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02 de octubre de 2010

Conviene analizar patriótica y popularmente la conmemoración del Bicentenario porque en esa primera revolución logramos una independencia formal que esconde la dependencia real, quedando tareas democráticas y patrióticas por realizar como la reforma agraria y la vigencia de una democracia grande en una Patria soberana.

Bicentenario: dos proyectos, dos caminos

Hoy 1317/ Argentina: ¿dependiente o soberana?

Reconquistar el patrimonio nacional, establecer la soberanía popular, garantizar la independencia argentina, hacer efectivos los derechos del pueblo a la libertad, la salud, la alimentación, el trabajo y la tierra para el trabajo, exigen esa unidad inseparable de lo patriótico y lo popular, capaz de llevarnos a nuestra segunda y definitiva independencia.

 

Reconquistar el patrimonio nacional, establecer la soberanía popular, garantizar la independencia argentina, hacer efectivos los derechos del pueblo a la libertad, la salud, la alimentación, el trabajo y la tierra para el trabajo, exigen esa unidad inseparable de lo patriótico y lo popular, capaz de llevarnos a nuestra segunda y definitiva independencia.

 

En esta conmemoración dos visiones se enfrentan
Una visión es la oficial, expresada en la derecha gobernante pero también en derechas “alternativas” que ofrecen otras variantes para la violación de los derechos del pueblo y de la Patria en favor de otros bloques de beneficiarios nativos y potencias imperialistas.
   Esa visión consiste en lo que llaman “una Argentina integrada al mundo globalizado” que busca ser previsible a los usufructuarios de nuestra dependencia porque, dicen, esa previsibilidad es la base de nuestro “crecimiento”. Se paga una deuda ilegítima y fraudulenta para integrarnos al mundo.
   Se exalta una Argentina integrada a ese “mundo globalizado” supuestamente compuesto por países respetuosos del otro. Respeto que Inglaterra no muestra en la ocupación colonial de Malvinas. Que EEUU no muestra en Irak, en Afganistán o en el “chupadero” de Guantánamo. Que la Rusia prepotente no muestra en la región del Caspio. O que la China, socialista de palabra e imperialista en los hechos, no muestra cuando nos “aprieta” para romper toda protección a nuestra industria o cuando se queda con parte de nuestro petróleo.
   Desde esta visión se busca repetir los festejos del primer centenario. Diez años antes de aquel centenario, Roca redujo el Himno. Eliminó todo lo que lo convertía en una proclama de libertad e independencia, que reivindicaba las sublevaciones de los originarios y las de otros pueblos hermanos. Aniquiló toda exaltación del sacrificio revolucionario porque eso era necesario para rendir vasallaje a los poderosos de la época.
    La dependencia la paga el pueblo con hambre, miseria, vida indigna. Son niños de futuro destruido. Es entrega del patrimonio nacional y son pueblos desiertos. Significa provincias “inviables” y reverdecer de un extremismo unitario y sojuzgador en el trato con las mismas.
    Para que pase esta visión tuvieron que deformar la historia y ocultar el formidable protagonismo popular, tuvieron que hacer desaparecer próceres y convertir a los patriotas en figuritas inofensivas. Tuvieron que hacer olvidar al pueblo en armas de 1806 y 1807, pasos previos al 25 de Mayo. Ocultaron las “desobediencias debidas” de Belgrano y San Martín.
   Todo intento de sublevarse ante los poderosos del mundo y sus socios oligárquicos, es presentado como utópico.
    Pero hay otra visión, patriótica y democrático-popular, de nuestro futuro y de nuestro presente que ve a la Argentina como parte de los países que luchan por su independencia, las naciones que luchan por su emancipación y los pueblos que luchan por su liberación, en un mundo donde un puñado de países opresores (no sólo yanquis, no sólo ingleses, también otros imperios europeos, Rusia y China) oprimen a la mayoría.
    Esta visión rescata la consigna de los patriotas de Mayo: “Ni amo viejo ni amo nuevo, ningún amo”, y pugna por una Argentina independiente de toda dominación extranjera.

 

Cada visión tiene un proyecto de Argentina
Uno es un proyecto de Argentina dependiente. El otro proyecto es el de una Argentina soberana, de democracia real, democracia grande. A esta última visión, y a su proyecto, le interesa conocer la verdad histórica y aprender de nuestra última gran revolución.
    La visión dependiente dice que la Revolución de Mayo tuvo un núcleo intelectual sin pueblo y sólo significó el paso de un tipo de globalización a otro tipo de globalización. ¿No eran pueblo más de siete mil milicianos armados que elegían por votación a sus jefes y que constituyeron la fuerza militar de la Revolución? ¿No eran pueblo las decenas de miles de originarios que combatieron en las sublevaciones de Túpac Amaru y Túpac Catari? ¿No eran pueblo los que integraron los ejércitos patrios que pelearon hasta 1824? ¿No eran pueblo los sublevados de La Paz que, parafraseando al patriota Murillo, encendieron una tea que no se apagaría jamás? ¿No eran pueblo los campesinos de Güemes, la Guerra de las Republiquetas del Alto Perú y las mujeres protagónicas como Juana Azurduy? Interesada versión que intenta ocultar la participación popular para justificar que sólo podremos “renegociar” nuestra dependencia.
     La visión dependiente muestra un cabildo y gente expectante con paraguas. Aquí el pueblo pasivo, esperaba saber lo que se trataba. Versión de los que quieren a los pueblos lejos de las calles, cuyo futuro se decide en sesiones de un “charlamento” alejado de sufrimientos y necesidades populares y nacionales. Esta visión oculta tres de las cuatro vertientes de Mayo.

 

Las vertientes ninguneadas
La primera vertiente, esencial, es el pueblo alzado en armas en defensa de la Patria que constituiría los ejércitos patrios. Pueblo armado que fue la fuerza principal en el rechazo de las invasiones inglesas y que se organizó en milicias que agruparon miles de hombres entre los que había criollos, negros, mestizos, etc. además de españoles. Pueblo que también integraban los pueblos originarios de las pampas que ofrecieron sus lanzas. Pueblo que después de vencer a los ingleses, en un proceso que fue de 1807 a 1809 desarmó a los españoles, quedando así las milicias que iban a ser la columna vertebral que posibilitó aquel 25 de Mayo. Pueblo que incluía a los chisperos de French y Berutti o a originarios como Andresito.
     La segunda vertiente fue el núcleo de revolucionarios cuyas ideas avanzadas eran el corazón de la Revolución. Belgrano, abogado y economista de prestigio, conocedor profundo de las nuevas ideas que bullían en Europa, intelectual que no vaciló en perder todo, muriendo en la pobreza y en el abandono, por su entrega a la causa revolucionaria. Moreno que en su tesis doctoral en Chuquisaca ya denunciaba la explotación de los originarios, o Monteagudo sublevado de La Paz.
    Ese núcleo, con distintas variantes, supo estar en el frente único antiinglés que incluía a bonapartistas como Liniers y españoles como Álzaga y, disputando la hegemonía logró, entre 1807 a 1810, desarmar a los españoles para constituir la fuerza militar propia. Intelectuales que tenían clara la necesidad de la conducción de esa fuerza naciente. ¿Qué otra cosa significaba que Belgrano se presentara a las elecciones para dirigir el Regimiento Patricios? Intelectuales que fueron parte de esa multisectorial que unió, en el Cabildo del 25 de Mayo, a hombres y fuerzas de diferentes sectores.
     La tercera vertiente era la que provenía de la fractura del viejo ejército colonial y era parte de un ejército fracturado en Europa donde habían surgido los que estaban dispuestos defender España frente a Napoleón, ilusionados con un Fernando VII, al que imaginaban constitucionalista. Militares españoles que tampoco habían vacilado en unirse al pueblo español sublevado representado, entre otros por Juan Martín Díaz El Empecinado, ese hijo de panaderos alzado en armas indignado por la violación de unas jóvenes por los soldados franceses y que llegó a dirigir una división de diez mil hombres que destruyó la logística napoleónica. Ejército, conmovido por las nuevas ideas y la lucha contra el invasor napoleónico, donde se formaron San Martín y otros. Y que tenía en el Regimiento Fixo de Buenos Aires a Azcuénaga y a ese español que luchó hasta las últimas batallas de la Independencia, el General Arenales. Y que tuvo a Güemes, desde los 14 años, en la delegación militar de Salta.

 

El debate del Bicentenario
Es importante investigar las causas que hicieron que la revolución quedara inconclusa, por la pérdida de la hegemonía del proceso en manos de la cuarta vertiente: los sectores terratenientes y de grandes comerciantes de intermediación, que sólo querían la independencia formal conservando los privilegios del sistema, opuestos al protagonismo popular porque significaba la lucha sin claudicaciones contra sus intereses mezquinos.
     Esto es lo que está en debate en este bicentenario: Qué proyecto de país, cuál es la revolución necesaria, qué caminos posibles para lograrlo, rescatando las formas de confluencia entre lo patriótico y lo popular. Qué ejemplos de protagonismo popular podemos rescatar de nuestro pasado, comprendiendo que la independencia nacional es condición para que se hagan efectivos los derechos del pueblo y recordando que la independencia nacional frente a enemigos poderosos no se logrará sin ese protagonismo popular que es condición para que el proceso revolucionario se complete.