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29 de marzo de 2017

Balacera en Jacinto Arauz

Crónicas proletarias - 260

  A comienzos de diciembre de 1921 se desarrollaba en La Pampa una huelga de estibadores, conocidos como “bolseros”, ante el incumplimiento por parte de las empresas de un convenio que limitaba a 70 kg el peso de cada bolsa de cereales, que su traslado “no será al trote sino al paso normal de hombre”. Los bolseros estaban agrupados en la FORA “quintista”, hegemonizada por los anarquistas.

  A comienzos de diciembre de 1921 se desarrollaba en La Pampa una huelga de estibadores, conocidos como “bolseros”, ante el incumplimiento por parte de las empresas de un convenio que limitaba a 70 kg el peso de cada bolsa de cereales, que su traslado “no será al trote sino al paso normal de hombre”. Los bolseros estaban agrupados en la FORA “quintista”, hegemonizada por los anarquistas.
Así describía un obrero su trabajo: “Las bolsas pesaban 80 kilos, se trabajaba corriendo cuando se cargaban vagones; las estibas tenían una altura de 24 bolsas; se subían por una escalera de madera denominada ‘burro’. El trabajo de estiba se pagaba por día en los puertos, pero en la campaña no. En el campo se trabajaba a destajo y nadie sabía lo que ganaba por día ya que los capataces pagaban los domingos lo que ellos querían”. 
En la localidad de Jacinto Aráuz la Sociedad de Resistencia de Obreros Estibadores había logrado además la eliminación de la figura del capataz, particularmente odiado, por su prepotencia y porque retenía un porcentaje de lo que cobraba cada obrero. La madrugada del 9 de diciembre de 1921 una asamblea de estibadores acordó tomar el galpón del ferrocarril para enfrentar a unos carneros enviados por la Liga Patriótica. Los carneros fueron dispersados y los estibadores se juntaron a preparar u asado. Fueron rodeados por la policía, y el comisario “invitó” a los huelguistas a la comisaría. Hasta allí fueron tres delegados, acompañados por el resto de los obreros. Los delegados que entraron en la comisaría fueron desarmados y ferozmente golpeados, mientras otro grupo de policías rodeaba a los bolseros en el patio de la dependencia policial. Ante el alerta de uno de los delegados, el comisario abrió fuego sobre los huelguistas. Cuenta Osvaldo Bayer que, repuestos de la sorpresa inicial, los trabajadores respondieron a balazos, y el resultado fue de dos muertos por el lado obrero, y cuatro entre los “agentes del orden”, además de varios heridos graves de ambos lados.
Se desató una gran persecución en todo el pueblo. La mujer del secretario de la Sociedad de Resistencia denunció que se la llevaron esposada sin dejar que alzara a su hijo de 40 días: “Más tarde, logré que me trajeran a mi hijito, que se me moría de hambre y con el presencié las horribles torturas que les fueron aplicadas a los obreros, que ni habían participado en el hecho. Nunca vi crueldad más grande”. Varios obreros fueron trasladados a Santa Rosa, donde fueron juzgados y seis condenados a tres años de prisión. Una parte pudo escapar a la represión. Los policías fueron todos absueltos.