“Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte; y si morimos, nuestra causa seguirá viviendo. Otros nos seguirán.” Augusto César Sandino
“Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte; y si morimos, nuestra causa seguirá viviendo. Otros nos seguirán.” Augusto César Sandino
Augusto Nicolás Calderón Sandino nació en Nicaragua en 1895. Hijo natural de Margarita Calderón Ruíz, de oficio doméstica y de Gregorio Sandino López acomodado agricultor, trabajó de joven en plantaciones de café y bananeras de su país, Honduras y Guatemala. Allí conoció las atrocidades que cometía el imperialismo yanqui, con su activa política intervencionista en América Central, mandando sus “marines” y concretando varios golpes de Estado y asesinatos de dirigentes políticos en la región.
Sandino, en México, trabajó en una petrolera norteamericana y trabó relación con activistas de distintos sectores de izquierda, en ese momento de auge de la lucha revolucionaria del pueblo mexicano.
En 1926 volvió a Nicaragua, incorporándose a la llamada Revolución Constitucionalista, en contra del gobierno conservador de Adolfo Díaz Recinos. En ese proceso, Sandino se asienta en una zona conocida como Las Segovias y recluta sus tropas entre los trabajadores mineros de San Albino y los agricultores de la región. “Tuve conocimiento, dice, de la existencia en la Nueva Segovia de un asiento mineral importante que agrupaba a numerosos trabajadores, y allá marché comprensivo de que era en ese centro de aglomeración proletaria donde hallaría los elementos mejor dispuestos, las gentes más arrojadas, audaces y resueltas para vehiculizar mi pensamiento”, escribiría después.
Allí, tras un primer combate abierto, en el que las tropas “constitucionalistas” son derrotadas, Sandino decide llevar adelante una guerra de guerrillas. En 1927, frente al pacto del general constitucionalista Moncada con el representante personal del presidente norteamericano Calvin Coolidge, Sandino, que ya era general en el ejército constitucionalista, no acepta el acuerdo y resuelve seguir la lucha contra la intervención yanqui, fundando el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua. «No me vendo, ni me rindo. Yo quiero patria libre o morir». Enarbolando ahora una bandera roja (liberal) a la que decidió agregarle una franja negra, simbolizando con esto que la lucha sería hasta conseguir la libertad o la muerte.
Continúan los combates contra los “marines” yanquis y sus aliados locales, hasta que a comienzos de 1933, el 19 de enero, los imperialistas, derrotados, se ven obligados a retirarse. En esta guerra de guerrillas, fueron destruidas las propiedades de compañías yanquis, como la tristemente célebre United Fruits.
Previendo su derrota, los yanquis organizan la Guardia Nacional, con tropas nicaragüenses entrenadas por ellos. Esta fuerza represiva sería la que llevaría por décadas los dictados de la política imperialista en Nicaragua. Al frente de la Guardia Nacional estaba Anastasio Somoza, con los años dictador del país centroamericano.
En el curso de la lucha antiimperialista, el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional fue ganando el cariño de los nicaragüenses y el respeto de vastos sectores de todo el mundo. Intelectuales, estudiantes y obreros llegaban de distintos puntos de América Latina hasta Las Segovias a prestar servicio militar; los hubo de México, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, República Dominicana, Venezuela, Colombia, Honduras. En 1928 el dirigente comunista salvadoreño Farabundo Martí se incorpora a las filas del sandinismo. Ese mismo año el intelectual fránces Henri Barbusse llamó a Sandino “General de Hombres Libres”.
Farabundo Martí estaba vinculado a la Internacional Comunista, y su incorporación a las tropas sandinistas eran un aval explícito a esta lucha antiimperialista, incluso en contradicción con dirigentes del Partido Comunista Mexicano, que en una reunión en 1930 pretendieron imponerle un programa a Sandino, porque éste era un “peligroso aventurero pequeño burgués”, como afirmó el Partido Comunista de EEUU. Luis Carlos Prestes, dirigente del Partido Comunista de Brasil, contaría años más tarde que en una reunión de la Internacional, Stalin se pronunció contra esta caracterización: “en cuanto se refiere al PC de la URSS y la IC seguiremos considerando al general Sandino y a sus heroicos compañeros como patriotas que defienden a su país frente a los agresores extranjeros y que, en nuestra opinión, la decisión del comité Colonial del PC de los EE.UU. es un grosero error”. http://bitacoradeunnicaraguense.blogspot.com.ar/
Asesinato de Sandino
Tras la retirada de los marines se firma un pacto de paz en Managua en febrero de 1933, refrendado por Sandino y el presidente Juan Bautista Sacasa. Sandino se asienta en las montañas segovianas y organiza una “Comuna Universal y Fraternal” entre los combatientes sandinistas que habían regresado a ser obreros, agricultores, mineros e industriales. Siembran plátanos para la exportación y comienzan la explotación de minas de oro.
Durante todo este período sigue el hostigamiento de la Guardia Nacional. Sandino va en reiteradas oportunidades a Managua a discutir con el presidente Sacasa el fin de las hostilidades. En febrero de 1934 vuelve a Managua donde es asesinado, en una emboscada el día 21, por órdenes de Somoza. Junto a Sandino, fueron muertos los generales Francisco Estrada, Juan Pablo Umanzor, y su hermano Sócrates Sandino Tiffer. Luego del vil asesinato –efectuado con la complicidad de los Estados Unidos- la Guardia Nacional ataca el campamento sandinista, matando y persiguiendo a sus integrantes.
La historia de Nicaragua prosiguió, con la larga dictadura de los Somoza, que fue enfrentada y derrotada por el Ejército Sandinista de Liberación Nacional –fundado a comienzos de la década del 60– por sobrevivientes de las tropas de Sandino y las nuevas generaciones.