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02 de octubre de 2010

Crece el hambre y la miseria con los despidos, los tarifazos, la inflación, los bajos salarios, los impuestos confiscatorios y el ahogo financiero a las provincias. Movilizarse para derrotar la política kirchnerista que descarga la crisis sobre el pueblo.

Basta de hambre y tarifazos K

Hoy 1279

1. Gobierno hambreador
Después de recorrer 220 kilómetros con enorme esfuerzo y sacrificio, acampa en Resistencia (Chaco), la “Marcha multisectorial provincial contra el hambre, por tierra, techo, trabajo, producción y federalismo”. Como dijo el presidente de la Unión Campesina, Mártires López: “Tenemos que unirnos todos los que venimos caminando y todos los que son de Resistencia y hacer un solo reclamo y no levantar este acampe hasta que se solucionen”.
La lucha contra el hambre y los tarifazos, unida al conjunto de los reclamos obreros, campesinos y populares para impedir que la crisis la siga pagando el pueblo, se ha instalado en el centro de la política nacional. Junto a la movilización chaqueña, la de los desocupados de la CCC y otras organizaciones en todo el país, la marcha de la CTA, etc.
La multitudinaria peregrinación a la iglesia de San Cayetano mostró los sufrimientos del hambre y la desocupación. “Hace años que no se ocupan de la gente”, dijo el cardenal Bergoglio. Desbordan los comedores sociales. Incluso el Papa, denunció “el escándalo de la pobreza” en la Argentina.
Ha quedado al desnudo la mentira de un gobierno que se dice “progresista, nacional y popular”, mientras su política descarga la crisis sobre el pueblo provocando una hambruna solo comparable a la del 2001: aumento del 14,3% en los alimentos básicos a los que se niega a eliminarles el IVA, mantiene congelados los planes sociales y se opone a ampliarlos a todos los desocupados, aplica tarifazos brutales en los servicios públicos, cortó los fondos a las cooperativas sociales. Con los 9.000 millones de pesos que usó para pagar una deuda fraudulenta a los usureros, el gobierno podría haber contribuido a frenar el hambre, pero el kirchnerismo no tiene ninguna voluntad política para acabar con la miseria; no lo hizo cuando la economía crecía, menos lo va a hacer ahora con la crisis.

2. La crisis económica avanza
Con la política kirchnerista la crisis devora el país y castiga al pueblo (ver Una receta podrida).
Sigue la oleada de despidos y el cierre de fábricas. El caso de Mahle es emblemático. Para zafar de la crisis en Alemania, el monopolio alemán Mahle cerró su planta de Rosario. El gobierno K da vueltas sin garantizar ninguna solución. Solo la lucha de los obreros ha logrado impedir que se consume ese despojo imperialista.
En julio cayeron los precios de las materias primas del 6,7%, entre ellas algunas de las que exporta la Argentina, como el maíz -15,6%, el trigo -12,4%, la soja -5,9% y el petróleo -6,5% (La Nación, 8/8). Así, gracias a “las tijeras del intercambio” que denunciara el Che Guevara, los países oprimidos como el nuestro, que exportan esos productos se ven perjudicados por las bajas de los precios, y los imperialistas aumentan las ganancias de los productos que importamos.
La caída de la producción sigue achicando los ingresos del Estado, lo que los Kirchner tratan de compensar saqueando el Anses y otras “cajas”. Para seguir manteniendo su política de buen pagador de la deuda fraudulenta, y los gastos que genera el “capitalismo de amigos”, el gobierno se emperra en aplicar los tarifazos y mantener el saqueo impositivo a los chacareros. Esa política necesita, también, las facultades extraordinarias delegadas inconstitucionalmente por el Congreso.
La mayoría de las provincias y los municipios están en rojo, más allá de que muchos gobernadores e intendentes apliquen la misma receta que el kirchnerismo. Cinco provincias ya pagan en cuotas los salarios, o en varias tandas.
Respecto de la deuda, el gobierno negocia con los bancos Citi, Deutsche y Barclays el pago a los tenedores de bonos que no entraron en el canje. ¿Por qué los K son tan buenos pagadores? Por su política de subordinación a sus “aliados estratégicos” imperialistas que les garantizan sus negocios.

3. La crisis de hegemonía
El fracaso del “diálogo” demostró que no era más que chamuyo del gobierno para ganar tiempo, para reconstituir una fuerza con la que intenta mantener la subordinación del Congreso hasta su renovación en diciembre. Maniobró con “chicanas” reglamentarias en el Senado para frenar la embestida contra el tarifazo en el gas. Y ahora trata de garantizar una mayoría, en Diputados, con alianzas, para mantener las facultades delegadas por el Congreso, entre ellas la que le permite sostener las retenciones al agro.
Los Kirchner han demostrado, con su empecinamiento en los tarifazos, las retenciones y los superpoderes, que no piensan cambiar. Pero los de abajo ya no pueden aguantar las consecuencias de la crisis. Los de arriba no quieren que los estallidos sociales destartalen la estantería política como en el 2001, por eso acuerdan en que el gobierno llegue hasta el 2011. Pero los grupos de poder rivales de los que representan los Kirchner, quieren que los K vayan más a fondo en el trabajo sucio frente a la crisis: ajuste y devaluación, y cambien a su favor el reparto de las cajas del Estado.
Como la crisis es gigantesca, y nadie está a salvo, todas las contradicciones se tensan, agravando la crisis de hegemonía que se arrastra, con idas y vueltas, desde el 2001.

Peleas por arriba
El gobierno, derrotado en las elecciones, juega todas sus cartas a aprovechar la situación hasta diciembre, o hasta marzo. Chantajea a las fuerzas reformistas con la amenaza de las derechas opositoras. Aprovecha la división entre estas derechas, y sus resultados electorales muy limitados: Macri quedó en riesgo de perder la Capital Federal, Carrió salió malparada, De Narváez está atado al aparato peronista que no controla, Solá fue un segundón, y Reutemann tendrá que negociar con Dios y el Diablo si quiere llegar a la presidencia. De la debilidad de Cobos se encargó Moyano, cuando le dijo a Viviani, en una reunión con Cristina Kirchner y empresarios: “Che Viviani, cuánto nos durará Cobos a nosotros” (La Nación, 10/8).
El tarifazo kirchnerista sobre el gas está cuestionado en el Congreso y la Justicia, también los “superpoderes” están en la picota. El kirchnerismo confía en que en un sistema presidencialista como el de la Argentina, en el que el Congreso está “pintado” y es un simple “charlamento”, y manejando las “cajas” (achicadas, pero “cajas” al fin), podrá mantener la situación, por lo menos hasta diciembre, o estirarla hasta marzo cuando entre en funciones el nuevo Congreso. No le será fácil. Los sectores que creían poder acorralar al kirchnerismo con un cogobierno desde el Congreso y la Justicia encuentran que las cosas son más complicadas de lo que imaginaron, en una situación donde los tiempos son cortos.
Duhalde lanzó su proyecto de barrer de la dirección del PJ a Néstor Kirchner (al que califica de “un necio con poder), plantea “un pacto de gobernabilidad” del PJ y la UCR, polarizar las elecciones entre Reutemann por el peronismo y Cobos por el radicalismo. Este gobierno, según Duhalde, “tiene una fecha de vencimiento, que es diciembre de 2011”, y agrega (¿o amenaza?): “Espero que no pase como con algunos productos que se echan a perder antes” (La Nación, 9/8).
El gobierno maniobra para seguir usurpando  facultades del Congreso, en el Congreso maniobran para cogobernar. Esta situación se da, en un poder que opera sobre el caldero caliente de masas populares embroncadas. Muy embroncadas.

5. El camino obrero y popular
Crece la oleada de luchas. Gran parte de esas luchas son motorizadas por acuerdos multisectoriales como la del Chaco o las de la lucha contra los tarifazos, que unen los reclamos obreros y populares, patrióticos y democráticos. Son multisectoriales en las que confluyen los que enfrentan la política kirchnerista que descarga la crisis sobre el pueblo, con los trabajadores en el centro, para hacerle pagar la crisis a los imperialistas, los monopolios, los bancos, los grandes pooles y grandes terratenientes.
Si no hay respuestas inmediatas frente al hambre, los tarifazos, los despidos y salarios, la situación del campesinado y los chacareros, el país irá, más tarde o más temprano, a grandes tormentas. El aparato sindical del sistema se fragmenta por arriba y crecen los desbordes por abajo, con las luchas y con la renovación de cuerpos de delegados y las asambleas. El odio a los Kirchner es enorme en el campo. Los de arriba se desvelan ante una situación que puede unir a “piquetes y cacerolas” con grandes masas obreras y campesinas que no participaron en el 2001.
Con un país en el que se agudizan todas las contradicciones –entre los de arriba y los de abajo, y entre los de arriba– pueden producirse cambios bruscos del escenario político. Avanzando por el camino del Argentinazo y la rebelión agraria, y aprovechando las contradicciones entre grupos de poder, es posible terciar, con independencia programática y de acción, creando las condiciones para conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, que abra el camino a liberación nacional y social.