1. El Kastigo de la inflación
La inflación se disparó. El gobierno usa sus índices truchos para calcular la “indigencia” y la pobreza, y balancear que “bajaron”. Como la inflación real es por lo menos el triple, hasta un “aliado” como el ex ministro Lavagna, reconoce que las cifras de la “pobreza estructural (…) empiezan a mostrar un (…) empeoramiento de los sectores más postergados” (Perfil, 10/2).
En los lugares de trabajo, donde se calientan los motores para las paritarias, los reclamos salariales van del 35% para arriba, y se debate el salario de acuerdo a la canasta familiar de $ 3.200 (con zonas por encima de esa cifra).
La política neodesarrollista del kirchnerismo ha polarizado el país entre una minoría monopolista y terrateniente de bolsillos llenos, y una inmensa mayoría que vive mal o muy mal. Los monopolios imperialistas radicados en el país mandaron utilidades y dividendos a sus casas matrices $ 6.109 millones en el 2007: ¡Un récord! Un puñado de terratenientes, pooles, cerealeras, aceiteras y monopolios, se quedan con la parte del león del complejo sojero. Entre los grandes beneficiados están los capitales imperialistas que “estos años K” se han adueñado de 17 millones de hectáreas. Uno de ellos es el presidente de Estados Unidos, George Bush, con 5.000 hectáreas.
El gobierno K tiene “superávit fiscal”. Este año y el que viene, pagará deuda por $ 45.000 millones, sin contar la que negocia con el “Club de París”. Para el gobierno, el pago de esa deuda fraudulenta y usuraria es una prioridad frente al hambre y la miseria popular. En el 2001, cuando acosaba el hambre y la desocupación, el pueblo impuso los planes sociales para 2.000.000 de desocupados forzando el no pago de la deuda.
2. Crece el malestar popular
¿Qué hace la presidenta mientras crecen el hambre y la miseria? Nada. Pero recibió a la modelo yanqui Naomí Campbell. También a Lino Oviedo, el amigo de Menem, conocido represor y golpista de la política paraguaya.
La presidenta lo conoce: ella firmó la investigación en el Congreso en la que se lo señala como “jefe de una red de narcotráfico y tráfico de armas”, y estar involucrado en “el asesinato del vicepresidente paraguayo Argaña”.
La presidenta se reunió con las direcciones de la CGT y la CTA para reclamarles “moderación”, y un “tope salarial” del 20%. Pero las ganancias de los monopolios y terratenientes no tienen “topes”, tampoco el “superávit fiscal”.
Frente a la crítica a la presidenta, de un sector de la prensa, por estar “opacada” por los movimientos políticos de su marido, el gobierno anunció un plan de viajes al extranjero, lejos de los dramas reales de la Argentina. El que hará a Inglaterra es muy grave: ¡Cómo puede ir a una reunión organizada por los piratas ingleses, cuando están lanzados a colonizar tres millones de kilómetros de tierras y aguas argentinas!
3. Un partido del Estado
El “pase” del ex ministro Lavagna a la “lista única” que arma Kirchner para asumir la dirección del PJ, da para pensar. Sobre todo ahora que se sabe que antes de ese pacto hubo negociaciones con Duhalde (que se evidenciaron en el apoyo del duhaldista Caamaño al “pase” de Lavagna).
A mediados del 2007, Duhalde (y Alfonsín) lanzaron el plan “Negro el 29” (debilitar a Kirchner ese año, pasar a disputar la dirección del PJ al día siguiente de las elecciones, y “acostarlo” en el 2008 o 2009. Alfonsín lanzó la candidatura de Lavagna.
Al acercarse los comicios, por arriba se encendieron luces rojas: las encuestas mostraban la masividad del no voto, sectores peronistas amenazaban con el voto en blanco, y en la juventud crecía el voto nulo. Cristina Fernández no convencía con “la continuidad del cambio”; y Lavagna y Carrió no “enamoraban”. Se produjo, entonces, un acuerdo transitorio de los de arriba para que no hubiera segunda vuelta. Los que lo habían “inflado” a Lavagna lo “desinflaron”: el candidato se quejó de la falta de apoyo económico, y el duhaldismo lo dejó casi solo como candidato de la destartalada UCR. Por eso Elisa Carrió dice ahora que el “pase” de Lavagna es la prueba de que su candidatura fue para dividir a la oposición y evitar la segunda vuelta.
Más sospechas agrega ahora que Alfonsín y Nosiglia, negocien acuerdos con los “radicales K” para desplazar a la actual dirección de la UCR.
Acuerdos y forcejeos
Scioli, con el apoyo económico a su campaña electoral del mafioso ruso-armenio Eurnekián, y aprovechando las contradicciones del peronismo bonaerense, había armado un gabinete propio, para disgusto del kirchnerismo. La respuesta fue la ocupación y destrucción parcial del Ministerio de Desarrollo Social bonaerense, alentado por funcionarios del gobierno nacional. Ahora, una oleada de hechos delictivos llevó al gobierno de Scioli a su primera crisis: renunció el segundo de Seguridad y dejó “en la cornisa” al ministro “estrella” Stornelli. Esto (y el ingreso de Lavagna al corral K) debilitaron el reclamo de Scioli para ocupar un puesto de privilegio en la dirección del PJ. Más aún cuando el kirchnerismo amenaza con lanzar la candidatura de Cristina Fernández como cabeza de la lista de congresales.
En el operativo kirchnerista sobre el PJ, y en la disputa por la dirección de la destartalada UCR, hay dos cuestiones de distinto calibre: 1) la disputa por arriba y, 2) la pelea entre los de arriba y los de abajo.
En la disputa por arriba, Kirchner aprovecha el fracaso de Lavagna y su “pase” (que agudiza la crisis de la UCR), para armar una dirección del PJ bajo su hegemonía. Es “peligrosa” la anarquía y los heridos que dejó en los municipios, sobre todo en el Conurbano Bonaerense, el sistema de “listas colectoras” usado para ganar en octubre.
Un partido estatal requiere acuerdos con otros grupos de poder. De ahí que la lista única se cocina con lugares para representantes de otros grupos. En el caso de Lavagna es el grupo Techint, y no por casualidad Kirchner le dio “la primicia”, en la quinta de Olivos, a Clarín.
Que estos y otros grupos “pongan sus hombres” en el PJ, expresa acuerdos (negocios, entre otras cosas). Pero no borra otras contradicciones que esos grupos tienen con el kirchnerismo, como se ve en el programa que lanzó Lavagna, reclamando mayor autonomía económica en provincias y municipios (es decir: más reparto de los negocios). Y priorizar los acuerdos con Brasil, el Mercosur y la Comunidad Sudamericana, sin “relaciones carnales” [con Estados Unidos], pero tampoco con “alineamientos personales” [con Chávez] “al precio de afectar posiciones estratégicas del país”. Es decir: acuerdan en no ser proyanquis (ni Techint ni Clarín lo son), pero sin afectar los negocios con Estados Unidos que tienen Techint y Clarín. Y aceptan los negocios con China, pero sin perjudicar sus inversiones y los negocios con el Mercosur, Rusia y Europa.
4. Hay más brasas
Pero el problema principal por el que el kirchnerismo se lanza al armado de un partido estatal, es acabar con la crisis de hegemonía, entre los de arriba y los de abajo, antes de que la crisis económica provoque tormentas.
La derecha se enloquece con la tarjeta de los vecinos de Gualeguaychú para cruzar al Uruguay. Los vecinos de Tres Arroyos, Junín, Aguilares y otras localidades se organizan y tomar en sus manos el problema de la delincuencia que actúa con la complicidad de la policía y la justicia, y a veces del gobierno local.
También se enloquece el kirchnerismo con los vecinos de Santa Rosa y otros municipios que ponen al filo del nocáut a intendentes electos.
Pero el problema más grave, para todos los de arriba, es la nueva camada de activistas sindicales, que va buscando y encontrando caminos para la unidad en la lucha, desbordando a los jerarcas sindicales.
Son los trabajadores del gigantesco criadero avícola, que Cristina Kirchner visitó en Entre Ríos, que realizaron previamente una huelga contra los salarios miserables que paga la patronal.
Son los jóvenes del Casino que desbordan a la traición de sus direcciones sindicales, y no aceptan las reglas de juego de la patronal de Cristóbal López-Kirchner. Los petroleros de Caleta Olivia que llevan 75 días de piquete. Los metalúrgicos de varias fábricas rosarinas que arrancaron aumentos y bloquearon despidos por encima de la dirección K traidora de Caló y compañía. Los de Terrabusi-Kraft y Arcor, jóvenes y veteranos unidos conquistando reclamos, por encima de los alcagüetes como Daer. Los del pescado de Mar del Plata y Comodoro Rivadavia que dejaron en el aire a sus dirigentes traidores. Los de Mafissa que siguen su lucha conmoviendo a La Plata. Los del Astillero Río Santiago forzando la renuncia del presidente K de la empresa, Urien. Los del Indec que desnudaron los índices K truchos. La oleada de luchas de los trabajadores rurales que sacude a numerosas provincias.
Son los desocupados con sus cortes de ruta y acampes que pelean por colocar el hambre y el trabajo en el centro de la política nacional. Son los jubilados y mayores que dan el ejemplo con sus movilizaciones y luchas.
Esto nuevo es lo que crece en el movimiento obrero. Esta en la base de las luchas prolongadas y duras, desde abajo, apoyadas en las asambleas y cuerpos de delegados. Y busca la unidad para recuperar sus organizaciones como se expresó en la Lista Lila de los docentes.
Es, también, la creciente organización de los pueblos originarios y campesinos pobres que toman en sus manos la lucha contra el hambre y por la tierra. Es la lucha de los estudiantes universitarios y secundarios, que preanunciaron un año caliente en el combate por el presupuesto y sus demás reclamos. Es el combate contra la represión y la impunidad de ayer y de hoy. Son los cacerolazos que volvieron con la crisis energética; el vigoroso movimiento ambientalista; el movimiento del petróleo contra la reprivatización K; el movimiento malvinero contra la entrega “silenciosa” de 3.000.000 de Km2.
Las nuevas camadas de luchadores se fortalecieron políticamente al identificarse, en gran medida, con la masividad del no voto y el voto en blanco o nulo. Con sus luchas, que sacuden ciudades y provincias, y con su creciente unidad en multisectoriales y otras formas unitarias y combativas, van sumando nuevas brasas a las que dejó el Argentinazo.