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24 de agosto de 2016

Argentina y las internacionales obreras (2)

Crónicas proletarias

 Contábamos en la columna anterior los debates, en 1920, entre las distintas corrientes obreras sobre la pertenencia, o no, a las federaciones internacionales sindicales. Existía la Federación Sindical Internacional, vinculada a los partidos socialdemócratas, y la Tercera Internacional convocó a la creación de la Internacional Sindical Roja.

 Contábamos en la columna anterior los debates, en 1920, entre las distintas corrientes obreras sobre la pertenencia, o no, a las federaciones internacionales sindicales. Existía la Federación Sindical Internacional, vinculada a los partidos socialdemócratas, y la Tercera Internacional convocó a la creación de la Internacional Sindical Roja.
Al debate que se suscitó en el 11 Congreso de la FORA, en enero-febrero de 1921 entre los comunistas y los sindicalistas que hegemonizaban la Federación, podemos agregar la posición de los anarquistas enrolados en la FORA del V° Congreso. Esta corriente, con la Revolución Rusa demostró su entusiasmo y buscó un acercamiento con los bolcheviques al punto de cambiar el nombre de la FORA por FORA Comunista. Los anarco sindicalistas, en un congreso de la FORA V en septiembre de 1920, relata Otto Vargas en “El marxismo y la revolución argentina”, tomo 2, rechazaron la invitación al congreso inaugural de la ISR, realizado en Moscú el 3 de julio de 1921. Sin embargo buscaron entrar en tratativas con la internacional sindical comunista planteando que tuviera un carácter autónomo “no permitiendo de manera alguna que quede subordinada al Soviet o a la Tercera Internacional Comunista”, tal como decían las instrucciones de la FORA al dirigente inglés Tom Barker, que representaba la línea de la IWW estadounidense (Trabajadores Industriales del Mundo), y que estaba en Buenos Aires por esa época tras ser deportado de Chile, donde participó en varias acciones obreras en Valparaíso. 
La relación de los anarquistas con los bolcheviques, que venían en debate por la postura antiestatal de los primeros, que repudiaban la construcción de la dictadura del proletariado en la URSS, se rompieron luego de la represión a los marineros en Kronstad, donde tenían fuerza los anarquistas. En 1922/23, en Berlín, se crea la Asociación Internacional de los Trabajadores, dirigida por anarcosindicalistas, y opuesta tanto a la FSI como a la ISR. El Consejo Federal de la FORA V envió una “Memoria” en la que planteaba su acuerdo general, y algunas objeciones sobre el papel de los sindicatos en la revolución: “ni siquiera el sindicalismo tiene derecho de abrogarse un papel ‘directriz’ en los períodos revolucionarios”; también planteó su negativa frontal a cualquier tipo de “frente único” con la ISR. La “Memoria” reafirma clásicos principios anarquistas, contraponiendo la consigna “todo el poder a los sindicatos” con la de “nada de poder para nadie”. Esta concepción espontaneísta lastró enormes experiencias de lucha, como la “Semana de Enero” y las huelgas de la Patagonia.