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06 de marzo de 2013

Caída en las actividades productivas en 2012

De algo que no habló Cristina Fernández

 La actividad económica terminó el año 2012, con caída en la mayoría de los sectores productivos (agro, industria, construcción). Solo da levemente positiva para las estadísticas oficiales, por el peso de los servicios (en particular financieros) computados a precios de mercado y corregidos por los índices de precios “retokados” por la intervención del Indec, que son muy inferiores a los aumentos de precios reales. Las caídas más sensibles en la producción se registraron en el segundo y tercer trimestre del año, principalmente por el desempeño negativo de las llamadas vedettes del modelo (caída en la cosecha de soja, en la producción de autos y en la construcción).
Otro aspecto a destacar es que el resultado primario de las cuentas fiscales (antes del pago de intereses de la deuda pública), incluyendo el maquillaje de considerar ingresos propios de la Tesorería los provenientes del Banco Central, la Anses, el PAMI, etc., fue deficitario por primera vez en la era kirchnerista.
En el 2011, aún en un contexto de precios internacionales sumamente favorable el país chocó contra la restricción externa: la creciente cantidad de dólares, necesarios por la dependencia, para afrontar, entre otras cosas, las importaciones, las remesas de utilidades y dividendos de los monopolios imperialistas y el pago de la deuda externa, sin tener que experimentar una sensible caída en las reservas. El saldo comercial se redujo a 10.000 millones de dólares, la cuenta corriente resultó negativa, y en medio de una acelerada “fuga de capitales” (compra de dólares para atesoramiento), cayeron fuerte las reservas.
Apenas pasadas las elecciones de octubre de 2011, el gobierno comenzó el ajuste del sector externo e impuso numerosas trabas a las importaciones, que junto a su menor demanda por la caída de la actividad económica, resultaron en un mejoramiento del saldo comercial en 2012. Del mismo modo, impuso el cepo cambiario para frenar la compra de dólares, manteniendo la pauta de devaluación por debajo de la inflación (al estilo de “la tablita” de Martínez de Hoz). Todo esto incidió negativamente sobre la actividad económica, en especial, sobre la construcción, que terminó cayendo un 3%, y aún en mayor medida a la inversión reproductiva, lo que se manifestó en una caída del 13% en la inversión en bienes durables de producción.
La caída en la actividad económica en 2012 (en el segundo y el tercer trimestre, con el cuarto estancado) puede atribuirse fundamentalmente a la merma en la cosecha, a la caída en las exportaciones de productos industriales (por la menor demanda mundial y de Brasil, y por el atraso cambiario que hace menos competitivos los productos industriales), entre ellos del sector automotriz, a las trabas a las importaciones, y al cepo cambiario. La falta de dólares para pagar la deuda en el 2012 está detrás de las últimas dos medidas.
Así, pese al cepo cambiario, las reservas cayeron 3.000 millones de dólares, a pesar del mejorado saldo comercial (12.600 millones de dólares), que fue logrado en parte por la disminución de las importaciones por el retroceso de la actividad económica, y en parte por las restricciones impuestas por el gobierno. Esta merma se suma a la reducción de 6.000 millones de dólares que ya se había experimentado en 2011, a causa de la fuerte fuga de capitales de ese año.