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06 de mayo de 2015

Rodrigo tenía 7 años, y su hermano Orlando 10. Murieron al incendiarse el sótano de la calle Páez al 2700, en el barrio porteño de Flores, donde funcionaba un taller clandestino de confección.

Basta de talleres clandestinos

Dos niños mueren en un incendio en la Ciudad de Buenos Aires

Rodrigo y Orlando son dos nuevas víctimas del trabajo esclavo que persiste en plena Capital Federal en 3.000 talleres clandestinos, con la complicidad del gobierno de Macri, la policía, los jueces, y también del gobierno nacional, ya que estos talleres se prolongan en el Gran Buenos Aires. Según las denuncias de la organización La Alameda, son 102 las firmas de indumentaria de primera línea que utilizan mano de obra esclava para la confección de sus prendas.

Rodrigo y Orlando son dos nuevas víctimas del trabajo esclavo que persiste en plena Capital Federal en 3.000 talleres clandestinos, con la complicidad del gobierno de Macri, la policía, los jueces, y también del gobierno nacional, ya que estos talleres se prolongan en el Gran Buenos Aires. Según las denuncias de la organización La Alameda, son 102 las firmas de indumentaria de primera línea que utilizan mano de obra esclava para la confección de sus prendas.

“El primer derecho es la libertad”
Carmen, una compañera de la CCC de la zona Sudoeste de la Capital Federal, a quien en su momento hicimos una entrevista en la que nos contó cómo había escapado de un taller clandestino luego de más de dos meses de encierro, nos decía el reciente Primero de Mayo: “Lo primero que hay que hacer es habilitar los talleres, y que se trabaje con todos los derechos que tienen las personas. Y el primer derecho es a la libertad. No puede ser que la gente viva ahí adentro, durmiendo en cuchetas a veces 20 personas amontonadas en una pieza. Eso que pasó en Flores puede pasar cualquier otro día y en cualquier lugar. En la mayoría hay chicos viviendo. Los talleristas con el cuento de la inseguridad cierran todas las salidas, y trabajan a puertas cerradas. Todos saben de los talleres. A la policía le hacés la denuncia, el dueño del taller le tira unos pesos y cierran los ojos”.

Bronca abajo, hipocresía arriba
El incendio en el que fallecieron Rodrigo y Orlando llenó de bronca a la comunidad, que está harta de tanta hipocresía. Bronca reflejada en la carta que escribió Nicolás Álvarez, maestro de uno de los chicos: “Hoy desayuné la muerte de un alumno. Lamentablemente en el incendio del taller textil clandestino del barrio de flores. El lunes cuando escuché la noticia rogué que no fuera de la escuela cercana y lamentablemente fue de la mía… No era el único que vivía en un taller. Montones de alumnos viven en talleres clandestinos, en cuartos de dos por dos, en condiciones inhumanas… ¿Quién elige vivir en esas condiciones? ¿Trabajar en situación de precariedad es una elección? La culpa es del empleador hasta el estado, pasando por los inspectores, los jefes de los inspectores, los vicejefes y los jefes que niega la realidad. En la manzana hay cuatro talleres más, seguramente en condiciones similares…”
El jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, como no podía ser de otra manera trató de justificar lo injustificable sanateando con que se habían hecho “6.000 inspecciones” y mostró la hilacha al afirmar “la gente se agarra de estos trabajos y encima se enoja con uno cuando va y los clausura“. Le podríamos recordar al candidato presidencial de la alianza PRO-Carrió-UCR la ley aprobada por la Legislatura porteña el 12 de marzo de 2009. Dicha ley, impulsada por el mismo PRO, declaraba “la Emergencia Laboral y de Infraestructura en la micro y pequeña empresa de las industrias de la indumentaria, calzado y afines emplazadas en la Ciudad de Buenos Aires” y, al mismo tiempo, crear el Programa de Regularización “Buenos Aires produce”. Eso sí, nunca fue reglamentada.