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11 de diciembre de 2013

La derrota electoral del gobierno en octubre pasado ha provocado un escenario económico y político aparentemente diferente: las designaciones en el gabinete sugieren esos cambios, sin embargo, el nombramiento de Kicillof no entraña novedad alguna ya que cambió su rango de vice a ministro pero sigue cumpliendo las funciones que detentaba desde que asumió en Economía. 

¿Cambio de relato?

Se profundiza el ajuste inflacionario y la entrega

El presidente del BCRA no ha hecho manifestaciones ni tomado decisiones en materia monetaria ni cambiaria. Desde la asunción del nuevo equipo económico la caída de reservas alcanzó a 2.000 millones de dólares en dos semanas.
Los hechos de Córdoba y la reacción del recientemente designado Capitanich, que tantas expectativas despertó en la oposición y disgusto en sectores del oficialismo, han desnudado que las decisiones se siguen concentrando en Olivos entre Cristina, Zanini y Máximo. 

El presidente del BCRA no ha hecho manifestaciones ni tomado decisiones en materia monetaria ni cambiaria. Desde la asunción del nuevo equipo económico la caída de reservas alcanzó a 2.000 millones de dólares en dos semanas.
Los hechos de Córdoba y la reacción del recientemente designado Capitanich, que tantas expectativas despertó en la oposición y disgusto en sectores del oficialismo, han desnudado que las decisiones se siguen concentrando en Olivos entre Cristina, Zanini y Máximo. 
Aquí hacemos un repaso histórico necesario dado que en estos días se cumplen 30 años de democracia y es válido hacer algunas comparaciones. 
Alfonsín recibió la economía devastada por la dictadura y su gobierno se caracterizó por no tocar la esencia de la herencia dictatorial. Al poco tiempo, en junio de 1985, lanzó el llamado Plan Austral que terminó en la hiperinflación de 1989. Menem recibió la economía en crisis: empezó con el Plan Bonex, siguió con el Plan Brady y luego vino la convertibilidad. 
La política entreguista de Menem rifó gran parte del patrimonio nacional, garantizando “seguridad jurídica” a los inversores a través de leyes como la de inversiones extranjeras, mineras, de flexibilización laboral, etc., y de la convertibilidad. Los monopolios extranjeros tuvieron privilegios para obtener inmensas ganancias que remitieron y fugaron a una paridad de un peso un dólar. Esa fue la razón por la cual no se modificó “el modelo”, cuando ya empezaba a manifestar señales de agotamiento para el pueblo, pero no para los que estaban levantando y llevando las superganancias monopolistas. 
Menem le pasó la bomba a De la Rúa y la Alianza encaró el agotamiento del “modelo” con ajustes, tarifazos y endeudamiento. Después del Argentinazo, entre Rodríguez Saá, con el default, y Duhalde, con la mega devaluación del 300%, “prolijaron” la economía de las clases dominantes y crearon las condiciones económicas en las que se basó Kirchner. Fue el único caso en 20 años de democracia en que un gobierno asumió en la fase ascendente del ciclo, luego de la profunda crisis del 2001/2002. 
En los tiempos de “vacas gordas”, el gobierno de los Kirchner se fue transformando en el sector hegemónico del bloque de las clases dominantes al tiempo que construía su relato “nacional y popular”.
El kirchnerismo no creó aquel escenario favorable sino que lo encontró y lo supo utilizar, en condiciones externas favorables como el importante aumento del precio de la soja en el mercado mundial que provocó una expansión sin antecedentes de las áreas sembradas y cosechadas, sobre la base de un fuerte proceso de concentración de la tierra y de la producción.
Con los K se profundizó el grado de concentración y extranjerización de la economía y, como en la época de oro de la convertibilidad, monopolios y terratenientes obtuvieron ganancias sin precedentes que “levantaron con pala”, como dijo la presidenta. A su vez, el Estado se benefició con mayores ingresos fiscales y dólares provenientes de las exportaciones, lo cual le permitió financiar y consolidar al grupo de “capitalistas amigos” y hacer política “social y redistributiva”.
Ahora, a través de su nuevo gabinete, el gobierno no ha reconocido ninguno de los principales problemas que nos aquejan, empezando por la inflación. El remedio (un nuevo acuerdo de precios) es el mismo que aplicaba Moreno pero, esta vez, de la mano de un joven y educado subsecretario de Comercio. Respecto al drenaje de las reservas, muy lejos de identificar las causas y ante el silencio del nuevo presidente del BCRA, Fábregas, el ministro Kicillof va a mendigar a los imperialistas de China que nos otorguen un préstamo en yuanes, para no tener que largar los dólares, pero que nos ata aún más a los chinos en lo comercial. Además, se incrementa el impuesto a los turistas que, en rigor, no es más que un anticipo de ganancias, que pagan los que más tienen y encarece los viajes de la clase media. Se renegocia con los organismos internacionales las condiciones de pago de deuda ilegítima para acceder a nuevos endeudamientos. 
Hay sólo dos medidas económicas relevantes: el pago a Repsol y la devaluación del peso. Esta última además de alentar el proceso inflacionario, profundiza la caída de reservas, ya que los exportadores retienen los dólares a la espera de un tipo de cambio más conveniente, y los importadores adelantan los pagos para aprovechar el dólar barato de hoy.
El gobierno insiste en “profundizar el modelo. ¿A quién beneficia? En primer lugar, a los monopolios imperialistas, terratenientes y burguesía intermediaria que se llevan los dólares (hasta la imposición del cepo cambiario, la fuga y remisión se acercó a los niveles del 2001) y a los acreedores a los que les pagamos como “pagadores seriales”, etc. En segundo lugar, a los beneficiarios del gasto corrupto del Estado que va a los empresarios amigos, a nivel nacional y provincial. 
Para “profundizar el modelo” se prepara un tarifazo en los servicios públicos que va a afectar nuestro poder adquisitivo y alentar el proceso inflacionario, sin reducir el gasto público corrupto e ineficiente, que se cubre con emisión.
Estos “modelos”, tanto el de la convertibilidad como el de los K, se sostienen para beneficio de los grandes capitales monopólicos y ahora también a los amigos y testaferros del gobierno, hasta que la realidad los hace saltar por el aire. Así terminó “la fase” de la convertibilidad.
Las medidas son ajuste directo y brutal ante la crisis, devaluación y endeudamiento. ¿Cómo ajustarán el relato? Por lo pronto algunos kirchneristas de paladar negro, tipo los columnistas de economía de Página 12, ya están haciendo piruetas para defender lo indefendible.
En síntesis, lo nuevo de este “modelo” fue la extraordinaria disponibilidad de recursos públicos, vía incremento de las exportaciones de soja y el inédito crecimiento de la presión tributaria, y que el grupo económico beneficiario principal es un sector emergente del bloque de las clases dominantes, cuyas ganancias se van en bolsos y están calzadas con una enorme deuda interna.