo argentino subsidia a estos monopolios  en miles de millones  de pesos. Para ellos la lógica de fondo es generar una nueva fuente de negocios  y ganancias millonarias a costa de todos nosotros.

 

El conocimiento al servicio  de los monopolios

El modelo productivo de alta tecnificación y de una  producción  concentrada,  en  gran escala  y  extranjerizada,  se  apoya  en un modelo educativo servil, dependiente y pro-oligárquico. Toda la investigación científica estatal y los planes de estudio, fundamentalmente   en   la   universidad,   se ponen al servicio de ese modelo. Ponen el conocimiento  al servicio de cada uno de los eslabones  del proceso   productivo.   Intervienen   en   la química, en la genética, fertilizantes, mejorar los  abonos,  los  instrumentos  en  todos  los campos (tractores, sembradoras, cosechadoras, fumigadoras, GPS), etc.
Cuentan con miles de profesionales que cumplen funciones dentro de estas empresas. En  las universidades estos tienen cátedra a cargo y bajan línea todos los días, repiten como loritos los beneficios extraordinarios de   este “modelito”   productivo: cosecha record, tenemos que llegar a las 150 millones de  toneladas. Además tienen sus nichos de negocios y reclutan cuadros (futuros profesionales). Funcionan  como el soporte técnico político e ideológico  para sostener esta política.
Cristina Kirchner  dijo: “no está mal que ningún científico o ningún universitario  ni ningún  académico  se  manche  las  manos porque contribuya con el empresario a darle mayor rentabilidad con ciencia y tecnología” y también dijo “no me voten con el corazón sino con  el bolsillo”  (Bolsa  Comercio  de Rosario, agosto de 2010).
 

¿Cuántos trabajan?

Es   muy   complejo   determinar   cuántos trabajan. Son aproximadamente entre
10.000  y 12.000  trabajadores. Si hubo un lugar donde se aplicó a fondo la flexibilización, fragmentación y atomización del movimiento obrero con el menemismo, fue en los puertos. Esto no es casual. Hoy tenemos un pequeño núcleo estable de trabajadores   efectivos, y  cientos de contratistas que prestan servicios, tercerizados. Se terceriza parte del funcionamiento de la planta, mantenimiento y limpieza, refacción, ampliación y parte de la  operatividad  de  la  empresa.  A  esto  se suman momentos picos o estacionales en los cuales  se  incrementa  la  mano  de  obra  en negro (período de cosecha).

 

¿Qué características tiene esta industria?

Si nos guiamos con la idea de la industria clásica, no lo vamos  a poder  comprender porque se rompe este modelo. Por un lado, no hay industria que tenga el grado de automatización y la capacidad de mover volúmenes tan inmensos (miles y miles de toneladas) como ésta. A su vez, un personal mínimo de 50 o 60 trabajadores puede operar estos monstruos (dependiendo del período y puerto – fábrica). Al mismo tiempo, no existe ninguna industria que tenga un grado de dependencia tan grande de la logística, como ser: miles de camiones, buques, barcazas, trenes, suministro de energía eléctrica (acaban de inaugurar la termoeléctrica  en Timbues, con millones de dólares subsidiados por parte del estado), mantenimiento y dragado de la hidrovía, caminos y accesos.
Dentro  de  planta  intervienen  entre  otros: miles   de   obreros   de   la   construcción (UOCRA), aceiteros, estibadores, recibidores de granos  (URGARA),  marina mercante (SOMU), cooperativas de servicios, portuarios, amarradores, dragado y balizamiento, personal de aduana (AFIP) y demás contratistas con diferentes  convenios o fuera de ellos (en cualquiera de las plantas existen mínimamente 20 empresas contratistas,  con  alrededor   de  20  o  30 operarios  cada  una).  Cualquier  engranaje que falle en este sistema, puede desestabilizar  el  funcionamiento.  Es  para tener en cuenta el grado de vulnerabilidad que tienen estas plantas.
 

¿En qué condiciones trabajan?

Aplican métodos del toyotismo en donde un grupo reducido, altamente calificado, con trabajo permanente y estable, polifuncional,  recibe salarios relativamente buenos (desde 6.000 a 10.000 pesos).
A su vez, la fragmentación facilita la superexplotación y la extracción de plusvalía incomparable con otras industrias. La gran masa   de   los   trabajadores   operan  en condiciones, tremendas de superexplotación, con salarios de $10.50 la hora,  con  contratos  continuos  eventuales, que  permiten  ser  rescindidos en  forma automática. Y con  condiciones  de  trabajo precarias, sin ningún tipo de seguridad e higiene, que se ha cobrado la vida de varios trabajadores, en particular jóvenes, en situaciones de incendios  de la melaza, derrumbes, explosiones; y también envenenamientos (particularmente cianuro) entre otras.

 

Luchas

Estos puertos – fábricas fueron paralizados en cuatro oportunidades durante el 2010, junto a otros conflictos.

1- Paro de los portuarios (SUPA) a comienzos del año. Se extendió durante 10 días con bloqueos y  piquetes  en  las  puertas  de  las terminales, paralizando el comercio, la producción y el transporte y las operaciones de  la Bolsa de Comercio. Esto produjo un hecho inédito: se modificaron los precios en Chicago. Cada día de paro se perdían en concepto de exportaciones 1 millón de toneladas de cereales y 50 millones de dólares en  logística  por  la  estadía  de  buques  en puerto. Esto obligó a que interviniera el ex presidente Néstor Kirchner y buena parte del Poder   Ejecutivo, Economía (Boudou), Trabajo (Tomada), Agricultura (Domínguez), Planeamiento (J. De Vido), Comercio (Moreno), junto a toda la plana mayor de la CGT encabezada  por Moyano  y todos  los gremios vinculados a esta actividad, produciendo otro hecho inédito donde asistieron todos los presidentes de las compañías. Se negoció hasta altas horas de la madrugada. La conclusión de los directivos de Ciara (Cámara  de la industria  aceitera  de la República Argentina) fue: “se superó   el conflicto más importante de los últimos años”. Esta lucha obtuvo un triunfo de un 40% de la tarifa que cobran las cooperativas portuarias. Más allá de  la dirección que tuvo, y que muy poco llegó  a los obreros  tercerizados, mostró  el poder que tienen los trabajadores de paralizar la  producción  y el comercio  exterior  y el ingreso de divisas (entre 400 y 600 millones de  dólares semanales). Cortar la cadena de pago.

2- Paro  de 48  hs.  de  los  trabajadores  de URGARA (Unión de Recibidores de Granos y Anexos de la República Argentina) a mitad de año. Este es un gremio estratégico, ya que determina la calidad del cereal y el peso, la clasificación  y  el  pago  que  se  realizará. Dejaron sin operar las plantas. En noviembre de 2010 el titular del gremio a nivel nacional Alfredo Palacios dijo: “el caso de Kraft sentó un  precedente y decidimos denunciar a las prestatarias que pretenden desconocer la legislación laboral argentina…”

3-Paro de la CGT San Lorenzo. A partir de la muerte en un accidente laboral del compañero Oscar González en el mes de noviembre, precedido de   ocho   casos   anteriores   de muertes  por  accidentes   laborales   y  una cantidad de heridos y lesionados, se paralizó la actividad en todo el cordón industrial en un paro llamado por la CGT Regional, con una gran  concentración  en  la  ciudad  de  San Lorenzo.

4-Lucha de aceiteros previa a las fiestas. Volvió a conmover y a demostrar la importancia estratégica nacional que tiene toda esta región desde el punto de vista económico y político.
Los últimos días de diciembre, nuestra región fue conmovida por el bloqueo durante dos días y medio de la casi totalidad de las 18 terminales puertos-fábricas por los 3000 trabajadores aceiteros, más los 9000 trabajadores  con  los  que  se  conforma  todo  el complejo y 15000 camioneros barados. Con piquetes y desde abajo, consiguieron una bonificación   por   única   vez,   anual,   de $4.000 y un salario básico de $5.000 a partir del 1° de enero de 2011 y $200 de premio para todo el personal sin ningún tipo de discriminación, creando condiciones para avanzar en el reclamo de pase a planta permanente de los contratados y de una nueva política de seguridad e higiene.

Esto se da en el marco de una inflación del 25% que no es más que un brutal ajuste,  una transferencia del salario al capital y al fisco a través de impuestos, en momentos en que la CGT traidora de Moyano venía planteando pacto social y $1.000 de bonificación por única vez.
El gran triunfo de la lucha de aceiteros rompió el techo salarial y los pactos gobierno-CGT-UIA y alumbró el camino para el conjunto del movimiento obrero argentino.
Ha irrumpido  y se ha destacado  una gran combatividad   en   los obreros jóvenes, muchos de ellos tercerizados.   Estos fueron, en  distintos  momentos,  desbordando  a  la dirección sindical y produciendo un cambio de tendencia al afiliarse a sus gremios, que pasan a ser vistos como un instrumento para la lucha, para poder avanzar en la organización dentro de fábrica, y fortalecer así los cuerpos de delegados. Este contingente está afianzándose sobre la idea de que es posible luchar y obtener grandes triunfos.
Como conclusión,  va madurando  entre los trabajadores la necesidad de unirse y organizarse mientras se desarrolla cada vez más la conciencia del poder que tienen los obreros, y el lugar estratégico que ocupan. Se va cristalizando un   programa   que   plantea “ningún trabajador por debajo de los $5000 de salario mínimo”, independientemente del encuadramiento gremial que tenga. A su vez, avanza el  planteo  de  la  efectivización  del conjunto de los tercerizados, unido a la lucha por justas condiciones laborales.
La lucha continúa y se avecinan grandes combates por estas reivindicaciones, unido a un gran sentimiento patriótico y antiimperialista que se expresó en la simpatía y adhesión al   “Acto  en   defensa   de   la   Soberanía Nacional” que se realizó en noviembre en la región, en “Punta Quebracho” a la vera del Río Paraná y entre los puertos – fábricas. Va madurando una corriente que comprende que las “reivindicaciones salariales y laborales” van unidas a la defensa de la soberanía nacional.
En   una   charla   les   preguntamos   a   los camaradas  holandeses  y  alemanes cómo ellos concebían los puertos de Hamburgo y Rotterdam. Nos dijeron que venían de una huelga de algunas horas donde habían bloqueado un acceso que había dejado una cola de 60 km de camiones.  Ellos dijeron: “si paramos 24 hs el puerto, paramos Europa”. Esto debe ser tenido en cuenta para la Argentina, pues vale la analogía, si paramos el puerto, paramos la Argentina. Es necesario valorar  la  importancia  del  trabajo  en  los puertos – fábricas en todas sus aristas.
 

 

Centro estratégico y eslabón débil

La verdadera política de entrega del gobierno de  los  Kirchner  que  se  dice  “nacional  y popular”, se condensa en la brutal dependencia que agudiza, reforzando la estructura latifundista y dependiente. Tenemos que lograr que todo el movimiento popular, tenga como blanco este gran centro de la dependencia de nuestro país. Uniendo a los que luchan contra el hambre, por salarios, educación y salud, y por una vivienda digna. Los que luchan contra la contaminación. Los chacareros que pelean contra el robo y la estafa y también los que defienden nuestra industria nacional. Partiendo de la renta y ganancias extraordinarias que tienen estos puertos-fábricas, se hace imprescindible una propuesta de reforma tributaria nacional y provincial. En lo que hace a lo nacional: coparticipación de las retenciones que este año tendrán una recaudación de 8.000 millones de dólares. Y en lo provincial: cobro de ingresos brutos del 3.5% por parte de la provincia. Esto representaría 700 millones de pesos. Estas dos medidas garantizarían los recursos suficientes para resolver en forma inmediata necesidades urgentes del pueblo.
Las luchas reivindicativas tienen que ir construyendo un programa profundamente antiimperialista: Por el no pago de la deuda externa, por otro modelo productivo, por la nacionalización del comercio exterior y de la banca, por una junta nacional de granos y de carnes, por la creación de una nueva marina mercante nacional, por la nacionalización de los ferrocarriles, por tomar el control de nuestra hidrovía. Contra la extranjerización de la tierras, por terminar con la renta parasitaria terrateniente, por la reforma agraria. Avanzando por el camino que trazó el argentinazo y la rebelión agraria.
Los cuerpos de delegados de estos puertos-fabricas, junto a otros destacamentos obreros, por ejemplo de la carne, metalúrgicos, mecánicos,  obreros  de  la  soja,  camioneros, unidos a los campesinos  pobres y medios, pueblos   originarios,   desocupados, movimiento estudiantil, entre otros, confluyendo con las multisectoriales del campo y la ciudad, pueden transformarse  en órganos de doble poder que sean la base para romper la dependencia  y  el  saqueo;  para  lograr  la segunda y definitiva independencia.

El proceso de luchas obreras, campesinas y populares del último período ha vuelto a poner  en  debate  el  concepto  de  “eslabón débil”  según  el  cual  la  cadena  tiene  la resistencia de su eslabón más débil y se rompe por éste.
No  tenemos  que  trabajar  con  una  única hipótesis que parte de una revolución que se produce simultáneamente  en todo el país y termina en la Capital Federal, que es el lugar, precisamente, en que se concentra el poder de las clases dominantes. Partiendo siempre del momento   político   y   las   circunstancias concretas sin esquematismos y sin rechazar por  anticipado   ninguna   forma   de  lucha trabajamos con una línea insurreccional. Nuestra línea allí y en todos lados es la “línea de masas”. La línea de generalizar y elevar al combate a las masas por sus reivindicaciones inmediatas hasta llevarlas a un nivel revolucionario,  desplegando   la  línea  de  frente único, sobre  la base de la alianza  obrero- campesina, y fortaleciendo, simultáneamente, al partido, para que éste pueda jugar su rol de vanguardia.
Tiramos de este eslabón para arrastrar toda la cadena. Tomando esta región como centro de nuestro trabajo, lo hacemos para influenciar y fortalecer nuestra presencia en todo el país y particularmente en su centro de concentración proletaria, campesina y popular. Atendemos lo que tácticamente es principal para desarrollar al conjunto.
Debemos encontrar las leyes específicas de construcción revolucionarias, combinarlas con un profundo estudio, aprendiendo de los obreros que vienen  protagonizando  luchas heroicas, ser capaces de fundirnos con esa masa y destinar fuerzas revolucionarias para poder organizar a un contingente que es muy diverso, unirlo y dirigirlo.