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03 de febrero de 2016

Boicot y locaut patronal (2)

Crónicas proletarias

Contábamos en la columna anterior sobre el conflicto desatado en mayo de 1919, entre los empleados de comercio y los talleristas de las grandes tiendas Gath y Chaves con la patronal. Este conflicto, impulsado por el Sindicato de Empleados de Comercio y Anexos y sindicatos de sastres y costureros, derivó en un boicot impulsado por los principales gremios de la FORA sindicalista, la Federación Obrera Marítima y la Federación Gráfica Bonaerense.Más de 20 talleres de confección se vieron involucrados en el conflicto, particularmente la Unión de Cortadores de Confecciones, la Unión de Obreros Sastres y la Unión de Obreros Sastres, Cortadores, Costureros y Anexos. Si bien el centro del conflicto de las costureras fue con Gath y Chaves, se extendió a otras casas de confección. Los reclamos comunes eran: reconocimiento de los sindicatos, jornada de 8 horas, descanso dominical, control del sindicato de los puestos de trabajo, no obligación de realizar horas extras, y cumplimiento de la ley 10.505, de trabajo domiciliario.
Estuvieron involucrados en el conflicto trabajadores con distintos oficios relacionados con la confección de ropa (sastres, costureras, cortadores, chalequeras, pantaloneras, planchadoras, pompiers, etc.). En algunas de las casas de confección se cumplió con el boicot establecido por la FORA a Gath y Chaves. Por ejemplo en la fábrica de camisas Dominomi, en la cual “las planchadoras descubrieron que repartían camisas de Gath y Chaves para planchar, y se negaron en solidaridad con sus compañeras en huelga”. Lo mismo “las obreras de la fábrica de ropa blanca perteneciente al Sr. Gómez, se declararon en huelga en solidaridad por dos compañeras despedidas, y porque esta casa le confecciona ropa para otras casas de confección en conflicto, como A la Ciudad de Londres, A la Ciudad de México, San Juan, Ideal de los Novios, La Piedad, entre otras” (Pascucci, Silvina, El mundo de los trabajadores: espacios, actores, cultura y conflictos).
En el momento del conflicto hizo su aparición el Sindicato Católico de La Aguja. Creado para competir con las agremiaciones influenciadas por anarquistas y socialistas, presentó proyectos sobre la “ley de la silla” y sobre “la vagancia infantil”. Se plantearon “la defensa de los intereses profesionales y económicos de las asociadas y la creación de servicios de asistencia”, pero que “Para conseguir estos fines sólo emplea medios pacíficos y legales”. La situación laboral quedaba explicitada en el punto 2 del Sindicato de La Aguja, que ponía como requisito para afiliarse “Tener 15 años de edad cumplidos”.